Antonio Fco. Canales Serrano
Dpto. de Estudios Educativos Universidad Complutense de Madrid antcanal@ucm.es https://orcid.org/0000-0002-7035-1194
Resumen
Este artículo estudia la actuación del reputado historiador de la educación Brian Simon al frente del Comité Nacional Cultural del Partido Comunista de Gran Bretaña.Tras la crisis provocada por la invasión de Hungría por la urss en 1956, Si- mon se puso al servicio del partido para contrarrestar los efectos del nacimiento de la New Left. En 1957 entró en el Comité Nacional Cultural junto con James Klug- mann y Arnold Kettle, y lo dirigió a partir de 1962. Al frente del grupo intelectual conocido como los “humanistas socialistas”, Simon lideró la renovación ideológica del comunismo británico a lo largo de los años sesenta, desde la ortodoxia estalinis- ta hasta posiciones cercanas al eurocomunismo. Un hito en esta evolución ideoló- gica fue la publicación en 1967 de “Questions of Ideology and Culture”.
Palabras clave: comunismo, intelectuales, política cultural, Partido Comunista de Gran Bretaña, Brian Simon
Fecha de recepción: 15/07/2023 Fecha de aceptación: 21/09/2023
ISSN: 1889-1152. DOI: 10.1344/segleXX2023.16.5
Resum
Brian Simon i el Comitè Nacional Cultural del Partit Comunista de Gran Bretanya
Aquest article estudia l’actuació del prestigiós historiador de l’educació Brian Simon al capdavant del Comitè Nacional Cultural del Partit Comunista de Gran Bretanya. Després de la crisi provocada per la invasió d’Hongria per l’urss el 1956, Simon es posà al servei del partit per a contrarestar els efectes del naixement de la New Left. El 1957 entrà en el Comitè Nacional Cultural al costat de James Klug- mann i Arnold Kettle, i el dirigí a partir de 1962.Al capdavant del grup intel·lectual conegut com els “humanistes socialistes”, Simon va liderar la renovació ideològica del comunisme britànic al llarg dels anys seixanta, des de l’ortodòxia estalinista fins a posicions pròximes a l’eurocomunisme. Una fita en aquesta evolució ideològica va ser la publicació, el 1967, de “Questions of Ideology and Culture”.
Paraules clau: comunisme, intel·lectuals, política cultural, Partit Comunista de Gran Bretanya, Brian Simon
Abstract
Brian Simon and the National Cultural Committee of the Great Britain Communist Party This article studies the activity of the renowned education historian Brian Si- mon as chairman of the National Cultural Committee of the Communist Party of Great Britain. Following the crisis provoked by the 1956 ussr invasion of Hungary, Simon put himself at the service of the party to counteract the effects of the birth of the New Left. In 1957 he joined the National Cultural Committee alongside James Klugmann and Arnold Kettle, and led it from 1962. At the head of the in- tellectual group known as the “Socialist Humanists”, Simon led the ideological renewal of British communism throughout the 1960s, from Stalinist orthodoxy to positions close to Eurocommunism. A milestone in this ideological evolution was
the publication in 1967 of “Questions of Ideology and Culture”.
Keywords: communism, intellectuals, cultural policy, Great Britain Communist Party, Brian Simon
§
El presente artículo aborda el estudio del Comité Nacional Cultural del Partido Comunista de Gran Bretaña desde 1962 hasta 1976, periodo en el que lo presidió Brian Simon. La investi- gación responde a un doble objetivo. Por un lado, desvelar una faceta poco conocida de una fi- gura de referencia para el campo de la historia de la educación como es Brian Simon; por otro, estudiar la evolución de las posiciones culturales e intelectuales comunistas en Gran Bretaña.
Brian Simon (1915-2002) es la principal figura de referencia de la historia de la educación británica, y por extensión internacional, de la segunda mitad del siglo xx. A partir de 1960 publicó una serie de cuatro libros sobre la historia de la educación británica que fueron claves en la renovación de la historiografía educativa. Asimismo, desde su cátedra en la Universidad de Leicester contribuyó a la conformación institucional del campo: lideró la creación de la Sociedad de Historia de la Educación del Reino Unido (hes) y la presidió de 1972 a 1975, ade- más de estar en el origen de los congresos internacionales ische en los años setenta. A finales de esta década presidió también la Asociación Británica de Investigación Educativa (bera).1 Se trata, pues, de una figura de una relevancia extraordinaria para la historiografía de la educación,
1 McCulloch, G., Canales, A.F. y Ku, H.Y. (2023). Brian Simon and the Struggle for Education. ucl Press, 1-4.
objeto de numerosos reconocimientos y estudios, que, sin embargo, no ha sido investigada en todas sus dimensiones. Este artículo se centra en desvelar una de estas facetas menos conocidas: su implicación orgánica en el Partido Comunista de Gran Bretaña.
La adscripción marxista de Simon era pública y, de hecho, este enfoque fue uno de los principales atractivos de su obra.También era conocida su militancia en el Partido Comunista hasta fechas tardías. Sin embargo, no lo era en absoluto el grado en que estuvo implicado en la vida orgánica del partido. En gran medida, este desconocimiento se debe a los velos que el propio Simon corrió sobre la cuestión en las dos versiones de su autobiografía, la publicada en 1998 y el borrador, mucho más extenso, de principios de los años noventa que se conserva en el archivo del Institute of Education de Londres.2
En realidad, Simon nunca escondió su militancia comunista; lo que hizo fue edulcorarla enmarcándola en esa atmósfera cautivadora del mítico Cambridge de los años treinta carac- terizada por el apoyo a la República española y la lucha antifascista que nos han transmitido multitud de novelas y películas. De hecho, Simon constituye en sí mismo una pieza prototí- pica de esta narrativa, pues fue uno de esos jóvenes aristócratas formados en una public school que a mediados de los años treinta llegó nada menos que al Trinity College, el principal foco del comunismo en la universidad, y tuvo relación con los famosos espías de Cambridge.3 Si- mon relata en su autobiografía no publicada cómo Donald Maclean apareció un día en su habitación para invitarle a unirse al partido y que conoció a Guy Burgess y especialmente a Anthony Blunt, el cuarto hombre, conservador de arte de la reina, con el que viajó a Leningrado en 1937 y quien, según Andrews, le habría propuesto enrolarse como espía al servicio de la urss.4 Simon, por tanto, no era uno más de los que inhalaban esa atmósfera, como en el fondo fue Hobsbawm, quien llegó después y era extranjero, sino uno de sus protagonistas junto con otros jóvenes aristócratas que impugnaban la injusticia del sistema que les estaba formando para dirigir el mundo a través de una educación propia de filósofos y reyes, en formulación de Gary McCulloch.5 Para Simon, su militancia comunista fue un compromiso ético, en un sentido kantiano: hizo lo que tenía que hacer, y además estuvo bien.
Lo que ya no cuenta Simon es que, después de esos años míticos, siguió vinculado al partido en los grises cincuenta e incluso después de la gran crisis de 1956 que llevó a muchos de sus camaradas a abandonarlo para fundar la New Left.Tampoco explica que, a diferencia de ellos, cerró filas en torno al partido como un militante disciplinado y se puso a su servicio para des- empeñar un papel determinante en la estrategia intelectual dirigida a contrarrestar el desafío de esa nueva izquierda. Hoy en día sabemos, además, que Simon fue una de las principales fuentes de financiación del partido, pues donó importantes cantidades a lo largo de los años cincuenta y la considerable fortuna heredada de su padre en los sesenta.6
Es esta una historia relevante que merece ser estudiada más allá del personaje, en la medida en que nos conduce directamente a los grandes debates intelectuales y culturales del comunis- mo británico y a su acelerado proceso de renovación durante los años sesenta. De hecho, las obras clásicas sobre el Partido Comunista británico coinciden en señalar el papel del comité
2 Simon, B. (1998). A Life in Education. Lawrence & Wishart. Simon, ioe Archives, sim/4/5/2/16 [autobiografía no publicada], cap. 9, Politics and the Communist Party.
3 McCulloch, G. (2010).A people’s history of education: Brian Simon, the British Communist Party and Studies in the History of Education, 1780-1870. History of Education (39:4), 437-457 y 441.
4 Andrews, G. (2015). The Shadow Man: At the Heart of the Cambridge Spy Circle. i.b.Tauris.
5 McCulloch, G. (1991). Philosophers and Kings: Education for Leadership in Modern England. Cambridge University Press.
6 McCulloch, G. et al. (2023). Brian Simon… Op. cit., 72-73.
cultural y de los intelectuales que lo dirigían en esta evolución.7
La lucha ideológica
La contraofensiva intelectual de 1957
En abril de 1957 Brian Simon fue nombrado miembro del Comité Ejecutivo del Partido Comunista de Gran Bretaña (cpgb), situado un grado por debajo del máximo órgano de di- rección del partido, el Comité Político.8 La fecha resulta muy significativa, pues su elección se produjo en el convulso XXV Congreso Extraordinario, marcado por la devastadora crisis que asoló al cpgb tras la invasión de Hungría por la urss en 1956.9 En ella, el partido perdió un cuarto de su militancia y, más grave aún si cabe, su hegemonía ideológica sobre la izquierda marxista tras el nacimiento de la New Left. En esta dramática tesitura, Simon siguió la trayec- toria inversa de aquel grupo de intelectuales que se había ido desencantando desde finales de la guerra mundial. En lugar de apoyar en su abierto desafío ideológico a los pocos que quedaban en el campo comunista, Simon optó por cerrar filas y, como militante disciplinado, ponerse al servicio del partido en uno de sus peores momentos.
