Revista catalana d’història 15 (2022), 213-231

Nostalgia del futuro. Narrativas posindustriales en las cuencas mineras de Asturias

Irene Díaz Martínez

Archivo de Fuentes Orales para la Historia Social de Asturias/AFOHSA (España)

irenedzmz@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-2326-9622

“(…) Escribí un segundo correo a Stefan para decirle que la nostalgia no es tanto la añoranza del pasado como la incertidumbre del futuro. La nostalgia es la añoranza de lo que conocemos, y me parece que hay autores que lo han descrito a la perfección recreando el momento de extrema soledad que se conforma con los viejos dioses ya muertos y el nuevo panteón de divinidades todavía no creado. En definitiva, el momento en el que el hombre se encuentra solo de verdad ante un futuro diferente de todo lo que ha conocido (…)”1.

Resumen

Mediante una selección de extractos de testimonios orales, recogidos desde la década de los noventa del pasado siglo XX y hasta la actualidad, este artículo reconsidera las ideas sobre la nostalgia en el contexto del proceso de desindustrialización y transformación posindustrial en las cuencas mineras de Asturias. A partir de la idea de la persistencia del desindustrialismo, conceptuado como “Thehalf- life of deindustrialization” por la investigadora Sherry Linkon, se busca trasladar cómo las narrativas, discursos y representaciones sobre ese proceso movilizan simbólicamente el pasado industrial para encontrar respuestas ante las incertidumbres del presente, sin que ello necesariamente implique adolecer de lo que se ha etiquetado como el “mal” de la nostalgia. Del mismo modo, estas narrativas pueden ser vistas como representación de la existencia de una estructura de sentimiento. 

Palabras clave: Nostalgia, Narrativas, Posindustrial, Persistencia de la industrializacion, Estructura de sentimiento

1 N. Romaní, La historia de la nostalgia, Catedral, Barcelona, 2021, pp. 410-411.

Resum

Nostàlgia del futur. narratives posindustrials a les conques mineres d’Astúries

Mitjançant una selecció d’extractes de testimonis orals, recollits des de la dècada dels noranta del segle XX i fins a l’actualitat, aquest article reconsidera les idees sobre la nostàlgia en el context del procés de desindustrialització i transformació post-industrial a les conques mineres d’Astúries. A partir de la idea de la persistència del desindustrialisme, conceptuat com “Thehalf-life of deindustrialization” per la investigadora Sherry Linkon, es busca traslladar com les narratives, discursos i representacions sobre aquest procés mobilitzen simbòlicament el passat industrial per trobar respostes davant les incerteses del present, sense que això necessàriament impliqui patir el que s’ha etiquetat com el “malament” de la nostàlgia. De la mateixa manera, aquestes narratives es poden veure com a representació de l’existència d’una estructura de sentiment.

Paraules clau: Nostàlgia, Narratives, Postindustrial, Persistència de la industrialització, Estructura de sentiment

Abstract

Nostalgia of the future. post-industrial narratives in the mining basins of Asturias

Through a selection of extracts from oral testimonies, collected fromthe 1990s to the present day, this article reconsiders ideas about nostalgia in the context of the process of deindustrialisation and post-industrial transformation in the mining areas of Asturias. Based on the idea of the persistence of deindustrialism, conceptualised as “Thehalf-life of deindustrialization” by sociologist Sherry Linkon, the aims to show how the narratives, discourses and representations of this process symbolically mobilise the industrial past to find answers to present uncertainties without necessarily suffering from what has been labelled as the “disease” of nostalgia. Similarly, these narratives can be seen as representations of a structure of feeling.

Keywords: Nostalgia, Narratives, Posindustrial, half-life of deindustrialization, structure of feelling

§

1. Hacia el sueño posindustrial

A partir de la década de los noventa del pasado siglo XX dio comienzo el proceso de desmantelamiento y cierre de la minería pública en Asturias, principal motor de su economía y eje vertebrador de la identidad y del dinamismo político y social en las cuencas mineras, ubicadas en el centro de la región. Ese proceso discurrió en paralelo a la incorporación de nuevas dinámicas productivas y de trabajo que desafiaban el patrón de relaciones laborales que los mineros, con el decisivo sostén de sus comunidades, habían impuesto y consolidado aún en un contexto tan hostil como el de la dictadura2.

Tras la implantación del régimen franquista, la política autárquica hace que el carbón ocupe un lugar predominante en el pobre tejido productivo español y se potencie su extracción. Un auge que conduce a que en los años cincuenta sean más de 50.000 los mineros ocupados en el sector, un porcentaje destacable si se tiene en cuenta que hablamos de una región de poco más de un millón de habitantes. Al desencadenarse la crisis en los años sesenta, la iniciativa privada cede las minas al Estado que acaba nacionalizando gran parte del sector y concentrándolo en torno a una gran empresa pública: Hulleras del Norte Sociedad Anónima (HUNOSA), que inicia su andadura en 1967 con una fuerza de trabajo que, aunque reducida respecto a los años previos, ronda los 27.000 empleos directos.

La crisis, también evidente en otros países carboneros de Europa, se había agravado en Asturias por la escasa mecanización de las minas y la falta de inversiones, de modo que cuando el Estado asuma la responsabilidad de gestionar las minas, tendrá que hacer frente a cuantiosas inversiones que no terminan de hacer competitivo al sector. Su mantenimiento respondió más a criterios de índole social y político que económico, que se explicarían por la creciente conflictividad laboral, pero también por la relevancia que cualquier recorte drástico podría acarrear dada la dependencia económica que la región tenía de la actividad extractiva, tanto en lo referido al empleo directo que generaba, como al indirecto e inducido, y el coste político que le podría acarrear a la dictadura el enfrentamiento con un movimiento obrero que había renacido de sus cenizas tras décadas de violencia y represión. En ese sentido, la fuerte contestación social ante cualquier intento de recorte, con el desencadenamiento de huelgas por mejores condiciones laborales, de seguridad e higiene (la silicosis era una enfermedad endémica en las cuencas mineras), está animada por un movimiento obrero clandestino que desafía a la dictadura protagonizando enconadas huelgas y movilizaciones. Es en ese contexto en el que hay que situar la nacionalización y el posterior mantenimiento del sector a pesar de su carácter deficitario, un proceso en el que hay que enmarcar una serie de conquistas sociales y de mejoras laborales, fruto de la capacidad de presión que el colectivo minero fue capaz de sostener frente a la dictadura3.

Con la llegada de democracia las organizaciones sindicales fueron reconocidas y mantuvieron una notable capacidad de presión y movilización. A pesar de los malos resultados de HUNOSA y de que otros sectores clave de la economía asturiana estaban siendo objeto de ajustes severos, a lo largo de la década de los ochenta el sector extractivo mantuvo relativamente altos los niveles de empleo y salario y permaneció a resguardo de las medidas más drásticas de reconversión industrial, todo ello en un paréntesis en el que las crisis del petróleo de 1973 y 1979 habían llevado al carbón a una segunda edad de oro. La incorporación española a la Comunidad Económica Europea en 1986 marca, sin embargo, un punto de inflexión, siendo a partir de la década de los noventa cuando dé comienzo la reestructuración del sector minero4.

2 Vega García, R. (2011). Entre el Estado y el mercado. La clase obrera asturiana de la lucha antifranquista a la crisis industrial. En Tébar Hurtado, J. (Ed.). El movimiento obrero en la gran ciudad. De la movilización a la crisis económica. El Viejo Topo, pp. 147-176.