Simon formaba parte del reducido grupo de intelectuales con los que el partido podía contar en su intento de responder al desafío planteado por la New Left y tratar de recuperar, al menos en parte, el prestigio y la influencia perdidos. Ese era el objetivo de la nueva revista teórica del partido, Marxism Today, creada tres semanas antes del XXV Congreso Especial.10 Aunque finalmente no llegó a incorporase, Simon figuraba entre los nombres que se baraja- ron para ese núcleo duro de confianza que había de dirigir la nueva publicación, junto con su esposa —Joan—, James Klugmann, Arnold Kettle, Alan Bush, Maurice Cornforth y John Lewis, entre otros. Este plantel incluía a alguna de las personas que le iban a acompañar en su labor durante las dos décadas siguientes y con las que había consolidado una sólida red de conocimiento y amistad desde los tiempos de Cambridge, e incluso antes. James Klugmann, intelectual oficial del partido y editor de la nueva revista, fue el introductor de Simon al co- munismo en Cambridge y antes había compartido internado (Gresham’s) con él y con su her- mano Roger. Maurice Cornforth, el director de la editorial del partido Lawrence & Wishart, era el cuñado de Klugmann. Otros miembros de la red de compañeros de Cambridge eran el profesor de crítica literaria de Leeds Arnold Kettle, cuya mujer, Margot Gale, fue la secretaria de Simon al frente de la Unión Nacional de Estudiantes (nus). Figuraban también en esta red George y Betty Mathews y Jack Cohen, que se convirtieron en trabajadores del partido.11
La reactivación del Comité Nacional Cultural fue el segundo frente de esta estrategia ofensiva en el plano intelectual tras la crisis de Hungría. En mayo de 1957, con los nombramientos de Brian Simon, James Klugmann y Arnold Kettle,12 desembarcaba en el comité el núcleo intelectual que había de sacarlo de su postración e imprimirle un nuevo rumbo. Este grupo de intelectuales,
7 Callaghan, J. (2003). Cold War, Crisis and Conflict:The cpgb 1951-68. Lawrence & Wishart, 115-116. Andrews, G. (2004). End- games and New Times:The Final Years of British Communism, 1971-1991. Lawrence & Wishart, 75-81.
8 Labour History Archive and Study Centre (People’s History Museum) (lhasc), cp/cent/ec/4/5,Actas de ec, Londres, 11-12
de mayo de 1957.
9 Callaghan, J. (2003). Cold War… Op. cit., 76-77.
10 lhasc, cp/cent/ec/4/7, Proposals for new theoretical journal, 3 de abril de 1957.
11 Simon, B. (1998). A Life… Op. cit., 10, 33 y 70.
12 lhasc, cp/cent/ec/4/8, Actas del ec, 11-12 de mayo de 1957.
a los que Andrews se refiere como “humanistas socialistas”, desempeñó un importante papel en la renovación ideológica del partido en la década siguiente al ofrecer su apoyo y cobertura a las tres fuerzas que desafiaban la ortodoxia heredada del estalinismo: jóvenes, estudiantes y feministas.13 Estas alianzas perfilan en retrospectiva a Simon como el nexo de unión entre los ideales de los años treinta y la explosión renovadora de los años setenta en una desconocida y poco valorada travesía del desierto a través de los oscuros años del estalinismo y su legado.
El Comité Nacional Cultural
El Comité Nacional Cultural (ncc) era uno de los seis subcomités que asesoraban al Comité Ejecutivo del partido en materias específicas (internacional, mujer, juventud, economía y servi- cios sociales).14 El comité había sido creado en 1947 para llevar adelante la lucha cultural por el socialismo bajo la dirección del joven economista Sam Aaronovitch,15 pero pronto se hicieron evidentes las dificultades para mantener a los profesionales de la cultura y el pensamiento en el marco de la ortodoxia del partido. El grupo de científicos, liderado por el destacado bioquímico y genetista John Haldane, se disolvió ya en 1949 por la negativa a aceptar las teorías de Lysenko. También en el ámbito cultural, la política oficial del realismo socialista provocó el abandono de muchos escritores y artistas y la desaparición de la revista Arena en 1952. Por el contrario, el grupo de historiadores mantuvo una continuidad productiva y exitosa y consiguió una notable influencia en su campo a través de líneas de trabajo y nuevas revistas como Our History y Past and Present (1952), que contribuyeron de manera decisiva al reinado de la historia social.16
A lo largo de los años cincuenta, la situación del comité no hizo más que agravarse. El con-
tinuo drenaje de colaboradores se convirtió en una abierta hemorragia tras la crisis de 1956. La disolución o parálisis de los grupos especializados se veía además agravada por la falta de lideraz- go. En 1955 Sam Aaronovitch había sido sustituido por William Wainwright, quien poco después pasó a ser secretario del secretario general del partido. De ahí que el comité recurriera en 1959 a Nora Jeffery, organizadora de la Liga de Mujeres Comunistas y profesora de secundaria.17
En este contexto crítico, Simon, que acababa de publicar su obra Studies in the History of Education, 1780-1870, se perfilaba como una referencia para el partido en el campo intelectual. Al menos eso parece indicar el hecho de que se le confiara una ponencia sobre los intelectuales y los profesionales en el congreso del partido de 1961 en la que daba cuenta de las contradic- ciones en que se movía en ese momento.18 Por un lado, Simon articulaba un discurso comple- tamente ortodoxo que construía su propia evidencia a partir de un diagnóstico voluntarista sobre el estado de revuelta de los sectores intelectuales y profesionales y que concluía con un rechazo radical a una aproximación menos rígida para atraer a estos sectores (“tal enfoque sería funesto”). En esta línea de rearme ideológico, realizaba una llamada explícita al cierre de filas ortodoxo:“Por el contrario, nuestro objetivo tiene que ser exponer nuestra postura de manera más eficaz”. Por otro lado, sin embargo, este recurso a la ortodoxia apenas podía ocultar el inte-
13 Andrews, G. (2004). Endgames… Op. cit., 75-81. Para una síntesis de la interpretación de este autor, véase Andrews, G. (1995). Young Turks and Old Guard: Intellectuals and the Communist Party Leadership in the 1970s. En Andrews, G., Fishman, N. y Morgan, K. Opening the Books: Essays on the Social and Cultural History of the Bristish Communist Party. Pluto, 225-250.
14 lhasc, cp/cent/ec/5/6, National Committees and groups” [1958].
15 Para el Comité Cultural antes de la presidencia de Simon, véase Callaghan, J. (2003). Cold War… Op. cit., 87-105.
16 Para una aproximación en castellano a este grupo, véase Kaye, H.J. (1989). Los historiadores marxistas británicos. Prensas Uni- versitarias de Zaragoza.
17 lhasc, cp/cent/ec/6/6, https://www.theguardian.com/news/2006/feb/02/obituaries.mainsection.
18 lhasc, cp/cent/cong/13/3, Brian Simon, Political Trends among Intellectual and Professional People, marzo de 1961.
rés de Simon por atraer a estos grupos sociales, un objetivo que calificaba de estratégico, pues, como señalaba citando a su colega Arnold Kettle, este grupo tenía una influencia desmesurada en proporción a su número. Así pues, la ponencia de 1961 establecía ya el difícil objetivo que guiaría la labor de Simon al frente del Comité Nacional Cultural: convertir la ortodoxia en atractiva para los intelectuales.
La prioridad teórica
Simon fue nombrado presidente del Comité Nacional Cultural en mayo de 1962.19 A esas alturas, su composición daba cuenta de la profunda ruptura con el personal anterior a la crisis, pues solo sobrevivían tres de sus miembros de 1954. Con la renovación de 1961 quedó esta- blecido un grupo de personas estable que continuaría a lo largo de los años sesenta y buena parte de los setenta. En su seno se perfilaba el núcleo duro intelectual que se mantuvo hasta 1976, compuesto por el propio Simon, James Klugmann y Arnold Kettle, más el veterano Bill Carritt. Junto a ellos, pero en posiciones ideológicas crecientemente distantes, se situaba el mú- sico y compositor Alan Bush. Hasta 1972 permanecieron en el comité el profesor de arte Ray Watkinson y la pintora Barbara Niven, editora del Daily Worker y el Morning Star. A mediados de los sesenta se retiraron la anterior presidenta Nora Jeffery y la mítica Margot Heinemann. Pocos meses después de su nombramiento, en septiembre de 1962, Simon esbozaba las líneas maestras de un ambicioso programa de actuación en un documento titulado “La lucha ideoló- gica”.20 Tras su habitual diagnóstico voluntarista que contraponía los logros de la urss a la cada vez más profunda crisis del capitalismo, Simon reclamaba un rearme ofensivo ideológico, pues “la lucha por la coexistencia pacífica […] no implica un pedaleo suave en la lucha ideológi- ca”. Cuatro eran para Simon las áreas en que esta lucha debía desarrollarse.“La primera y más importante” era la filosofía. No obstante, Simon mostraba acto seguido su interés por ir más allá y entrar en el “ámbito directo de la economía y la política y las ciencias sociales asociadas”. Anunciaba en este punto su línea de trabajo prioritario en los años siguientes: el desarrollo del marxismo en disciplinas como la sociología, la psicología, la educación y la historia (en este primer momento añadía también la medicina, la salud y la planificación urbana, áreas que no tuvieron recorrido alguno). Un tercer ámbito era el campo cultural que incluía la literatura, el cine, el teatro y la televisión, por un lado, y el arte y la música, por otro, más la reflexión general sobre las relaciones entre cultura y sociedad. En este campo cultural, Simon reconocía la desorientación imperante tras el fracaso del realismo socialista y el consiguiente interés por las vías abiertas por el libro de Raymond Williams Culture and Society, una obra clave que se considera el punto de partida de los estudios culturales. Finalmente, con la inclusión de un cuarto ámbito dedicado a la ciencia, Simon mostraba su interés por la filosofía de la ciencia y
subrayaba la contribución marxista a su historia.
Este primer informe revelaba que la prioridad de Simon era una reorientación teórica del comité que entraba en contradicción con su cometido cultural original. De hecho, de los cua- tro ámbitos perfilados por Simon, solo uno tenía que ver con la actividad cultural que le daba nombre. El resto (filosofía, ciencias sociales y ciencia) eran claramente teóricos, como lo era inequívocamente la vía de reflexión que añadía a la actividad cultural. Se planteaba, pues, ya desde el primer momento, la conflictiva dualidad entre actividad cultural y teoría que marcó
19 lhasc, cp/cent/ec/9/5, Actas del ncc, 11-12 de mayo de 1963.
20 lhasc, cp/cent/cult/3/8, Brian Simon,The ideological struggle, septiembre de 1962.
su presidencia. La ideología podría haber definido un espacio de confluencia entre ambas, pero Simon identificó pronto en la práctica el ámbito ideológico con la teoría y no con la actividad cultural. Esta prioridad teórica entraba en conflicto con el cometido oficial del comité, cuya misión se restringía al campo cultural a través de actividades prácticas como la incentivación de la creación en las artes y las ciencias, la dinamización de la vida cultural en el partido y la asistencia a los grupos culturales. Esta actividad cultural fue perdiendo peso bajo el mandato de Simon en beneficio de una prioridad ideológico-teórica que trascendía con mucho el marco de la cultura. De hecho, no parece descabellado afirmar que Simon acariciaba el sueño de transformar el comité cultural en el núcleo de renovación teórico-ideológica que confiriera protagonismo a los intelectuales que tan escaso papel desempeñaban en un partido de obreros como el Partido Comunista británico.
Durante todo su mandato Simon se debatió incómodo en ese corsé institucional constitui- do por un comité cultural que no se había diseñado para llevar adelante la ofensiva intelectual que deseaba y que, incluso, resultaba disfuncional con respecto a tal objetivo. Una comparación con lo que ocurría en los principales partidos comunistas de Europa occidental ayuda a en- tender la insatisfacción de Simon.21 También para el pci y el pcf tuvo la invasión de Hungría unas consecuencias tremendas en términos de desafección intelectual y pérdida de militan- tes, y también ambos partidos pusieron en marcha una estrategia para intentar recuperar la influencia intelectual perdida. Ahora bien, diseñaron instrumentos institucionales específicos para implementarla. A la vez que mantenían sus respectivos comités culturales encargados de la actividad y la política cultural, recurrieron a organismos específicamente dirigidos al trabajo teórico para articular la respuesta en el plano ideológico-intelectual. En Italia la ofensiva fue liderada por el Istituto Gramsci, creado en 1950, pero relanzado en 1957 con prestigiosos in- telectuales al frente como Ranuccio Bianchi Bandinelli y Franco Ferri; en Francia se creó en 1959 el Centre d’Études et de Recherches Marxistes (cerm), que se colocó bajo la dirección del filósofo Roger Garaudy.22 En Gran Bretaña, en cambio, Simon hubo de contentarse con un comité cultural que había sido diseñado para encuadrar una actividad cultural del partido que, además, apenas existía ya y que, incluso en su mejor momento, había estado muy lejos de una influencia similar a la italiana o la francesa.
Si la limitada influencia cultural del Partido Comunista de Gran Bretaña no dibujaba un pano- rama excesivamente halagüeño en ese campo, el margen de actuación en el ámbito de la teoría era todavía menor. Como se ha señalado más arriba, el partido británico se caracterizaba por un acentuado “ethos de clase obrera” que no otorgaba ningún papel especial a los intelectuales.23 De
21 Ajello, N. (1979). Intellettuali e pci, 1944-1958. Laterza;Ajello, N. (1979). Il lungo addio: Intellettuali e pci dal 1958 al 1991. Laterza;Vit- toria, A. (1992). Togliatti e gli intellettuali: Storia dell’Istituto Gramsci negli anni cinquanta e sessanta. Riuniti; Di Maggio, M. (2013). Les intellectuels et la stratégie communiste: Une crise d’hégémonie (1958-1981). Les Éditions Sociales;Aznar Soler, M. (2009). Los intelectuales y la política cultural del Partido Comunista de España (1939-1956). En Bueno, M. y Gálvez, S. Nosotros los comunistas: Memoria, identidad e historia social. fim; Pala, G. (2016). Cultura clandestina: Los intelectuales del psuc bajo el franquismo. Comares.
22 Vittoria, A. (1992). Togliatti… Op. cit., 129-130; Di Maggio, M. (2013). Les intellectuels… Op. cit., 79.
23 Evans, R.J. (2020). Eric Hobsbawm: A Life in History. Abacus, 132. Hobsbawm, E. (2002). Interesting Times: A Twentieh-Century Life. Pantheon Books, 131. Andrews, G. (2004). Endgames… Op. cit., 23-28.
hecho, la resistencia a crear una institución destinada a la teoría fue permanente y pertinaz.24
El desinterés por la actividad cultural
El Comité Nacional Cultural había desarrollado en sus orígenes una actividad cultural con- gruente con su nombre. Como se ha señalado, los grupos de escritores y artistas que ya estaban en crisis a principios de los cincuenta no sobrevivieron a la crisis de 1956, con la excepción del de música folk. Sin embargo, a pesar de esa inoperancia, la reactivación del comité a finales de los años cincuenta no podía dejar de encarar el ámbito cultural, al menos por dos razones. En primer lugar, porque resultaba necesaria algún tipo de política cultural que viniera a sustituir el moribundo realismo socialista; en segundo lugar, porque a pesar de la crisis el comité había heredado instituciones culturales de las que no podía desentenderse.
La elaboración de una declaración política sobre la posición del partido con respecto a la cultura se había puesto en marcha a principios de 1960 bajo el liderazgo de la pintora Barbara Niven, quien redactó un informe sobre las principales instituciones implicadas en la política cultural británica y publicó un artículo en Marxism Today.25 No obstante, pasaron más de tres años antes de que se produjera el documento definitivo. “Policy for Leisure” articulaba una verdadera política cultural basada en el aumento de subvenciones, la descentralización de las instalaciones culturales y deportivas, complementada por la regionalización del Arts Council y la creación de emisoras de radio y televisión regionales, y, finalmente, la democratización de los consejos asesores de la bbc y la itv.26 Financiación, descentralización y democratización constituían, pues, los tres pilares sobre los que se articulaba la propuesta comunista de política cultural. El documento se hizo circular a principios del otoño de 1963 entre unas sesenta per- sonas,27 pero las actas del Comité Ejecutivo no dan cuenta de que se sometiera a debate en su seno según lo previsto; tampoco se tienen noticias del panfleto inicialmente previsto.
Un segundo eje de la actividad del comité en el ámbito cultural pasaba por las instituciones ligadas o cercanas al partido. La más antigua de ellas era el Unity Theatre, teatro creado por grupos obreros en 1936 que funcionaba en Camden Town, de cuyas dificultades financieras se hizo eco el comité hasta el cese de su actividad en 1966.28 Más novedoso era el Centre 42, que tomaba su nombre de la resolución del mismo número, aprobada en el congreso sindical de 1960 a instancias del comunista Ralph Bond, que proponía la implicación de los sindicatos en la promoción de la actividad cultural obrera. Con seis festivales celebrados en diferentes ciu- dades, el proyecto suscitaba el interés del comité, aunque en 1971 el propio Simon reconocía su declive en un informe.29
La tercera vía de influencia cultural del partido comunista era el folk song revival, liderado por los comunistas Ewan McColl y Bert Lloyd. Las implicaciones ideológicas de este movimien- to quedaban subrayadas por Lloyd al contraponer a la esterilidad del arte popular comercial la música tradicional que ofrecía una visión de la vida, incluidas las relaciones sexuales, “que
24 McCulloch, G. et al. (2023). Brian Simon… Op. cit., 108-109.
25 Niven, B. (1960). Proposals for the Arts. Marxism Today (4), 4-4-1960, 117-122.
26 lhasc, cp/cent/cult/3/9, Policy for Leisure, septiembre de 1963.
27 lhasc, cp/cent/cult/3/9, Actas del ncc, 13 de septiembre de 1963.
28 lhasc, cp/cent/cult/3/8, Unity theatre [1963] y Actas del ncc, 8 de marzo de 1966. cp/cent/cult/3/11, Actas del ncc, 13 de noviembre de 1964. cp/cent/cult/3/12, Actas del ncc, 9 de septiembre de 1966.