3 Díaz Martínez, I. y Vega García, R. (2013). El ciclo de las grandes huelgas mineras (1957-1964), pp. 261-307, y Conflictos obreros y movilizaciones sociales en el tardofranquismo y la transición (1965-1977), pp. 309-370. En Vega, R. (Coord.). El movimiento obrero en Asturias durante el franquismo, 1937-1977, KRK.

4 Ortún Silva, P. (1987). La integración en la CECA y su repercusión para España. Papeles de Economía Española (3), pp. 365-381.

El tardío proceso de ajuste del sector representa una notable diferencia con otros países europeos, pero si esta es una característica distintiva, también lo será la opción que, merced a la presión sindical y la movilización social, guió el proceso de reestructuración del sector: mediante la vía “no traumática”, garantizando a los trabajadores que resultasen excedentes laborales unas prejubilaciones que representaban el cien por cien de su salario en activo, y que las convertía en las prestaciones sociales más avanzadas del mundo. Mediante las prejubilaciones, el impacto económico derivado de los procesos de cierre de minas resultó menos traumático, permitiendo sostener el nivel de vida5. Había sido la resistencia, la movilización obrera y la presión sindical las que habían pactado y concertado con el Estado unas medidas que facilitaron la extinción ordenada y no traumática del sector6.

Junto a las prejubilaciones, desde mediados de la década de los noventa, las centrales sindicales mayoritarias, SOMA-UGT y CCOO, que mantuvieron un incontestable poder pese a la sostenida reducción en el número de mineros, arrancaron un compromiso de inversión para las cuencas mineras mediante los conocidos como fondos mineros. 3.000 millones de euros destinados a mejorar las infraestructuras, el hábitat minero, la formación y la creación de empleo que, sin embargo, y desde su aprobación en 1997 y hasta la actualidad, no han conseguido revitalizar la economía asturiana y generar empleo. El fracaso de los fondos mineros y la responsabilidad atribuida en su mala gestión a la inoperancia política, pero sobre todo sindical, sitúa en el centro de las críticas a los sindicatos, a quienes se responsabiliza de no haber conducido bien el proceso y haber “vendido” el futuro de Asturias7.

El proceso de declive y ocaso de la minería asturiana se guio por argumentos de economía moral que, apelando al papel que había tenido el carbón, exigían el saldo de una deuda histórica con Asturias, primero mostrando una resistencia a ultranza a cualquier recorte -durante los años ochenta- y posteriormente, mediante la concertación -desde la década de los noventa-, obteniendo contrapartidas económicas y sociales para el final de la actividad.

El fracaso de las políticas de reactivación económica y la “mala” imagen de los prejubilados y los sindicatos representan la otra cara del proceso de declive. El escenario asturiano dista de ser el que la literatura anglosajona ha dibujado para zonas afectadas por procesos de desindustrialización similares, pero la continua sangría migratoria de jóvenes que cuentan con estudios superiores, la falta de oportunidades laborales y el estancamiento han generado una profunda desafección, incertidumbre ante el futuro y desconfianza hacia los agentes sociales y políticos que condujeron el proceso y que, para no pocos, ensombrecen un legado de movilización obrera y social que había sido decisiva y determinante en las conquistas sociales y laborales8.

5 García García, J. L. (2007). Las fronteras del estigma. De mineros y prejubilados. En Cunha, M. y Cunha, L. (Org.). Intersecçoes Ibéricas. Margens, passagens e fronteiras. 90 Grauss, pp. 227-249.

6 Köhler, H. D. (Coord.) (1996). Asturias, el declive de una región industrial. Trea.

7 Así se desprende de las referencias orales recogidas a partir la década de los noventa y que pueden consultarse en el Archivo de Fuentes Orales para la Historia Social de Asturias (en adelante AFOHSA). Se han consultado las procedentes de las Series Memorias Culturales de la Industria; Culturas del Trabajo en Asturias; La Juventud en las cuencas mineras y Asturias: el declive de una región industrial.

8 Díaz Martínez, I. (2018). The Trauma of a Non-Traumatic Decline. Narratives of Deindustrialisation in Asturian Mining: The HUNOSA Case. BIOS – ZeitschriftfürBiographieforschung, Oral History und Lebensverlaufsanalysen (2), pp. 53-66.

2. En presente continuo o la continuidad en la discontinuidad

Lejos del “cierre por derribo” experimentado por comunidades mineras de otros países y regiones, la vía “no traumática” seguida en Asturias, mediante prejubilaciones y cuantiosos fondos para facilitar la transformación productiva ralentizó y “suavizó” el impacto de la desindustrialización, y sostuvo una suerte de “continuidad en la discontinuidad” en el tránsito de una economía industrial a una posindustrial que abogaba por un capitalismo “flexible” que, siguiendo doctrinas neoliberales, situaría a las cuencas y a la propia existencia de HUNOSA en desacuerdo con los reclamos de los valedores de estos postulados. Al hecho, además, de que pese a su dotación millonaria, los fondos mineros no fructificaran en la tan esperada como demandada reactivación productiva, reemplazando los puestos perdidos en la mina, se añadiría que el giro posindustrial implicaba un radical cambio que pasaba por la aceptación de unas relaciones laborales más individualizadas, fragmentadas e inestables. Abundando en que la transición económica no tenía por qué ser problemática, la teoría posindustrial establecía que el declinar de la industria pesada produciría las condiciones para una nueva sociedad del conocimiento basada en la innovación tecnológica9.

A la variable económica se sumaría, en paralelo, una reconfiguración social y cultural derivada de la profunda imbricación e interconexión que la especialización y el monocultivo minero habían tejido en y con el entorno comunitario de las cuencas. Los legados de la cultura del trabajo y la memoria obrera seguirían actuando como referentes compartidos colectivamente en el presente que, aunque sometidos a profundas (re)significaciones y (re)valoraciones, muestran la complejidad de la relación entre pasado y presente en tiempos de cambio(s).

Es en ese prolongado periodo transicional, una suerte de “presente continuo” y de “continuidad en la discontinuidad”, en el que se enmarca este texto. Las narrativas, discursos y representaciones, articuladas con tristeza, enfado, humor, resignación o frustración, reflejan, como veremos en las páginas que siguen, las dificultades, desafíos y retos de unas comunidades en declive en su camino hacia un indefinido e incierto sueño posindustrial. Al abordarlas se observa una permanente contestación entre las pasadas ideas sobre el trabajo, la identidad y la comunidad y un presente en el que estos aspectos han sido desestabilizados, no solo como consecuencia de la desindustrialización sino por las cambiantes condiciones económicas.

Las actitudes y posicionamientos de quienes se vieron (y ven) inmersos en esta transformación han sido tachados a menudo de adolecer del “mal” de la nostalgia. Así, la conceptuada como “nostalgia de la chimenea” caería en una suerte de idealización del pasado industrial, asociándolo con una prosperidad y perpetuidad que impediría a comunidades y trabajadores dependientes de sectores en declive encarar el porvenir10. Del mismo modo, la resistencia presentada a la normalización de las nuevas dinámicas capitalistas sería considerada anacrónica y extemporánea en el marco de la economía y sociedad posindustriales. No obstante, y comoquiera que es ya un lugar común en los estudios sobre desindustrialización aceptar que esta no empieza ni acaba con el cierre de una fábrica o un pozo, sino que tiene más relación con lo que a menudo sigue en forma de desempleo, emigración o precarización, puede resultar oportuno preguntarse qué significa y qué conlleva ser nostálgico en el contexto del neoliberalismo

9 Bell, D. (1976). El advenimiento de la sociedad post-industrial. Alianza.

10 Cowie, J. y Heathcott, J. (2003). Beyond the ruins. The meanings of deindustrialization. Cornell University Press.

político y económico, enmarcándolo tanto en las aproximaciones que se han realizado en los últimos años sobre su utilidad en la comprensión del cambio, como en las que, reactualizando la noción de estructura de sentimiento de Raymond Williams, plantean la latencia, si bien de forma residual, de los códigos y valores de la cultura obrera e industrial11.