29 lhasc, cp/cent/cult/3/8, Centre 42 Movement [1963] y Actas del ncc, 11 de enero de 1963. cp/cent/ec/13/14, Brian Simon, Cultural work of the party, septiembre de 1971.
tocaba la verdadera dignidad del hombre”.30 Se trataba de una declaración tradicionalista y moralista en toda regla contra la “relajación cerebral” de la revolución musical pop-rock de los sesenta que entusiasmaba a los jóvenes del momento, incluida la Liga de Jóvenes Comunistas.31 Finalmente, una cuarta línea de actuación del comité cultural recogida en su cometido era el fomento de la actividad cultural en las secciones locales del partido, uno de los temas que Simon recogía en su planificación de trabajo de 1964.32 Un informe de Bill Carritt sobre el tema daba cuenta de la dificultad de los comunistas británicos para despegarse de la ortodoxia ideológica,33 pues rápidamente reducían cualquier actividad cultural al debate de “cuestiones ideológicas controvertidas de nuestros días”, eso sí, preferiblemente con no marxistas. Este planteamiento de “actividad cultural e ideológica” entraba, además, en conflicto con el de- partamento de organización del partido y con los comités de distrito, un ejemplo de la coli- sión entre secciones del partido que constreñía permanentemente las actividades del comité cultural. En este caso, Simon concluía que las secciones locales no eran “una tarea del comité cultural en particular”, declaración que se hacía eco de su alivio por librarse de tal cometido.34
El intento de salir del aislamiento: las semanas de debate marxista
A pesar de que dirigía un comité denominado “cultural” y de que a lo largo de los años sesenta se estaba viviendo una verdadera revolución en este campo,35 lo cierto es que el interés de Brian Simon no se dirigía a la cultura, sino prioritariamente al ámbito teórico. Como re- conocía en un informe de principios de 1964, bajo su mandato se habían celebrado diecisiete reuniones y cuatro conferencias a jornada completa, de las que once y tres, respectivamente, se habían dedicado a cuestiones ideológicas.36 Estas incluían una de agenda de preocupaciones teóricas muy próxima todavía a la ortodoxia comunista, como la relación entre base y superes- tructura, el realismo socialista, la crítica literaria o la alienación. Por consiguiente, la cuestión que centró el trabajo del comité cultural en los primeros años del liderazgo de Simon fue la organización de las semanas de debate marxista, con las que pretendía sacar al partido de su aislamiento intelectual. Para trascender la ortodoxia del partido, Simon planeaba abrir el ciclo y crear un foro de debate entre marxistas y no marxistas. Este objetivo de apertura era tan importante que en algún momento incluso se mostraba dispuesto a compartir el patrocinio con la New Left Review, propuesta posteriormente diluida en “algunas revistas de izquierda”.37 A pesar de los ambiciosos programas que incluían a intelectuales de primera fila y múltiples paneles de debate paralelos (historia, economía, música, cine, teatro moderno, canción popu- lar), las semanas de debate marxista se enfrentaron a tres obstáculos estructurales. El primero era la reticencia de los intelectuales a aparecer en un acto organizado bajo los auspicios del partido. En consecuencia, Simon no tenía más remedio que recurrir al elenco tradicional del partido más algún elemento cercano, como Hobsbawm en historia en 1963.38 El segundo fue la persistencia de los planteamientos dogmáticos y sectarios, que surgían cada vez que se su-
30 lhasc, cp/cent/cult/1/4, Discussion on the Folk Song Revival, 21 de julio de 1962.
31 Waite, M. (1995). Sex ‘n’ Drugs ‘n’ Rock ‘n’ Roll (and Communism) in the 1960s. En Andrews, G. et al. Opening the Books… Op. cit., 210-224 y 215.
32 lhasc, cp/cent/cult/18/1,The work of the Cultural Committee, for the political Committee, 23 de enero de 1964.
33 lhasc, cp/cent/cult/3/9, Bill Carritt, Notes in preparation for a discussion on the cultural activity of branches, 5 de enero de 1965.
34 lhasc, cp/cent/ cult/3/9, From: National Cultural Committee, enero de 1965.
35 Hobsbawm, E. (2002). Interesting Times… Op. cit., 261.
36 lhasc, cp/cent/cult/3/10,The work of the Cultural Committee, 23 de enero de 1964.
37 lhasc, cp/cent/cult/1/7, Actas del ncc, 11 de septiembre de1964.
38 lhasc, cp/cent/cult/3/10, Brian Simon,The Challenge of Marxism y Week of Marxist debate, November 1963, enero de 1964.
peraba la ortodoxia, como fue el caso de la muy exitosa intervención de John Berger sobre los artistas en 1966. Estas intervenciones entraban en contradicción con el objetivo de salir del aislamiento y, como comentaba Simon con disgusto, resultaban “especialmente de poca ayuda cuando estamos intentando establecer nuevas relaciones con la izquierda”. En última instancia, estas salidas de tono no dejaban de dar cuenta de que la apertura para muchos no iba mucho más allá de hacer atractiva la ortodoxia, como había sido el caso del propio Simon en 1962. Finalmente, el último obstáculo se derivaba de la subordinación a la política inmediata. Así, tras la victoria electoral laborista de 1964, la semana de 1966 se subordinó al objetivo táctico de presionar al partido laborista desde un amplio frente de izquierda.
Los artistas e intelectuales y el partido
El objetivo de Simon de sacar al partido de su aislamiento intelectual conducía de lleno a la cuestión del papel de los artistas e intelectuales, un tópico de los debates de los partidos comunistas. En el caso de un partido con un acentuado perfil obrerista como el británico, se trataba de un desafío en toda regla. En realidad, la escasa influencia del partido en el mundo cultural e intelectual contribuía a agravar la situación, pues determinaba una aproximación al arte y la cultura eminentemente teórica. A diferencia de Italia, Francia o la propia España, a pesar de estar sometida a una dictadura, la permanente tensión de la relación entre artistas e intelectuales y el partido no podía resolverse a través de la práctica cultural, pues el partido no desempeñaba papel alguno en ella. La cuestión se situaba, en consecuencia, estrictamente en un plano especulativo teórico sin posibilidad de modulación práctica, un marco que dejaba muy poco espacio a la flexibilidad y derivaba rápidamente hacia posiciones dogmáticas.
El profesor de crítica literaria de Leeds Arnold Kettle fue el miembro del comité que más trabajó sobre el papel del artista y, por extensión, del intelectual. En un folleto de 1960, Kettle venía a proponer una solución bastante sencilla y clara a esta compleja relación: la obediencia de los intelectuales al partido.39 Obviamente, en el caso de un especialista universitario en crí- tica literaria, una conclusión tan cruda iba precedida de un alambicado despliegue retórico. En esta misma línea, en 1959 Kettle había defendido en Marxism Today la prohibición del Doctor Zhivago de Pasternak,40 un debate clave en la izquierda comunista occidental que provocó la ruptura con el pci del influyente editor Feltrinelli.41 Desde luego, no tenía sentido, según Ke- ttle, indicarle al escritor lo que tenía que escribir, pero eso no equivalía a que se le autorizara a instalarse en la irresponsabilidad y que no le resultase legítimo a la sociedad presionarle para hacerle abandonar esa actitud. En definitiva, no cabía en una sociedad socialista la publicación de una obra que desfiguraba y se oponía a los ideales de la revolución socialista. Blindaba Ke- ttle su posición añadiendo que solo podían oponerse a esta conclusión quienes a su vez eran contrarios al fin de la explotación. Citando a A Painter of Our Time, de John Berger, Kettle argüía que el artista solo debía sentirse diferente de los demás en el sentido de que era capaz de expresar lo que todos sentían. La idea central era, de nuevo, la sumisión del artista a la co- lectividad en su lucha por la emancipación.
Esta referencia final a Berger revela que, a pesar del dogmatismo de sus posiciones últimas, los intelectuales del comité se sentían seducidos por las nuevas aproximaciones más flexibles
39 Kettle, A. (1960). Communism and the Intellectuals. Lawrence & Wishart.
40 Kettle, A. (1959).The artist and politics, Marxism Today, 5-1959.
41 Ajello, N. (1979). Intellettuali… Op. cit., 444.
a la cultura que se planteaban desde la izquierda. Muestra de ello fue el seminario de fin de semana que Simon organizó en octubre de 1961 en Leicester, donde residía, para debatir sobre la aportación teórica desde el marxismo al campo cultural más notable del momento: la obra de Raymond Williams Culture and Society.42 Para ello recurrió como ponente a Kettle, quien, en un artículo que debió de servir de base a la discusión,43 se resistía a flexibilizar su posición en el plano tanto teórico como político. Con respecto al primero, negaba la autonomía de la cultura que convirtió al libro de Williams en uno de los hitos fundacionales de los estudios cul- turales; en lo político reivindicaba ese control estatal que, según Williams, alejaba a los artistas de la cultura socialista con el argumento, de nuevo, de la responsabilidad del Estado socialista. Remataba, además, la crítica acusando al autor de una insularidad propia de la New Left. En definitiva, Kettle daba cuenta de la contradictoria posición del núcleo intelectual del comité ante la apertura: el vértigo nacido del miedo de sucumbir a la tentación.
Sin embargo, a pesar de estas prevenciones teóricas, los cambios se sucedían de manera rápida. En febrero de 1963 el Comité Político, por boca del secretario general, dejaba claro que “no pre- tendemos establecer directiva alguna de ningún tipo o ejercer ningún control sobre la dirección del trabajo de los camaradas”.44 Con ello daba por definitivamente enterradas las actitudes subya- centes tanto al lysenkismo en ciencia como al realismo socialista en arte. No obstante, el partido se reservaba el derecho a establecer sus puntos de vista cuando una obra entrara en el ámbito político. A pesar de los movedizos cimientos de tal posición, la declaración expresaba a las claras la voluntad de la cúpula del partido de superar el rígido dirigismo cultural y científico heredado del estalinismo que había constituido parte de su identidad hasta el momento.
Un lúcido y contundente informe del historiador local Lionel Munby presentado ante el comité cultural en enero de 1965 da cuenta de la velocidad y profundidad de estos cambios en el seno del partido, o cuando menos de que nadie estaba ya dispuesto a esas alturas a llamarse a engaño en la cuestión de los artistas e intelectuales:“No hay esperanza de aporrear a los in- telectuales para que acepten el marxismo, ni de ganarlos con un truco de prestidigitación que haga desaparecer las cuestiones tal como ellos las ven”.45 Los profesionales e intelectuales veían en los países socialistas restricciones a los viajes, afirmaciones dogmáticas del partido, control de la edición, los espectáculos y las exposiciones a cargo de manos partidistas y antiliberales. Ante esta situación, Munby apostaba por la descentralización de la actividad cultural en la sociedad socialista, desde la creencia de que la actuación de múltiples instituciones del campo cultural conseguiría en la práctica una pluralidad alejada de la uniformidad del socialismo real. Cuestiones de ideología y cultura
Un evento externo vino a acelerar el ritmo de este proceso de revisión aperturista de la ortodoxia comunista: la resolución sobre el arte y la cultura del Comité Central del Partido Comunista Francés celebrado en Argenteuil en marzo de 1966.46 Esta resolución liquidaba definitivamente el realismo socialista y planteaba un marco de libertad para la producción
42 lhasc, cp/cent/cult/3/8, Actas del ncc, 5 de septiembre de1961.
43 Kettle, A. (1961). Culture and Revolution. A consideration of the ideas of Raymond Williams and others, Marxism Today, 10-1961.
44 “The Political Committee wants to make perfectly clear to all comrades engaged in cultural and scientific spheres that the position of our Communist Party is that we do not intend to issue any directives at all or to exercise any control over the di- rection of the comrades’ work. If, however, in a painting or a story or poem a direct political theme was dealt with, we reserve the right to state our view on the politics of that theme”. lhasc, cp/cent/cult/3/8, Actas del ncc, 11 de febrero de 1963.
45 lhasc, cp/cent/cult/3/9, Lionel M. Munby, For discussion at Cultural Committee, January 8th, 1965, 5 de enero de 1965.
46 Résolution sur les problèmes idéologiques et culturels adoptée par le Comité Central du Parti Communiste Français [13 de marzo de 1966].
cultural y artística liberada de la tutela del partido.47 En ausencia de verdades doctrinales en el campo cultural y artístico, “todo invita a los intelectuales comunistas a abordar con audacia e independencia de juicio los problemas abiertos en el campo de la ciencia, de la filosofía y del arte”.48 Se trataba de una decidida apuesta por la inserción de los intelectuales comunistas en la cultura nacional, reivindicando teóricamente una posición de avanzadilla que estaban per- diendo en la práctica.
Los principios de Argenteuil precipitaron una solución súbita y radical de los debates en marcha en el partido británico. Simon se sintió amparado para forzar un salto cualitativo y elaborar una declaración similar que fue probablemente su aportación intelectual pública más notable desde la presidencia del comité. La resolución fue aprobada por el Comité Ejecutivo en marzo de 1967 y publicada poco después como folleto con el título de “Questions of Ideo- logy and Culture”.49
A pesar de su relación directa con la francesa, la resolución británica era mucho más reno- vadora y audaz. Su punto de partida era “la clarificación de nuestras actitudes ante tales cues- tiones de ideología y cultura” (4) y, por consiguiente, abordaba los temas problemáticos direc- tamente en lugar de hilvanarlos como subtexto de un discurso laudatorio del partido, como hacía la declaración francesa. Simon apostaba por colocar en primer término las cuestiones a clarificar (ciencia, arte, religión, democracia y humanismo) y reservaba el partido para el final. El protagonismo de lo teórico-ideológico característico de su mandato quedaba también sub- rayado en la declaración por la elección de los temas que situaban lo cultural en un discreto segundo plano.
El planteamiento con respecto a la ciencia establecía la renuncia del partido a intervenir en la justificación de las teorías científicas y garantizaba total libertad a las comunidades científicas para aplicar sus criterios internos basados “únicamente en el experimento y la prueba práctica”
(5). El planteamiento suponía un repliegue ya caduco sobre las tradicionales concepciones neopositivistas. Parece difícil creer que un hombre culto tan interesado por la filosofía de la ciencia como Brian Simon no tuviera conocimiento de la obra clave de Kuhn publicada en 1962, pero la necesidad perentoria de cerrar cualquier grieta por la que pudieran colarse los factores externos que permitieran una reedición del caso Lysenko y sus “dañinos resultados”
(6) le llevaba a ignorar las novedosas derivaciones historicistas y sociologistas del enfoque ku- hniano.
En el arte y la cultura, la declaración defendía también la máxima libertad y la autonomía de los creadores. La declaración finiquitaba cualquier vestigio de realismo socialista, al que, sin embargo, no nombraba, e incluso suprimía las mencionadas cláusulas de salvaguarda políticas establecidas por el Comité Político y que se habían barajado en los borradores. El texto venía a reconocer honradamente las limitaciones del marxismo como teoría normativa en el cam- po del arte, una de las grandes preocupaciones de Simon. Consecuentemente, los comunistas daban un paso atrás y renunciaban a su pretensión de dirigir la producción artística. “Recha- zamos el concepto de que el arte, la literatura o la cultura deban reflejar solo una escuela o estilo [oficiales]” (7). No existiría, por tanto, una escuela propia del comunismo, ni siquiera
47 Martelli, R. (2017). Une dispute communiste: Le comité central d’Argenteuil. Les Éditions Sociales; Di Maggio, M. (2013). Les intellectuels… Op. cit., cap. 4.
48 lhasc, cp/cent/cult/3/11,The Communist Party, intellectuals and culture, 1966.
49 lhasc, cp/cent/ec/11/09,Actas de ec, 11-12 de marzo de 1967. Questions of Ideology and Culture. Communist Party, 1967. Publicado también en Marxism Today (11:5), 134-137. Las citas entre parentésis se refieren a las páginas del folleto.
se priorizaba el valor de la obra comprometida. Adicionalmente a esta renuncia a todos los presupuestos comunistas tradicionales sobre el arte, la declaración liquidaba implícitamente la concepción de la democratización del arte como popularización. Sin plantear explícitamente la cuestión, se declaraba que no se creía en la comprensión sin el estudio (6), de lo cual cabía inferir una defensa del carácter iniciático y especializado del arte. Frente a los viejos conceptos de compromiso y popularización, el único principio que la declaración parecía abrazar en el campo del arte y la cultura, además de la libertad y la pluralidad, era el de innovación. Cier- tamente, “no toda innovación conducirá a resultados positivos, pero sin ella la cultura se verá ahogada y anquilosada” (7).
En el ámbito religioso la declaración se hacía eco del diálogo con los cristianos impulsado por los comunistas occidentales tras el Concilio Vaticano II. Los comunistas británicos recono- cían el potencial de la fe como un estímulo para causas progresistas y proponían una relectura que subrayara los valores de justicia y solidaridad comunes.
El apartado dedicado a la democracia era sin duda el más abiertamente político y también el más audaz, pues entraba de lleno en un campo que, a juicio de Perry Anderson, el marxis- mo occidental había evitado.50 El partido se ratificaba en la estrategia pacífica y democrática de transición al socialismo que había establecido en su programa de 1951 “British Road to Socialism”,51 pero iba más allá de esta vía parlamentaria para hacer suya la tradición liberal-de- mocrática presentando sus logros como un resultado de la lucha de la clase obrera desde una visión plural que incluía a otras fuerzas como el Partido Laborista y el movimiento sindical. La apuesta por la democracia se remataba con el rechazo al partido único y la innovadora y audaz concepción del socialismo como un régimen multipartidista que aceptaría la existencia de otros partidos, incluidos los contrarios al socialismo.
En realidad, estos planteamientos no eran nuevos para Brian Simon. Ya en su panfleto de 1960 dirigido a cuestionar el concepto capitalista de libertad,52 había evitado cuidadosamente retorcer el sentido de la palabra con las mistificaciones al uso del tipo de “democracia real” o “socialista”. Por mucho que subordinara la libertad a la clase y a las posibilidades reales de actuación, la restricción de las libertades de individuos y grupos en los países socialistas le pa- recía a Simon una muestra de falta de fe y confianza en el propio pueblo que había traído el socialismo (21). Además, afirmaba explícitamente que el modelo de partido único no formaba parte de la doctrina comunista, sino que era un elemento coyuntural derivado de la falta de tradición parlamentaria en Rusia, algo agravado por la traición de mencheviques y socialre- volucionarios (22). En Gran Bretaña, por el contrario, el socialismo daría al derecho a voto su verdadero sentido, perfilándose como la culminación natural del largo proceso británico de lucha por las libertades (habeas corpus, jurado o derecho a la huelga) (23).
El apartado de humanismo se hacía claramente eco del debate que había tenido lugar en Francia. La declaración británica, siguiendo a la francesa, establecía no solo que el marxismo era un humanismo, sino además el verdadero humanismo despojado de las mistificaciones burguesa:“Nosotros, que somos marxistas, pretendemos ser los humanistas más consistentes de nuestro tiempo” (11). El planteamiento se oponía a la concepción del marxismo que defendía Althusser y enlazaba con la tradición de los intelectuales del comité británico reproduciendo la
50 Anderson, P. (1979). Consideraciones sobre el marxismo occidental. Siglo xxi, 62-63.
51 (1951).The British Road to Socialism. Communist Party of Great Britain.