Fue la filóloga norteamericana Sherry L. Linkon quien, tras indagar en cómo el arte, la literatura o el cine revisitaba e interpretaba la pérdida industrial y sus implicaciones a medio y largo plazo, definió esa persistencia del (des)industrialismo como la “half-life of deindustrialization”12. Explorando cómo a través de esas representaciones sus creadores trataban de dar sentido a los espacios en transformación en los que no pocos de ellos habían nacido y crecido y cómo encajaban la desestructuración de sus comunidades, concluyó que tanto individuos como comunidades están formados por sus propias historias, por la experiencia, la memoria y por prácticas sociales y económicas de marcos de estructura previos. Eran ideas y valores que influenciaban sus vidas tiempo después de que esas prácticas hubieran dejado de ser productivas o estuvieran a punto de ser eclipsadas.

De esta latencia da cuenta el escritor Xandru Fernández, natural de la cuenca del Caudal y autor de una premiada novela, Les ruines, situada precisamente en los espacios en ruina que habita una generación desubicada:

Formes parte d’una fábrica, entós eso configurate. Políticamente tamién porque descubres que parte de lo que tú puedes conseguir depende de la capacidá de presión que seas capaz d’executar y deprendes sobre todo qu’esa capacidad de presión ye colectiva, nun ye individual. A mí, una cosa que me impresionó… estudiando por exemplu la creación del movimiento glam en Gran Bretaña, del glam rock en los años 70 ves como esi movimientu fue creciendo sobre todo en les zones mineres y cuéstate entender como un movimientu tan individualista crez en zones con un movimiento obreru tan enraigonau, pero después daste cuenta de que les maneres en qu’esiindividualismu s’exterioriza son típiques de cultures colectivistes, de cultures tribales. Nel casu nuestru tú sabíes que pa conseguir cualquier cosa…. Imitabes, consciente o inconscientemente lo que facíen los tos paspa conseguir cualquier cosa y que yera apoyar al sindicatu y ponese en fuelga, y nosotros igual13

3. La nostalgia en el tiempo neoliberal

En la película Carne de Gallina, una ácida comedia sobre el declive de las cuencas mineras asturianas y la dependencia creada en torno a las prejubilaciones, la escena final es el entierro de un minero jubilado. En el momento en el que el féretro se introduce en el nicho suena el móvil de uno de los hijos del finado. Aunque el espectador únicamente escucha una parte de la conversación, es fácilmente deducible que se está hablando de “(no) futuro”:

11 Byrne, D. (2002). Industrial culture in a post-industrial world: The case of the North East of England. City (Vol. 6, nº 3), pp. 279-289.

12 Linkon, S. L. (2018). The half-Life of Deindustrialization. Working-class writing about economic restructuring. University of Michigan Press.

13 AFOHSA, Sección Entrevistas, Serie Memorias Culturales de la Industria, “Testimonio Oral de Xandru Fernández”.

Un Museo del Holocausto Minero. Cojonudo, formidable. La juventud marcha ¿Pa qué quies discoteques? Lo que necesitamos son museos, parques temáticos. Aquí el tema ye poner un parque temático pero de la hostia. Imaginación, esa ye la clave… Poco dinero… Poco futuro… Negro, todo muy negro14.

Sin un ápice de la ironía que destila el fragmento arriba reproducido, el testimonio de un grupo de sindicalistas mineros, recogido en 1994 en el marco de un proyecto de investigación sobre el declive industrial de Asturias, pronosticaba el “calendario” de cierres de pozos que habría de culminar con la “museificación” de un sector, de unos espacios y de unas comunidades que habían conformado alrededor del carbón su modo y medio de vida:

No se supo decir a la gente lo que era el carbón, lo que era HUNOSA o lo que puede llegar a ser. Todos resignaos. En 1991 teníamos catorce pozos, en el 94: ocho, en el 97: seis, en el 2000: cuatro y en el 2005: un museo15.

Aún teniendo en cuenta que se trata de representaciones dispares, tanto por el formato como por los destinatarios, en ambas esa abstracta e indefinida alusión a “un museo” como contenedor que puede (y debe) conservar y exhibir traslada una acusada frustración ante la perspectiva de “encapsular” el pasado y dejarlo atrás. Igualmente, el sentido dado al museo como destino final, no deseado pero inevitable, expresaría la incertidumbre e incomprensión derivadas de la transformación en curso de unas bases económicas que se presumían sólidas e irremplazables.

Esa transformación posindustrial, considerada por no pocos pensadores como el “fin del trabajo”, remite a la caducidad de un modelo de relaciones laborales y de valoración y percepción del trabajo que, además de traducirse en estabilidad laboral, adecuación de salarios y derechos sociales, daba identidad y trascendía el propio ámbito laboral, proyectándose hacia la comunidad y moldeando una cultura en la que el trabajo era un componente identitario esencial y determinante.

La sensación que tenemos en la cuenca es que todo es eterno, como llevamos siglo y medio con la misma historia… los abuelos, los padres, los hijos, generaciones y generaciones… hay una sensación de que todo va a ser igual siempre, porque todo siempre fue igual y luego resulta que mi generación es la primera que descubre que no, que no todo va a ser igual siempre sino que va a cambiar todo (…) Porque hasta esta generación, mucha gente ni se planteaba el futuro profesional porque el futuro estaba ahí, debajo de casa, y no había ni que romperse la cabeza pensando en qué iba a trabajar uno (…) Es esto que se llama identidad porque sí es verdad que si algo tenían las cuencas, con todas las cosas malas que teníamos, era una identidad muy fuerte y muy marcada que tenía una relación directa con el trabajo. El trabajo era lo que nos daba la identidad. Adiós al trabajo, desaparece la identidad16.

14 Carne de gallina, dirigida por Javier Maqua en 2001. Llevada al teatro por Maxi Rodríguez en 2015. El argumento gira alrededor de la muerte de un minero jubilado y el consiguiente ocultamiento del cadáver para no perder el sustento de toda su familia (hermana, hijos y nietos).

15 AFOHSA, Sección Otros Fondos-Holm-Detlev Köhler, Serie Asturias: el declive de una región industrial, “Entrevista grupal a sindicalistas de CC.OO. y del SOMA en el pozu Candín”.

16 AFOHSA, Sección Entrevistas, Serie Memorias Culturales de la Industria, “Testimonio Oral de Alfonso Zapico”.

La pérdida de las certezas asociadas al empleo industrial y la inestabilidad y precariedad posteriores daban en la diana de una identidad que, como se trasluce del relato del reconocido historietista, oriundo de la cuenca del Nalón, Alfonso Zapico, arrancaba del trabajo en las entrañas de la tierra. A esa primera ruptura, decisiva para entender los cambios que se van experimentando en las cuencas desde el momento en el que factor identitario derivado del común denominador que representaba el trabajo en la mina se va quebrando, habría que añadir una segunda, la derivada del propio cambio en el mercado de trabajo, menos garantista y más precario, que ofrecía el empleo al que los jóvenes podían acceder.