52 Simon, B. (1960). Freedom. Communist Party. Las citas entre paréntesis a continuación se refieren a las páginas de este folleto.
formulación de Kettle de unos años antes. No en vano, como se ha indicado, Andrews define al núcleo duro de intelectuales del comité (Simon, Klugmann, Cornforth y Kettle) como los “humanistas socialistas”.53 John Lewis, otro destacado miembro del comité, debatiría más tarde con Althusser desde las páginas de Marxism Today.54
Finalmente, el apartado dedicado al Partido Comunista constituía el colofón de todos estos principios. En sus primeros párrafos el apartado hablaba del marxismo, que se entendía como el instrumento teórico para comprender de manera general el mundo, aunque no sustituía la labor de los científicos ni de los artistas. Por el contrario, saludaba la incorporación al trabajo teórico de diferentes perspectivas marxistas en diversos campos. Se introducía aquí la apuesta de Simon por dar la batalla teórica en el mundo académico a través del desarrollo especializado del marxismo.Ahora bien, el trabajo teórico no bastaba; la consecución del socialismo requería de una organización política que no podía ser otra que el Partido Comunista. Para subrayar la importancia de la lucha práctica, la resolución se cerraba con una paráfrasis de la famosa sentencia de Marx en las Tesis sobre Feuerbach:“Si es que ha de haber un mundo que interpretar, habrá que cambiarlo” (12).55
La declaración daba cuenta de la decidida apuesta por la renovación ideológica tras muchos años de comprometida militancia por parte del grupo de intelectuales del partido agrupados en el comité cultural con Brian Simon a la cabeza. Sus planteamientos eran mucho más ra- dicales en todos los puntos que los franceses y, sobre todo, no respondían a ningún tacticismo de coyuntura política, pues el Partido Comunista británico, a diferencia del francés y su unión de izquierdas, no participaba en estrategia electoral alguna. La declaración británica defendía abiertamente un socialismo democrático multipartidista sin las bizantinas cláusulas de salva- guarda o la letra pequeña características de la declaración francesa. Mas la gran diferencia entre ambas es que la británica proponía la ampliación de la libertad de discusión al ámbito teórico, mientras que la francesa se cuidaba mucho de restringirla al cultural y reservaba celosamente el control de la teoría al partido, que devenía así un intelectual colectivo que la producía con- juntamente con las contribuciones de los intelectuales y de la clase obrera.56
Esta audacia ideológica no implicaba que el texto no fluyese con mayor o menor acierto sobre un conjunto de contradicciones y equilibrios internos. A lo largo del debate, Maurice Cornforth, editor de Lawrence & Wishart, cargó duramente contra la inconsistencia teórica de la propuesta artística y cultural.57 Mucho más radical y política fue la crítica de John Lewis, que calificaba la declaración de oportunista e instrumental58 e incluso apeló al Comité Político.59 No obstante, Simon contó en todo el proceso con el apoyo y la complicidad del secretario general John Gollan, quien manifestaba explícitamente su confianza en los intelectuales del partido.60 De hecho, la resolución se aprobó en una sesión ordinaria del Comité Ejecutivo en- tre otros muchos otros puntos, sin apenas discusión y, desde luego, a años luz del dramatismo
53 Andrews, G. (2004). Endgames… Op. cit., 77-78.
54 Lewis, J. (1972). The Althusser Case (parts I and II). Marxism Today, 1 y 2-1972; Althusser, L. (1972). Reply to John Lewis (parts I and II). Marxism Today, 10 y 11-1972.
55 En el original:“If there is to be a world to be interpreted it will have to be changed”.
56 Di Maggio, M. (2013). Les intellectuels… Op. cit., 39-75.
57 lhasc, cp/cent/cult/3/11 [Carta de Maurice Cornforth a Ted Ainley], 8 de febrero de 1967.
58 lhasc, cp/cent/cult/3/11 [Carta de John Lewis a Ted Ainley], 5 de diciembre de 1966.
59 lhasc, cp/cent/pc/5/14 [Carta de John Lewis a John Gollan], 27 de febrero de 1967.
60 lhasc, cp/cent/ec/3/11 y cp/cent/pc/05/04 [Carta de Brian Simon a John Gollan], 5 de septiembre de 1966, 19 de septiembre de 1966, 29 de octubre de 1966, 2 de marzo de 1967 [Carta de John Gollan a Brian Simon], 20 de septiembre de 1966, 23 de septiembre de 1966, 1 de noviembre de 1966 y 4 de noviembre de 1966.
de Argenteuil.61
El bastión gramsciano
A finales de los años sesenta, Simon había desempeñado un papel clave en la renovación ideológica del Partido Comunista británico hacia fórmulas ideológicas más flexibles y la asun- ción de la democracia. El nuevo marco teórico estaba, pues, establecido; faltaba ponerle el nombre. Este no era otro que el de “eurocomunismo”, aunque los más destacados renova- dores del partido británico se resistieron a usarlo y prefirieron definirse como gramscianos, subrayando así el protagonismo de las ideas del político y pensador italiano en esta evolución ideológica.62
En realidad, como señaló David Forgacs, la recepción de Gramsci en Gran Bretaña fue parcial y desequilibrada.63 Pero, más allá de la coherencia teórica y política de su recepción, su pensamiento venía a conectar con las inquietudes y deseos de renovación de una parte importante del comunismo británico.64 En última instancia, ser gramsciano equivalía a ser crítico con lo que había, a expresar el anhelo de otra cosa, aunque no acabara de concretarse coherentemente. De ahí que se produjera un proceso de apropiación desigual de Gramsci de- terminado básicamente por las necesidades y apetencias de los receptores británicos. En todo caso, si alguna institución del partido se vio notablemente afectada por el giro gramsciano, esta fue sin duda el Comité Nacional Cultural, pues se entendía que Gramsci defendía la autono- mía de la cultura frente a su tradicional reducción a mera superestructura rígidamente deter- minada por la infraestructura. Esta revalorización del campo cultural y, sobre todo, el concepto gramsciano de “hegemonía” ampliaban notablemente el horizonte del campo de actuación al comité. Por otra parte, el concepto gramsciano de “intelectual orgánico” permitía a los inte- lectuales del comité reivindicar no solo su autonomía, sino también ese papel protagonista que nunca habían tenido en el partido británico.65 Bajo la dirección de Simon, el comité cultural se aprestó a aprovechar las oportunidades abiertas por este nuevo marco ideológico y a reivin- dicar su lugar en la primera fila de la lucha por la hegemonía.
La reorganización del comité
Tras la publicación de “Questions of Ideology and Culture” en 1967, Simon acometió la reorganización del comité. A esas alturas, abandonaba ya los subterfugios anteriores para plan- tear abiertamente la creación de un comité de intelectuales centrado en la ideología y la teoría que se desgajaría del comité cultural. Los militantes disciplinados que una década antes habían cerrado filas en torno al aparato en contra de los disidentes reivindicaron ahora su autonomía. Así, en el verano de 1968, Simon proponía la creación de un grupo asesor del Comité Eje- cutivo en cuestiones ideológicas compuesto por dos o tres miembros de ese mismo órgano, el tradicional núcleo duro intelectual del comité (James Klugmann, Maurice Cornforth y
61 lhasc,cp/cent/ec/11/09, Actas del ec, 11-12 de marzo de 1967.
62 Andrews, G. (1995).Young Turks… Op. cit., 237.
63 Forgacs, D. (1989). Gramsci and Marxism in Britain. New Left Review (1:176), 70-88 (70).
64 Para la recepción de Gramsci en la New Left, véase Steele,T. (1999). Hey Jimmy! The Legacy of
Gramsci in British Cultural Politics. En Andrews, G., Cockett, R., Hooper, A. y Williams, M. New Left, New Right and Beyond: Taking the Sixties Seriously. Palgrave MacMillan, 26-41. Para las líneas de crítica en que se articuló la crítica gramsciana en el seno del partido, véase Andrews, G. (2004). Endgames… Op. cit., 141-153.
65 Andrews, G. (1995).Young Turks… Op. cit., 226.
Brian Simon) más Nora Jeffery, y sus viejos compañeros de Cambridge, Jack Cohen y Betty Mathews,66 sustituta del primero al frente del departamento de educación.67 En septiembre, sin embargo, la propuesta se había diluido en la perenne apelación a la necesidad de aclarar la perspectiva de trabajo y en la propuesta de impulsar una serie de artículos en Marxism Today que promovieran el debate teórico.68 Tal disolución no resulta extraña si se tiene en cuenta que en la segunda mitad de agosto se produjo la invasión soviética de Checoslovaquia, un aconteci- miento que sacudió de arriba abajo al partido y amenazó con causar de nuevo una hemorragia. Dos años después, en enero de 1971, Simon volvía a plantear en una memoria interna la reorientación estratégica del comité hacia el campo teórico-ideológico.69 A pesar de reconocer que el encargo que el Comité Político había ratificado en 1968 era poner el énfasis en el ám- bito cultural, apostaba abiertamente por la dirección contraria y proponía un desplazamiento desde este ámbito cultural hacia la conversión del comité en un “centro para el fomento de los estudios marxistas, con vistas a clarificar y reinstaurar el marxismo como perspectiva filosófica dominante”. Retomaba, así, la vieja idea de las semanas del marxismo, pero en esta ocasión con un perfil ya más netamente académico que ideológico, pues la misión del comité debía ser “ayudar al desarrollo del marxismo y de los cuadros marxistas cubriendo los conocimien- tos modernos”. Los cambios ideológicos que el propio Simon había dirigido en el partido permitían esta aproximación más flexible al marxismo que coincidía con la evolución de las disciplinas. En definitiva, se trataba de apostar con fuerza por ese nuevo marxismo académico
que se perfilaba en los años setenta.70
Esta apuesta de Simon por el marxismo académico se hacía eco de un cambio notable en el perfil de los intelectuales. A juicio de Tony Judt, a finales de los sesenta se estaba asistiendo al declive del intelectual público tradicional, básicamente escritor y filósofo, en favor de los nue- vos académicos que se proyectaban a la esfera pública desde un conocimiento especializado.71 En el mismo sentido, Di Maggio señala que los intelectuales del pcf, que tradicionalmente ha- bían actuado en los márgenes, estaban empezando a ocupar posiciones académicas de relevan- cia. Por otro lado, el ámbito académico era, en última instancia, el espacio en el que se movían las instituciones creadas por los partidos italiano y francés para la reflexión teórica. El Istituto Gramsci pretendía ser el germen de una universidad marxista y, de hecho, fue el impulsor de la notable revista de historia Studi Storici, mientras que las mejores producciones del cerm tuvieron que ver con la lingüística, el psicoanálisis, la antropología y el modo de producción asiático, a juicio de Di Maggio.72
Paralelamente a esta reorientación, Simon centró sus energías en la cuestión práctica de la renovación del comité. En enero de 1968 había conseguido que el Comité Ejecutivo nom- brara a dos figuras llamadas a tener relevancia en la evolución gramsciana del partido: la ya mencionada Betty Mathews,73 compañera de Cambridge y encargada además del departamen-
66 Hobsbawm, E. (2002). Interesting Times… Op. cit., 118.
67 lhasc, cp/cult/cent/18/2, Cultural Committee. Some points for the discussion on August 4th 1968, 15 de julio de 1968.
68 lhasc, cp/cult/cent/18/2, Cultural Committee, 18 de agosto de 1968.
69 lhasc, cp/cent/cult/2/1, Brian Simon, Cultural Committe (Draft Memo), enero de 1971.
70 Eley, G. (1984). Reading Gramsci in English. Observations on the reception of Antonio Gramsci in the English speaking world. European History Quarterly (14), 441-477 (442).
71 “The correspondence between the decline of the great public intellectuals and the resurrection of the professors is thus no
mere coincidence”, Judt,T. (1992). Past Imperfect: French Intellectuals, 1944-1956. Univesity of California Press, 297.
72 Vittoria, A. (1992). Togliatti… Op. cit., 75. Di Maggio, M. (2013). Les intellectuels… Op. cit., 215.
73 Forgacs, D. (1989). Gramsci… Op. cit., 81.
to de educación, y Martin Jacques.74 Este joven graduado y líder del movimiento estudiantil había sido aupado al Comité Ejecutivo por Simon y Klugmann en 1967,75 y acabaría siendo el sucesor de ambos, de Simon al frente del comité y de Klugmann como director de Marxism Today, revista que revitalizó con notable éxito en la década de los ochenta.76 Jacques, uno de los principales referentes del sector eurocomunista del partido en los setenta, fue quizás el ejemplo más notable de la alianza de Simon y otros veteranos intelectuales del partido con las fuerzas que impulsaron la renovación, pero no fue el único. Otra incorporación destacada al comité fue la de Monty Jonhstone, un veterano militante antiestalinista “enviado al ostracismo por el partido”.77 También se pretendió fichar a Mike Costello, antiguo líder estudiantil en Man- chester y futuro organizador nacional sindical y editor del Morning Star, pero el partido no lo permitió por duplicidad de cargos.78
Esta renovación se profundizó en 1971. En el informe de este año, en consonancia con su propuesta de desarrollo del marxismo por disciplinas, Simon había propuesto que se debía re- currir idealmente a jóvenes “camaradas que trabajen en los campos de las ciencias sociales y las humanidades (y la ciencia) y que hayan alcanzado por sí mismos un nivel definitivo de pensa- miento marxista en sus propios campos”. Juventud y especialización académica eran, pues, los nuevos criterios que se concretaron en los fichajes de jóvenes investigadores como el sociólogo Alan Hunt, compañero de Martin Jacques en el liderazgo de la Radical Student Alliance desde 1966,79 el psicólogo social Tony Aghantapoulos y el especialista en literatura Jeremy Hawthorn. Todos ellos venían a reforzar las incorporaciones gramscianas de 1968.
Aguas turbulentas
Simon decidió seguir adelante con su hoja de ruta renovadora a través la tormenta provoca- da por la invasión de Checoslovaquia y constató la facilidad con que las aguas podían desbor- darse. En abril de 1969, se organizó un acto del comité sobre el papel de los intelectuales que pretendía actualizar la posición del partido en esta clásica cuestión y presentar públicamente al nuevo faro intelectual: Gramsci.80 Los encargados de esta tarea eran su hermano Roger Simon, quien llevaba tiempo interesado en el pensador italiano y estaba detrás de la publicación en inglés de sus Cuaderni di carcere, editados por Hoare y Nowell-Smith,81 y Martin Jacques, que apuntalaba así su posición de líder de la renovación ideológica.
Pero no había de resultar fácil mantener las fuerzas liberadas dentro de los cauces previstos, que eran básicamente teóricos. Los ánimos estaban encendidos tras la invasión de Checo- slovaquia, y la noticia de la destitución de Dubček no hizo más que atizar el enfado, que se desbordó hacia “cuestiones mucho más amplias [...] que no son propiamente competencia del Comité Cultural”, como lamentaba Simon.82 Varios jóvenes reclamaron vehementemente mayor libertad de discusión y la supresión de la herencia estalinista, a la que responsabilizaban
74 lhasc, cp/cent/ec/12/06, Actas del ncc, 13-14 de enero de 1968.
75 Andrews, G. (1995).Young Turks… Op. cit., 228.
76 Hobsbawm, E. (2002). Interesting Times… Op. cit., 273 y 276.
77 Andrews, G. (1995).Young Turks… Op. cit., 228.
78 lhasc, cp/cent/cult/18/3.
79 Andrews, G. (2004). Endgames… Op. cit., 53.
80 lhasc, cp/cent/cult/18/2, Betty Reid,To all ncc members, marzo de 1969.
81 Hoare, Q. y Nowell Smith, G. (1971). Selections from the Prison Notebooks of Antonio Gramsci. Lawrence & Wishart.
82 lhasc, cp/cent/cult/1/12, Brian Simon, Intellectuals and their role, abril de 1969.
del fracaso y la falta de atractivo intelectuales del partido,83 entre ellos los “jóvenes turcos” del Comité Económico Pat Devine y Bill Warren.84 Ante el aluvión de críticas abiertamente políticas, los miembros veteranos del comité cultural optaron por replegarse sobre el terreno teórico en el que tradicionalmente se habían movido y el propio Simon desvió el debate hacia la publicación de algunas contribuciones en Marxism Today. En esta acalorada discusión, desta- caba en contraste el silencio del joven líder renovador Martin Jacques.
Las notas de Simon sobre el acto revelan que se sentía superado por el sentido de la discu- sión.85 A esas alturas su principal preocupación era salvaguardar al partido de la crítica radical generalizada. Subyacía a sus notas una profunda incomodidad ante una deriva individualista y liberal, aunque Simon evitaba cuidadosamente calificación alguna, a la que contraponía el compromiso colectivo con el partido. Desde esta fidelidad, desafiaba combativamente a quie- nes mantenían que el centralismo democrático ahuyentaba a los intelectuales y realizaba una encendida defensa de su necesidad. Si bien reconocía que el Comité Ejecutivo había evitado o limitado el debate interno en la práctica cotidiana, cargaba con dureza contra sus críticos. En primer lugar, mostraba su preocupación por el retorno a una interpretación liberal de la democracia que se veía amplificada por las tendencias anarquizantes asamblearias. En segundo lugar, recriminaba a quienes insistían en la pobreza intelectual del partido su escasa contribu- ción individual al estudio colectivo que sacara al partido de tal situación. Finalmente, advertía del peligro de una repetición de errores cometidos después del XX Congreso por aquellos que “para vivir consigo mismos tuvieron que hacer una toma de posición”. Contra ese sentimien- to, que, sin embargo, afirmaba comprender, apelaba al juicio de los comunistas para entender las consecuencias de sus acciones individuales sobre la lucha colectiva. En este sentido, puntua- lizaba que los escritos de Hobsbawm en publicaciones como Black Dwarf o la New Left Review no eran únicamente artículos sin duda interesantes, sino un acto político con sus consecuen- cias. Parece claro que, ante el nuevo desafío, Simon estaba reivindicando su opción de 1956 y destilaba por primera vez una profunda irritación por la incomprensión del precio pagado en términos de conciencia personal y prestigio público. El desasosiego de Simon daba cuenta de la difícil disyuntiva, a la que todavía hoy se enfrenta cualquier intelectual que se pretenda comprometido, entre la acción política colectiva y la autonomía de la que deriva su autoridad y prestigio intelectual. Para Simon no cabía duda de que la primera opción seguía siendo la correcta. Continuaba siendo a todas luces una toma de posición, pero en sentido contrario a la usual. Pronto Simon se recompuso y recicló pragmáticamente la rebelión de los jóvenes en favor de su reivindicación principal desde meses antes: la creación de un comité de teoría,86 aunque esta petición explícita desapareció de la versión final de su informe al partido.87
Un nuevo episodio que vino a poner a los renovadores en una situación más que incómoda fue la expulsión en 1969 del escritor Solzhenitsyn de la Unión de Escritores de la urss y la pro- hibición de su obra. En esa ocasión, Simon prescindió de contemplaciones y actuó de manera pública y contundente a través de una carta muy dura al Morning Star88 en la que daba el notable salto cualitativo de plantear la traición de las autoridades soviéticas al socialismo. Finalmente, para
83 lhasc,cp/cult/cent/1/12, Betty Reid, Points made in discussion at ncc meeting on ‘Intellectuals and Their Role’, 18th April 1969, 1969.
84 Andrews, G. (1995).Young Turks… Op. cit., 225-250.
85 lhasc, cp/cent/cult/1/12, Brian Simon, Intellectuals and their role, abril de 1969.
86 lhasc, cp/cent/cult/18/2, Cultural Committe, 15 de junio de 1969.
87 lhasc,cp/cent/cult/18/2, Draft of statement to Political Committee, 30 de junio de 1969.
88 lhasc,cp/cent/cult/18/3 [Carta de Brian Simon al editor del Morning Star], 29 de noviembre de 1969.
ratificar la ortodoxia comunista de esa crítica aparentemente sacrílega, insistía en firmar no a títu- lo individual, sino como presidente del Comité Nacional Cultural. A esas alturas, Simon parecía haber llegado al límite de su tolerancia hacia el rancio autoritarismo soviético.
El éxito inesperado: la Universidad Comunista de Londres
Paradójicamente, el resultado más exitoso de la apuesta por la renovación disciplinar del marxismo de Simon no se produjo en un ámbito de competencia directa del comité, sino de manera relativamente autónoma en su periferia. La Universidad Comunista de Londres (cul) nació en 1969 en el ámbito de los jóvenes estudiantes que tan importante papel estaban des- empeñando en la renovación del partido. En 1974 abandonó el ámbito interno para abrirse al público en general, y en las ediciones de 1977 y 1978 alcanzó la cima de su éxito con más de un millar de estudiantes y unos setenta cursos.