La flexibilidad laboral en el marco de la nueva economía posindustrial iniciaría lo que se ha etiquetado como era de la inseguridad y que, pensadores como Bauman, Beck o Sennet caracterizarían por la desaparición del empleo colectivo, predecible y estable, y con él de la identidad que de él emanaba, mientras se potenciaba un modelo de trabajo más individualizado y en cierto modo desarticulado17. Así, la “modernidad líquida” de Bauman, la “sociedad del riesgo” de Beck o, en fin, el capitalismo “flexible” de Sennet compartirían, con independencia de la primacía que se otorgara a unas u otras características, el enorme impacto de la globalización y de la tecnificación en la intensificación del nuevo modelo de capitalismo. Un contexto de desregulación e individualización, en suma, que facilitaría que las tradicionales formas de seguridad laboral y de empleo estable fueran sustituidas por fórmulas menos rígidas y estandarizadas de contratación y empleo. El “choque” y el contraste con los viejos esquemas resultaría inevitable, como se traslada del extracto de un joven empresario de las cuencas mineras:

Si en su casa están acostumbrados a ver trabajar de 8 de la mañana a las 3 de la tarde, las tardes libres, con su convenio, con sus fines de semana libres, sus 20 días laborables de vacaciones, (...) a esa persona le va a costar más porque no entiende eso de ponerse por su cuenta. Si tengo una titulación por qué no voy a tener trabajo, quiero un trabajo en unas condiciones laborales por lo menos como tenía la persona en la que me fijo. Entonces me va a costar más no porque no quiera y sea un vago, no (...) me falta la visión, el alcance. En una región como esta que mayoritariamente, en determinadas zonas como en las cuencas, que todo el mundo tenía un espejo en el que mirarse de horario de 8-4, el mes de vacaciones18.

La paulatina desaparición de las viejas certezas sobre la sociedad industrial y la política económica que la sustentaba se acompañó, al calor de la corriente de pensamiento político y económico neoliberal, de una llamada a reimaginar otros soportes estructurales con los que encarar las nuevas dinámicas socioeconómicas que se avecinaban. Así, la dependencia del sector del paraguas estatal, dada la condición de HUNOSA, fueron, tímidamente en los primeros años ochenta, más rotundamente a partir de entonces, cuestionadas como representativas de un modelo anclado en el pasado que lastraba y condicionaba el futuro de las cuencas y, dada la relevancia de HUNOSA, también del resto de la región:

Yo creo que hay gente que no sólo no se mira en el pasado sino que tiene claro la situación actual en la que vivimos. Son la “generación ALSA”, es decir, que no están aquí eternamente esperando a que surja un trabajo sino que tienen muy claro que cuando acaben se van. Eso lo preguntas a los institutos y algunos te lo dicen. Ya te

17 Beck, U. (1998). La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Paidós Sennet, R. (2000). La corrosión del carácter. Anagrama.

18 AFOHSA, Sección Otros Fondos-Holm-Detlev Köhler, Serie La Juventud en las cuencas mineras, “Entrevista a joven empresario”.

dicen “yo me voy a estudiar a Madrid porque como voy a trabajar en Madrid pues ya directamente me voy a estudiar allí”. Entonces creo que no están siendo un reflejo del pasado. No sé si decirte que si a mayor nivel de formación hay en algunos casos un mayor nivel de conocimiento de la realidad, es decir, quizá los que siguen pensando que aquí tiene que haber trabajo y que hay una deuda histórica y moral con esta comarca que nos tiene que mantener pues eso se repite más en gente de ciclos formativos de grado medio y básicamente en gente de formación ocupacional sin formación, quizá es donde veas más ese porcentaje de “vale ya sé que no va a seguir HUNOSA pero qué nos van a poner19

Este tránsito estaba teniendo lugar al compás de una normalización democrática, tras cuatro décadas de dictadura en las que el colectivo minero había forzado mediante enconadas (y proscritas) huelgas la obtención de mejoras laborales y de índole social que a la postre habrían situado a HUNOSA como mucho más que una empresa. Una empresa donde las organizaciones sindicales mayoritarias –SOMA-UGT y CC.OO.-, depositarias, en la nueva situación política, de la combatividad de los mineros durante el franquismo, mantenían, aún dentro de acusadas discrepancias entre ambas, la defensa tanto de la viabilidad del sector, como de los estándares laborales y sociales que se habían ido forjando en la última etapa de la dictadura y a las que, en el contexto de transformación en curso, se responsabilizaba con su actitud de perpetuar un modelo y unas relaciones laborales anacrónicas.

El estatus de “funcionario” atribuido al minero (calendario laboral respetado, salario acorde, convenios que se cumplen) es visto como una rémora (el pasado) dentro del marco de las nuevas reglas que dictaba la economía de mercado. Esto generará, especialmente entre los más jóvenes, un sentimiento de incomprensión e inadaptación que, visto desde fuera del espacio minero, los hará aparecer como acomodaticios o “señoritos” que no quieren trabajar porque “están pensando en el pasado”:

No es exactamente que miremos al pasado, los jóvenes nos fijamos en los referentes paternos y maternos. Entonces ya te digo, si fulanito de tal está en la mina y tiene unas condiciones laborales buenas, horarios, salarios, convenios... pues tú menos de eso no. No porque antes con 18 años dejabas de estudiar e ibas para la mina y desde el primer día se cumplían los convenios...claro, ahora vas a una empresa (...) y te dicen: “vamos a hacerte un contrato por seis horas y vas a trabajar diez y tu convenio marca 500 pero vas a ganar 120 euros” y tú: “ah...no, no...” Y entonces dirán: “ese está pensando en el pasado (...)” A su padre en HUNOSA eso no le pasaba y no se da cuenta que por desgracia existe eso y que a muchos nos ha tocado aguantar20.

En tanto fue teniendo cada vez más predicamento entre la opinión pública y los gestores políticos que la economía debía fluir sin cortapisas, y que la función del Estado debía limitarse a la de ser un espectador pasivo en el discurrir económico, más significativa y extemporánea resultaba la persistencia en las cuencas mineras de una suerte de “keynesianismo local”. En la medida en que era el Estado el principal agente empresarial y que la empresa pública presentaba endémicamente resultados negativos en su balance de cuentas, y en la medida, además, en que el extractivo era ya un sector no sólo en declive, sino considerado anacrónico en una eco

19 AFOHSA, Sección Otros Fondos-Holm-Detlev Köhler, Serie La Juventud en las cuencas mineras, “Empleado en Valnalón”.

20 AFOHSA, Sección Otros Fondos-Holm-Detlev Köhler, Serie La Juventud en las cuencas mineras, “Entrevista a hombre afiliado al PP de la cuenca del Caudal”.

nomía que debía enfocarse hacia la tecnificación, esta no era cuestión baladí. En 1997, desde la cabecera del diario más influyente de la región, La Nueva España, se trasladaba, al tiempo que se creaba opinión, la urgencia y necesidad de romper con el pasado:

Ahora más que nunca, Asturias no puede continuar gastando sus fuerzas luchando solo por mantener los sectores primarios y por obtener más subsidios (…) Algunos asturianos ya estamos hartos de oír siempre lo mismo y a los mismos: lamentarse de lo que consideran son los problemas de Asturias, reivindicar lo que tenemos y ya no vale y luchar por más subsidios. (…) necesitamos iniciar un camino opuesto al que venimos siguiendo en las últimas décadas. Nuestra economía primitiva y de monocultivo ya no vale. Es un lastre para Asturias y para los asturianos que se obstinan en que la solución es más de lo mismo (…) La dependencia excesiva del sector público y de sus subsidios que además nos han impregnado una cultura sin capacidad creativa y de riesgo con la que es preciso romper21.