Existe una amplia coincidencia en subrayar el éxito y la gran influencia de la cul en el campo ideológico e intelectual.89 Martín Jacques la definía retrospectivamente, más de una década después, como “la escuela de pensamiento más interesante y sofisticada de la izquier- da”;90 para Forgacs constituyó uno de los hitos de la renovación gramsciana del partido.91 La cul parecía ser el exitoso colofón del trabajo de renovación realizado por Brian Simon. Como señala Andrews, se convirtió en la plataforma desde la que desarrollar los elementos planteados por “Questions of Ideology and Culture” en 1967. Ciertamente la cul dejó pocos espacios por explorar. Se ofrecieron multitud de cursos sobre los más diversos temas y se traspasaron audazmente las fronteras tradicionales, tanto académicas como políticas, con la introducción de nuevos ámbitos de reflexión teórica como la familia, el feminismo, la política sexual o los gais y las lesbianas.92 Por fin, parecía que el marxismo, y con él el partido, tenía algo que decir en los temas teóricos con implicaciones sociales reales, la principal preocupación de Simon desde el principio de su mandato. El marxismo podía finalmente consolidarse como la fuente de las disciplinas sociales.
Las coincidencias entre la cul y los planteamientos que Simon había venido defendiendo durante años eran notables. Los principios que guiaban la cul de 1976, expuestos por el orga- nizador John Bloomsfield ante el comité cultural, parecían más bien un desarrollo consecuente de las premisas de Simon para sus primeras semanas de debate marxista que novedad alguna de los jóvenes estudiantes. Destacaba en primer lugar el interés por atraer a “amplios sectores” hacia las oportunidades de conocimiento ofrecidas por el marxismo, pero también su estrecha vinculación con la lucha por la democracia y un “enfoque no dogmático”, principios ambos literalmente enunciados más de una década antes por Simon en su informe de 1964.93 Como el propio Bloomsfield reconocía, ninguna de estas ideas era nueva, pero solo con la cul habían experimentado un “despegue”.94
Sin embargo, más allá del ámbito teórico, en la práctica la cul y el comité cultural se engra- naron en una relación de retroalimentación positiva, a pesar de su independencia formal. Des- de sus dos primeras ediciones, la cul permitió al comité disponer del registro de especialistas
89 Eley, G. (1984). Reading Gramsci… Op. cit., 444; Andrews, G. (2004). Endgames… Op. cit., 52-59. Beckett, F. (1995). Enemy
Within:The Rise and Fall of the British Communist Party. John Murray, 170.
90 Jacques, M., (1991).The Last Word. Marxism Today, 28-12-1991.
91 Forgacs, D. (1989). Gramsci… Op. cit., 79.
92 lhasc, cp/cent/cult/7/3, 7/4 y 7/5.
93 lhasc, cp/cent/cult/3/10, Brian Simon,Week of Marxist debate, November 1963, enero de 1964.
94 lhasc, cp/cent/cult/2/5, John Bloomsfield, Notes on the development of the work of the specialist groups, enero de 1976.
en diversos campos académicos que siempre había anhelado tener.95 Por otro lado, la cul fue un factor dinamizador de los grupos especializados del comité que se convirtieron en uno de los principales proveedores de cursos para el evento. Los grupos enfocaban su actividad hacia la cul, pero desarrollaban su trabajo en el seno del comité.
A mediados de la década de los setenta, con más de un millar de asistentes, la cul encarnaba el éxito de la línea intelectual defendida por Simon desde el comité y confirmaba el acierto de sus líneas estratégicas. Los analistas del momento cifraban el éxito de la cul en las dos líneas de trabajo que Simon había venido proponiendo incansablemente. En primer lugar, la capacidad del nuevo marxismo académico de incitar una notable renovación de contenidos y métodos, función destacada de los cursos especializados, y, en segundo lugar, la capacidad para crear un espacio común con la New Left para el debate de la izquierda ante la incapacidad del Partido Laborista de desempeñar ese rol.96
El anhelado sueño de Simon parecía haberse cumplido finalmente. En el plano personal parecía dar por concluida su misión. Desde la renovación de 1972, ya no formaba de parte del Comité Ejecutivo del partido. En noviembre de 1975, sobrecargado con otras cuestiones académicas, se disponía a dejar también su responsabilidad al frente del comité cultural y de- signaba a su sucesor, Martin Jacques, el joven líder estudiantil gramsciano cuya carrera había apoyado desde hacía años.97
Epílogo: la división del comité
El ansiado proyecto de Simon de superar la permanente tensión entre cultura y teoría a través de la división del comité se hizo finalmente posible en 1976, pero esta vez a instancias de las autoridades centrales del partido que a principios del año anterior habían solicitado al co- mité que redefiniera sus funciones.98 Era una oportunidad que Simon no desaprovechó. En su siguiente sesión, el comité cultural acordó por unanimidad su división en un Comité de Arte y Espectáculos, que se haría cargo de las artes tradicionales, el teatro, el cine, la televisión y en general la cultura popular, por un lado, y, por otro, un Comité de Ideología y Teoría centrado en las cuestiones teóricas del marxismo.99
Simon alegó sus compromisos académicos en el extranjero para dejar en manos de Martin Jacques la negociación sobre la configuración de los futuros comités. Curiosamente, el último obstáculo para la división no fueron las reticencias ante un comité centrado en la teoría, sino la ausencia de liderazgo para el de cultura.100 La solución propuesta por el partido fue que Mar- tin Jacques se hiciera cargo provisionalmente de este comité sin abandonar el de teoría.101 En agosto Jacques elevaba al Comité Político la propuesta de dividir el Comité Nacional Cultural en dos comités: el Comité de Arte y Ocio, presidido por Jacques, encargado de “desarrollar políticas sobre el arte, el ocio y las actividades recreativas y, en particular, sobre la provisión de
95 lhasc, cp/cent/cong/18/01 cpgb. 32nd Nacional Congress. Report of the Executive Committee, August 1969-July 1971,
7. cp/cent/cult/1/13, Actas del ncc, finales de 1970.
96 MacCabe, C. (1977). Britains’s Communist Universiy. New Statesman, 20-5-1977; Kenny, M. (1995), Communism and the New Left. En Andrews, G. et al. Opening the Books… Op. cit., 195-209 (206).
97 lhasc, cp/cent/cult/4/7, Carta de Brian Simon a Betty Reid, 18 de enero de 1976.
98 lhasc, cp/cent/cult/2/5, Carta de Reuben Falber, Asssistant Secretary del Executive Committe, 14 de enero de 1976.
99 lhasc, cp/cent/cult/2/5, Actas del ncc, 13 de febrero de 1976.
100 lhasc, cp/cent/cult/4/7, Carta de Monty Johnstone a Brian Simon, 15 de junio de 1976.
101 lhasc,cp/cent/cult/18/4, ec Assistant Secretary a Martin Jacques, 18 de mayo de 1976.
instalaciones en estos ámbitos”, y el finalmente denominado Comité de Teoría e Ideología, responsable de “fomentar y promover el desarrollo de la teoría marxista y el estudio de los problemas ideológicos”, presidido provisionalmente por Brian Simon durante seis meses hasta la incorporación de Jacques.102
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Con la constitución del Comité de Teoría e Ideología en el verano de 1976 se cerraba un ciclo de dos décadas que se había iniciado en la difícil coyuntura de 1956. Simon, al frente del núcleo de intelectuales del humanismo socialista, había pilotado la transición desde la rígida ortodoxia estalinista hacia la apertura eurocomunista. Para ello estableció complicidades y alianzas con las nuevas fuerzas renovadoras que sacudían al partido en los años sesenta y pro- movió a jóvenes renovadores, como Martin Jacques, a puestos de liderazgo. Simon y su grupo actuaron, pues, como el puente entre los brillantes ideales del comunismo de los años treinta y la democratización de los setenta, pasando por los plomizos años del estalinismo y su legado. El militante disciplinado que en 1957 había sacrificado su natural inclinación como intelec- tual a tomar postura y había renunciado al elogio de sus pares para cerrar filas en defensa del partido, acabó a la postre desempeñando un papel mucho más trascendental, en la renovación del comunismo, que la mayoría de los que abandonaron airadamente el partido. Se trató, sin embargo, de un trabajo gris y discreto, alejado de los laureles intelectuales, que Simon nunca recibió fuera del campo en el que era experto, el de la historia de la educación.
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Antonio Fco. Canales es doctor en Historia por la Universitat Autònoma de Barcelona y catedrático de Historia de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid. Su inves- tigación se ha centrado en la historia de España del siglo XX con especial atención a la educa- ción, la ciencia y el género. Es co-autor del libro Brian Simon and the Struggle for Education
(London: UCL Press, 2023), autor de Las otras derechas (Marcial Pons, Madrid 2006), editor de Ciencia y política en la España de la primera mitad del siglo XX (Madrid: Plaza y Valdés, 2024) y co-editor de La larga noche de la educación española (Biblioteca Nueva, Madrid 2015) y Science Policies and Twentieth-Century Dictatorships (Routledge, Londres, 2015). Ha participado en diferentes proyectos de investigación sobre la política educativa y científica del régimen franquista y en la actualidad lidera el Proyecto Nacional de I+D El giro copernicano en la política de educación y ciencia en el desarrollismo franquista: de la subsidiariedad a la intervención estatal (PID2020-114249GB-I00). Ha sido secretario (2013-2019) y director (2019- 2023) de la revista Historia y Memoria de la Educación y miembro del Comité Ejecutivo de ISCHE (International Standing Conference for the History of Education) (2019-2023).
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