Hacia los mineros en activo y hacia los prejubilados, pero sobre todo hacia sus organizaciones sindicales, extraordinariamente fuertes pese al continuado descenso de trabajadores en la mina (de 21.000 mineros en 1990 a los escasos dos millares apenas una década más tarde) se dirigieron aceradas críticas precisamente por responsabilizarlos de seguir perpetuando un modelo industrial fuera de tiempo y lugar. No era solo la propia producción de hulla (que podía obtenerse de forma más barata y con mejor calidad en otros países con menores “exigencias” por parte de los trabajadores), era sobre todo un modelo de relación laboral fuertemente asentada en la fuerza del colectivo y de lo colectivo, donde aspectos como la jornada laboral, los descansos o los salarios pactados en los convenios eran respetados. Una de las técnicas de la Agencia de Desarrollo Local cifraba en “actitudes difíciles de cambiar” la raíz del problema:

Las actitudes son a veces difíciles de cambiar porque son generaciones y generaciones y se tiene una forma de ver la vida... yo creo que aquí se ve la vida de forma diferente al resto de la región, se ve de una forma particular y eso influye en todas las etapas. Sería mejor salir y ver que las cosas no son tan distintas y que uno no es el centro del universo y que también hubo mucho paternalismo al ser la empresa estatal, que soluciona muchos problemas, pero la sociedad ha cambiado y uno tiene que moverse por sí mismo y no esperar que ciertos problemas se los solucionen otros22.

Buena parte de los logros obtenidos por las comunidades mineras habían descansado sobre la fortaleza de un movimiento obrero que, en un proceso sostenido pero imparable, desde los años noventa tiene buena parte de su fuerza fuera del ámbito laboral (los prejubilados) y que además asiste al descrédito de las organizaciones sindicales en cuanto custodias de la preservación y mejora de esos logros. Estos extractos de testimonios son indicativos de hasta qué punto derechos laborales como los que se consiguieron en la minería son vistos como “privilegios”, que las generaciones más jóvenes deben erradicar, ya que actuarían en detrimento de la innovación y de la capacidad para el emprendimiento y el esfuerzo individuales. Sin embargo, como también se infiere de los extractos, el que las referencias comparativas al pasado

21 López, Wenceslao. Asturias, el reto de ganar al futuro. La Nueva España, 14 de enero de 1997. El socialista Wenceslao López sería alcalde de Oviedo, la capital de Asturias, entre los años 2015-2019.

22 AFOHSA, Sección Otros Fondos-Holm-Detlev Köhler, Serie La Juventud en las cuencas mineras, “Entrevista mujer empleada en la Agencia de Desarrollo Local, cuenca del Nalón”.

“funcionarial” y “privilegiado” derivado, ni más ni menos, que de unas condiciones de trabajo reguladas sigan actuando como espejos, permite considerar la latencia de una estructura de sentimiento clave para analizar de forma crítica, lejos de la reducción “simplemente” nostálgica, el contexto posindustrial.

Estamos acostumbrados a la reivindicación laboral, la cual es justa, y trabajamos muchas veces por cuenta ajena, pero no nos damos cuenta que pedimos para nosotros 8 horas que en muchas de las pequeñas empresas sus dueños han acabado con 68 años trabajando 12 horas diarias. No estamos preparaos para el mercao, o sea, pensamos que toda la gente por tener una titulación tiene que tener su despacho... (…) no, porque no es así, o tienes la suerte de que te llamen de Murcia y vas a Murcia como pasó con muchísima gente que está trabajando fuera y tuvo suerte y en qué condiciones, en cambio cuando estamos aquí reivindicamos unas condiciones porque estamos acostumbrados a esa reivindicación a lo largo de muchos años23.

Lo que también subyace en estos testimonios desafía y cuestiona la idea de que el posindustrialismo y la economía neoliberal eran el futuro y este, a su vez, equivalente a progreso, entendido como mejora y avance. A ese respecto, las alusiones y comparaciones con previos y (trasnochados) estándares laborales cuestionan y matizan esa concepción tanto unidireccional como unidimensional de la historia. No se trata de rechazar que los tiempos hayan cambiado y que, naturalmente, ello conlleve una necesidad de adaptación, lo que se ha tratado es de remarcar las implicaciones descalificadoras que han tenido las formas de conceptualizar ese cambio. Como un todo o un nada. Una polarización entre pasado y futuro que demandaba una ruptura radical con lo de antes. La opción entre quedar relegado al pasado o renegar de él, donde cualquier otra posición sería patologizada como nostalgia e inmovilismo apesadumbrado. En ese sentido, una de las dimensiones más desasosegantes del cambio socioeconómico, planteado como un movimiento imparable hacia delante, es que deja al presente en una suerte de “stand by”. Ese presente, que he descrito como de “presente continuo”, se debate entre dar el salto al futuro o anclarse al pasado con el marchamo, generalmente negativo, de que aquellos que lo referencian sean tachados de nostálgicos24.

4. Nostalgia… ¿de qué?

La investigación académica ha venido llamando a la prevención acerca de la “nostalgia de la chimenea”, una idealización y glorificación industrial, cifrada en que todo lo pasado fue mejor, que, además de normalizar lo que en realidad fue un breve periodo de estabilidad y convergencia entre capital y comunidad en el contexto posterior a la IIGM, tendería a relativizar que el trabajo industrial era un trabajo penoso que se hacía porque se pagaba y porque se encontraba cerca del lugar de residencia. En las cuencas mineras las condiciones de trabajo en los pozos dotarían si cabe de más sentido a esta afirmación, habida cuenta de que hasta la constitución de HUNOSA en 1967 la siniestralidad laboral y la silicosis representaban una realidad tan dra

23 AFOHSA, Sección Otros Fondos-Holm-Detlev Köhler, Serie La Juventud en las cuencas mineras, “Entrevista a hombre afiliado al PP de la cuenca del Caudal”.

24 Clarke, J. (2015). Closing time: deindustrialization and nostalgia in contemporary France. History Workshop Journal 79(1), pp. 107-125.

mática como cotidiana25. La mejora en las condiciones de trabajo, sin embargo, no excluía el hecho de que el minero era un laboreo que conllevaba, por sus especiales características, unos riesgos impredecibles: “Ser de familia minera tamién implicaba vivir a golpe de sustu. A golpe de accidente, a golpe de muertos. Tiéneslos en la familia continuamente”26.

Así sintetiza la escritora Vanessa Gutiérrez, nieta e hija de mineros una infancia y adolescencia marcadas por el accidente laboral de su padre y el continuo peregrinar familiar por hospitales. Es por ello que lo que los mineros tienden a tener en común, dentro de una particular y si se quiere ambigua y contradictoria relación de amor-odio con la mina, es una muy poco romántica visión del trabajo. La solución más simple, por tanto, concluiría en un resultado que no podría glorificar ni anhelar la dureza, la peligrosidad o unas extremas condiciones de trabajo. A tenor de estas referencias cabe preguntarse ¿era en realidad ese el pasado que los nostálgicos de la chimenea se empecinaban en perpetuar? ¿Acaso los mineros y su entorno resultaban ser tan “simples” como para anhelar este trabajo para sí y para sus familias o más bien trataban -y tratan- de reivindicar y poner en valor la identidad, la solidaridad, el sentido de lo colectivo que emanaba de su cultura del trabajo, el respeto, el orgullo y si se quiere, un cierto orden moral?

Hubo gente que dejó la mina, y sobre todo cuando alguien queda enterrau y como consecuencia de eso pues el compañero murió, pues sí hay gente, pero tiene algo diferente, no sé lo que es… aparte del esfuerzo físico, crea otros lazos, lazos con la mina, con los propios compañeros, quizá sea por eso, por el espacio tan reducido y que crea ese vínculo. Y compañeros que tengo que dicen: “yo allí no vuelvo…”, pero volverían a ser mineros… no sé…27.

Como este minero ya jubilado, no son pocos los trabajadores que destacan como dignos de ser recordados otros aspectos vinculados a la extracción del carbón. En ese sentido habían sido precisamente unas condiciones duras las que habían labrado entre los mineros, y de estos con sus comunidades, unos lazos invisibles que los unían y reforzaban solidariamente ante la desgracia compartida en espacios que, no debe olvidarse, eran de monocultivo productivo28. Del mismo modo que una suerte de desidia vital habría convertido a los mineros en la vanguardia de un movimiento obrero que reclamaba la mejora del entorno laboral y comunitario, una óptima retribución salarial o representantes legitimados por ellos mismos. En dictadura ello había supuesto represión, cárcel o, en el mejor de los casos, la pérdida del empleo. En democracia, la consolidación de unos estándares laborales y de exigencia sindical que el nuevo paradigma posindustrial estaba no solo demonizando sino relegando a un pasado que peyorativamente era tachado de extemporáneo, anacrónico y, en fin, un lastre.

En el contexto del prolongado proceso de declive en las cuencas mineras y de tránsito hacia otro modelo productivo, el alcance de esta transformación conllevaba no sólo la mutación (si no fallida, si incompleta) de las bases económicas, sino de buena parte de los fundamentos de

25 Díaz Martínez, I. (2020). De la mobilisation à la création de l`Institut national de la silicose des Asturies, Espagne. Le développement de la securité au travail dans le secteur minier pendant le franquisme. En Health down in the mine. Stakeholders and Healthcare systems. Centre Historique Minier a Lewarde, pp. 128-135.

26 AFOHSA, Sección Entrevistas, Serie Memorias Culturales de la Industria, “Testimonio Oral de Vanessa Gutiérrez”.

27 AFOHSA, Sección Entrevistas, Serie Culturas del Trabajo, “Testimonio Oral de José Luis Soto”.

28 Devillard, M. J. (1997). Ye una cadena. Minería y estrategias de reproducción social. Antropología. Revista de pensamiento antropológico y estudios etnográficos (13), pp. 103-119.

índole más abstracta que habían enraizado entre trabajadores y comunidad y habían alumbrado esa cultura del trabajo característica de buena parte de los espacios mineros del mundo occidental. Solidaridad, sentido de lo colectivo, orgullo del oficio y firme creencia en que el trabajo minero, “su” trabajo, había sido determinante en el despegue no solo de sus propias comunidades, sino de sus países. En el caso asturiano, además, con el añadido de que esa riqueza había facilitado que en la aislada y pobre España del primer ventennio de dictadura, se contara con una fuente de energía propia. No obstante, desde los finales años ochenta, la actividad se considera trasnochada e impropia de un país ya plenamente integrado en Europa y, no menos relevante, los mineros y sus “cuitas” laborales “abusos” de un colectivo empecinado en sostenerlas.

Mi argumento en este punto reside en el hecho de que, habida cuenta de que el proceso de desmantelamiento del sector se pactó con excelentes medidas para trabajadores y una no menor dotación económica para las cuencas, la “nostalgia de la chimenea” tendría más de frustración e impotencia ante el hecho de que todo el bagaje de códigos, comportamientos, repertorios de acción y movilización de que se había valido el movimiento obrero y que lo habían aupado como un movimiento determinante para el cambio social fueran demonizados. Una demonización muy útil para los postulados del neoliberalismo conservador, en tanto que sentaría así las bases de un pasado pretendidamente apolítico que relegaría del debate la posibilidad de una nostalgia militante y comprometida que reivindicara los valores y culturas del trabajo.

Si había “nostalgia de la chimenea” era sin duda por el cuestionamiento de esos valores. La dimensión política en este punto resultaba doblemente desalentadora, si por una parte había un lamento por cómo se iban marginando ideas, creencias o, en fin, toda una serie de esquemas y normas que habían contribuido a forjar la identidad obrera, por otra subyacía la impotencia ante la realidad de la transformación posindustrial en curso:

Es la parte intangible, es la parte que no se ve porque es verdad que las minas de carbón van cerrando, pero parece que siempre se habla como de la parte negativa. Desde otras partes de Asturias las cuencas mineras tienen como ese cliché de lo feo, lo sucio… que ha cambiado mucho con los años, pero es verdad que siempre se habla de lo feo, lo sucio, los sindicatos, las huelgas. Siempre se nos asocia con problemas, con incomodidades que causamos a otros, pero desaparece este mundo y desaparecen muchas cosas buenas que tenía. El mundo de lo colectivo, había una combatividad y una conciencia de clase que ayudaba a que el nivel de vida aumentara y a conseguir conquistas sociales y todo esto pasa más desapercibido y parece que lo tapan siempre las críticas en plan “llegó dinero de Europa y no se aprovechó, no sé que fabrica cierra, tal mina cierra…” siempre se habla de lo malo, lo malo y esto parece que nos va enterrando casi como una escombrera y yo me niego a aceptar esta versión tan oscura, porque es verdad que en las cuencas mineras teniendo sus barriadas obreras que a lo mejor no son tan bonitas ni tan turísticas como las del oriente de Asturias, se hizo trabajo sucio, mucha gente, a nivel colectivo hizo mucho trabajo sucio que hoy pasa desapercibido, pero había una conciencia de clase y de lo colectivo que es triste que desaparezca29.

Más que una idealización acrítica del pasado, lo que proyecta este extracto del testimonio de Alfonso Zapico es una interpretación reflexiva que demanda un abordaje de la nostalgia desde

29 AFOHSA, Sección Entrevistas, Serie Memorias Culturales de la Industria, “Testimonio Oral de Alfonso Zapico”.

aproximaciones más sutiles y complejas. A ese respecto, las investigaciones que en los últimos años han reconsiderado tanto las narrativas como los discursos y representaciones sobre la transformación posindustrial son coincidentes a la hora de rechazar el espectro del sentimiento nostálgico como intrínsecamente enfermizo y retrógrado, remarcando que, en todo caso, este opera como reflejo de un presente fragmentado por su yuxtaposición a un pasado en apariencia estable y entendible30. Fue Fred Davis quien en Yearning for yesterday constató que junto a la nostalgia simple, que mantiene que las cosas en el pasado eran simplemente mejores, operaría una nostalgia reflexiva, expresada en las narrativas mediante un cuestionamiento activo que trascendería el mero sentimentalismo31. Planteamientos similares a los sostenidos por Svetlana Boym, quien distingue entre una nostalgia restaurativa, que encierra una postura crítica, pero pasiva, y otra que implica un acusado vínculo con el significado del pasado32. Esto último es lo que subyace en el testimonio de un grupo de sindicalistas recogido en el año 1994:

La cultura minera embrutece, es cierto… antes toqué el tema de la solidaridad entonces ¿qué sucede? Cuando se empieza a trabajar en la mina hay unas normas de funcionamiento de nuestros antepasados. Esas normas generan simpatía, generan solidaridad, compañerismo, entonces es el aspecto más primitivo, primitivo por la brutalidad porque el propio trabajo es así, conlleva que los mineros durante muchos años fueran capaces de luchar todos a una….entonces algo sí está cambiando, se retrocede más en la solidaridad. Además parejo a que la gente tenga más cultura, esté más capacitada, más preparada se vuelve más fría, más apática, más individual (…) Eran brutos, tenía poca cultura, pero tenían claro en la posición en la que estaban, el trabajo de los mineros, y con una cultura minera, una cultura llena de pueblo, cultura minera, idiosincrasia minera, es la palabra que empleamos… y esta gente fue capaz de desarrollar unas mejoras sociales y laborales para los mineros que los que estamos hoy aquí disfrutamos. Entonces de lo que se trata es que la gente que estamos ahora aquí y tenemos más cultura tenemos que mirar más para atrás… Aquel esfuerzo costó vidas humanas. Hay que tenerlo en cuenta porque de ello dependerá lo que seamos para el futuro, para la gente de las cuencas, para nuestros hijos33.

Frente al estereotipo de la nostalgia reaccionaria o simple, del extracto anterior se desprende que no se busca sin más un retorno al pasado, sino poner en valor los logros y buscar en él referentes morales y, sobre todo, una reafirmación de la validez de los mismos ante los discursos y narrativas que los desprecian o no les encuentran cabida en el presente.

5. Nostalgia del futuro. A modo de conclusiones.

Además de ampliar el foco sobre el concepto de la “nostalgia de la chimenea” y sugerir que otras aproximaciones también pueden tener cabida, las narrativas que se han seleccionado en estas páginas pueden ser vistas como representación de una estructura de sentimiento que

30 Strangleman, T. (2012). Work identity in crisis? Rethinking the problem of attachment and loss at work. Sociology, pp. 1-15.

31 Davis, F. (1979). Yearning for Yesterday. A Sociology of nostalgia. The Free Press.

32 Boym, S. (2015). El futuro de la nostalgia, Antonio Machado Libros [2001].

33 AFOHSA, Sección Otros Fondos-Holm Detlev Köhler, Serie Asturias: el declive de una región industrial, “Entrevista grupal a sindicalistas de CC.OO. y del SOMA-UGT en el pozu Candín”.

continúa volviendo al pasado en busca de significados. Al tiempo que se detecta un lamento por estar asistiendo a un proceso por el que una serie de valores se van volviendo residuales, hay una resistencia a que se diluyan:

En el momento en que tú te hipotecas...yo creo que eso ta bastante reñío con el que luego tú luches...quiero decir, cuando tienes que pagar tolos meses una letra de 50.000 o 100.000 pts, pues claro...eso amárrate mucho a la hora de ir a protestar…Yo creo que todo un poco y sobre todo la sociedá ahora mismo que nos lleva...como que nos están bombardeando continuamente de ser los mejores en todo y a nivel individual, tan perdiéndose valores como la solidaridad o el compañerismo... en una zona como ésta encima, que siempre tuvimos fama precisamente de eso34.

En ese sentido, la ausencia de una ruptura con códigos, comportamientos o valores interiorizados y socializados en las cuencas mineras resulta especialmente significativa si se tiene en cuenta que los pozos ya han sido clausurados y los pueblos y sus, un día populosas, barriadas pierden irremediablemente población año tras año. Aunque quienes en ellas residen ya no viven de la mina, las cuencas siguen siendo mineras con todas las luces y las sombras. Es este un aspecto que encierra notables implicaciones para la memoria individual y colectiva y, por lo tanto, para la construcción de narrativas. Abordarlas obliga a tomar en cuenta la dilatada extensión del proceso de declive, las peculiaridades de que se revistió (de forma “no traumática” mediante prejubilaciones y fondos mineros) y, no menos relevante, que el proceso desindustrializador compartirá el espacio transicional hacia una economía y sociedad posindustriales. Del mismo modo, obliga a matizar que los relatos que dan forma a esas narrativas son selectivos, pero que en todo caso informan más del presente en el que son relatados que de un pasado que no puede sin más despacharse como “simplemente” nostálgico35.

Se trata de testimonios que operan como almacenes de memoria contemporánea que no preservan de manera transparente u objetiva el pasado, pero que son valiosas fuentes para repensar tanto los enfoques como el significado de la pérdida industrial y capturar las tensiones irresueltas de índole política, cultural y social que esta trajo aparejadas. Así, más que plasmar una mera transmisión de las generaciones precedentes, lo que subyace es un requerimiento o interpelación sobre el pasado en busca de herramientas con las que afrontar los retos e incertidumbres actuales36. No son miradas nostálgicas “reaccionarias”, ni simples o acríticas, despachadas con que todo lo pasado fue mejor, sino que buscan tanto un reconocimiento de los logros del pasado como su puesta en valor. Indudablemente, no es tarea sencilla, como se trasluce del testimonio de José Luis Soto, minero ya jubilado y activo dinamizador de la Sociedad Cultural y Minera Santa Bárbara de Mieres:

Estoy orgulloso de ser de familia minera, y ahora más que nunca, porque de alguna manera lo estamos perdiendo. Estamos perdiendo esa capacidad de reivindicación y de colectivo. Yo me siento orgulloso de pertenecer a un colectivo reivindicativo y con ganas de dar guerra y orgullosu de lo que ye. Y si algo tacho a estes Cuenques ye

34 AFOHSA, Sección Otros Fondos-Holm Detlev Köhler, Serie La Juventud en las cuencas mineras, “Entrevista mujer empleada en FOREM”.

35 Smith, L. (2017). Nostalgia for the future: memory, nostalgia and the politics of class. International Journal of Heritage Studies nº 23 (7), pp. 612-627.

36 Vega García, R. (2018). Looking back: representations of the industrial past in Asturias. En Wicke, C., Berger, S. y Golombeck, J. (Eds.). Industrial Heritage and Regional Identities. Routledge, pp. 32-55.

que nunca se trasladó esta forma de ser a las nuevas generaciones, de dónde venimos. No debemos olvidar quién somos y lo que hicimos para estar ahora aquí. Yo creo que falla esa trasmisión de la historia que tenemos, porque todos te decían: “mi hijo no va a ir a la mina porque se pasó muy mal”. Sí se pasó mal, en aquella época la vida de un minero no valía nada, lo que valía el carbón, se pasó muy mal, pero a base de lucha, de huelgas, se consiguió cierto estatus. Los mineros dentro de los obreros tienen un estatus porque se lo ganaron a base de sudor y sangre.(…) Esto era un monocultivo de trabajo que era la mina y alrededor vivían comerciantes, transportistas… toda la sociedad vivía alrededor de eso, y por el mero hecho de no haber trasladao esa historia a las generaciones de ahora o las generaciones futuras por eso hay gente que está en contra de que nosotros estemos prejubilaos, de les huelgues. Porque a esa gente que está en contra de ello nadie les dijo: “España se calentó con el carbón de Asturias y de les Cuenques y se hizo electricidad con ese carbón y gracies a eso también tuvieron unos derechos los trabajadores. (…) Es que esto se acaba, pero ¿Qué va a pasar el viento por encima y lo va a borrar todo y de aquí partimos ya con otra historia? ¿Sin considerar lo que tenemos? A la gente de les Cuenques le falta autoestima y le sobra resignación37.

Lejos de caer en la idealización del pasado, la nostalgia aparece estrechamente ligada a una memoria de derrotas, pero también de conquistas que mueven a la resistencia para impedir la disolución de aquellos aspectos que apelan a la fuerza de lo colectivo y solidario. No ofrecen una simple glorificación de un viejo orden social y económico. Las minas y el entorno social que las rodeaba, del que se nutría y al que nutría al mismo tiempo, permanecen como espacios ambivalentes que unos aman y otros odian, pero donde lo que prevalece es la idea de la integración social, de la solidaridad de clase, de lo colectivo.

Las referencias a los logros y los códigos solidarios que dieron forma a la cultura del trabajo minero permanecen, constatando la vigencia de una estructura industrial de sentimiento, el pulso vital de una época, que había también conformado modos de vida y que subyacen a pesar de la extinción de la actividad laboral, a pesar incluso de la cuestionable conducción del proceso de cierre y desmantelamiento industrial. Esa estructura de sentimiento se mueve entre la reivindicación de la épica de las luchas y la rememoración de la dureza de las condiciones de vida y trabajo, que en el caso de la minería tiene el componente de la siniestralidad laboral y la silicosis como recursos muy presentes. No pocos encuentran en esa épica y en esas luchas una fuente de orgullo que reivindicar, pero también una suerte de bastión frente a la incertidumbre y los problemas y retos del presente. También, una notable frustración a la hora de preservar lo que sus antepasados lograron, como transmite la artista Natalia Pastor:

Hay un punto de nostalgia. De lo que fue en todos los niveles, pero también hay otra parte de decir: Qué hay que hacer aquí; aquí hay que buscar una salida”. Ye verdad que lo peor de todo, o lo que se percibe ye esa imagen de la incertidumbre. Pero una incertidumbre que se prolonga y se prolonga y esa transformación tan lenta que vas viendo y que dices tú: “¿hasta dónde vamos a llegar?” Ye una agonía y resulta durísimo, pero por otra parte ye esa imagen de la resistencia. Si esto fue una comunidad luchadora pues habrá que buscar por dónde tirar, lo que pasa que ye

37 AFOHSA, Sección Entrevistas, Serie Culturas del Trabajo, “Testimonio Oral de José Luis Soto”.

muy complicao porque a la vez que hay esa tradición de lucha hay también ya una dejadez38.

La profunda transformación de las estructuras socioeconómicas trajo aparejada una crisis de los valores propios de la cultura obrera, dentro de un proceso en el que las pervivencias se entremezclan con las rupturas. Las entrevistas muestran la sombra del pasado, el recuerdo idealizado de grandes luchas en contraste con la actual sensación de derrota y cierto complejo de inferioridad por no estar a la altura de generaciones anteriores:

Estamos viviendo con los créditos de esa lucha. Si se levantasen los paisanos de antes a nosotros nos dan unos hachazos detrás de las orejas, porque no solo no llevamos la directriz de ellos de ir consiguiendo más, sino que ni siquiera somos capaces de mantener muchas cosas que ellos consiguieron39.

A menudo esta visión viene acompañada de una crítica a las redes de poder en torno a las ayudas públicas y la corrupción. Las identidades obreras y de clase han sido en gran parte disueltas por una realidad profundamente transformada. Aunque el pasado sigue actuando como un referente, las condiciones en que se desenvuelven trabajadores y comunidad en el siglo XXI ofrecen escaso margen para reproducir los esquemas heredados, generando respuestas contradictorias y resignificando vínculos solidarios e identidades colectivas.

La gente se fue acomodando, porque la mayor parte los derechos que tenemos ya nos los habían dado nuestros abuelos y nuestros padres y entonces como todo ya lo teníamos hecho, poco nos quedaba ya que conquistar. (…) La gente de mi generación ya no tuvo huelgas de seis meses como tenían antes (…) aparte, la mentalidad, porque te machacan por televisión: hacer una huelga y salir a la calle es ponerte de gamberro y estar enfrentado a la policía (…). Me atrevería a decir, aunque algunos me dieran con un garrote en la cabeza y aunque fueran los menos, que ahora mismo es un asco. Se han perdido la mayoría de los valores que había antes y creo que es una pena. No solo en la mina sino en toda la clase trabajadora española. Tenemos unos antecedentes, la Revolución del 34… tenemos unos antecedentes de lucha sobre todo en esta Comunidad Autónoma40.

§

38 AFOHSA, Sección Entrevistas, Serie Memorias Culturales de la Industria, “Testimonio Oral de Natalia Pastor”.

39 AFOHSA, Sección Otros Fondos-Holm Detlev Köhler, Serie Asturias: el declive de una región industrial, “Entrevista grupal a mineros prejubilados de la cuenca del Nalón”.

40 AFOHSA, Sección Otros Fondos-Holm Detlev Köhler, Serie Asturias: el declive de una región industrial, “Entrevista minero de Mieres que ingresa en 1990”.

Referencias

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Irene Díaz Martínez. Doctora en Investigaciones Humanísticas y especialista en metodología de la Historia Oral siendo coautora del Inventario de fondos del Archivo de Fuentes Orales para la Historia Social de Asturias/AFOHSA (Asturias, Trea, 2012). Sus líneas de investigación se han focalizado en el estudio del movimiento obrero, la violencia política y los procesos de memoria. Actualmente trabaja sobre la memoria de la desindustrialización en Asturias. Forma parte del Grupo Internacional de Investigación “Historical Cultures of Labour Under Conditions of Deindustrialisation” adscrito a European Labour History Network.v Ha coeditado el libro Desindustrialización: memoria, patrimonio y representaciones (Asturias, 2022). Es autora de Vanguardia Obrera e insurrección firmada. La huelga de 1963 y las contradicciones de la dictadura franquista (Gijón, 2006) y Miner@s (Gijón, 2014) y coautora de las obras Asturias, 70 años, 70 voces. Testimonios y memorias de una guerra (Oviedo, 2007), Abogados contra el franquismo (Barcelona, 2013) y Los xugos pa xuncir, les fleches pa pinchar (Guadalajara, 2013). Entre sus colaboraciones en obras colectivas destacan los artículos publicados en la monografía “El movimiento obrero en Asturias durante el franquismo, 1937-1977 (Asturias, 2013), así como los volúmenes Materiales para el estudio de la abogacía antifranquista, I y II (Madrid, 2010 y 2011). Ha formado parte también de proyectos de investigación I+D+i “Culturas del Trabajo en Asturias” (2009-2013) y “Cambio sociocultural, memoria, patrimonio e identidades en contextos de desindustrialización” (2018-2020).

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Fecha de recepción: 19/07/2022

Fecha de aceptación: 01/10/2022

ISSN: 1889-1152. DOI: 10.1344/segleXX2022.15.11

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Revista catalana d’història 15 (2022), 213-231

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Revista catalana d’història 15 (2022), 213-231

ISSN: 1889-1152. DOI: 10.1344/segleXX2022.15.11

Revista catalana d’història 15 (2022), 213-231

ISSN: 1889-1152. DOI: 10.1344/segleXX2022.15.11

Revista catalana d’història 15 (2022), 213-231

ISSN: 1889-1152. DOI: 10.1344/segleXX2022.15.11

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ISSN: 1889-1152. DOI: 10.1344/segleXX2022.15.11

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