Revista catalana d’història 17 (2024), 145-170
El FBI y el Servicio Vasco de Información durante la Segunda Guerra Mundial (1943-1945): acuerdos, intereses y tensiones1
1 Esta investigación forma parte de un proyecto de investigación subvencionado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, con referencia PID2022-136825NB-I00.
David Mota Zurdo
Universidad de Valladolid
https://orcid.org/0000-0002-9578-8069
Resumen
Este artículo detalla cómo se gestó la colaboración entre el Servicio Vasco de Información y la Oficina Federal de Investigación durante la Segunda Guerra Mundial. Primero, se efectúa un recorrido por las labores que hizo la organización vasca para otras agencias de espionaje francesas, británicas y estadounidenses, subrayando su dedicación al seguimiento informativo de las actividades nazi-fascistas en España y Latinoamérica. Posteriormente, se recoge la transformación que se produjo en ese tipo de labores informativas al final de la guerra, poniendo de relieve el acuerdo al que llegaron la agencia vasca y la estadounidense en 1944 para vigilar las actividades comunistas y del exilio republicano español. Lejos de profundizar en los operativos, se ofrece un análisis sobre el trasfondo burocrático y administrativo que los posibilitó; es decir, se relata cómo se gestaron los acuerdos de financiación que firmaron la agencia federal norteamericana y la organización vasca, así como sus diferentes pormenores. Para finalizar, se muestran los desacuerdos y problemas financieros que tensaron las relaciones, señalando cómo se llegó al final de los contactos en 1947.
Palabras clave: Servicio Vasco de Información, FBI, Segunda Guerra Mundial, Latinoamérica, espionaje.
Resum
L’FBI i el Servei Basc d’Informació durant la Segona Guerra Mundial (1943-1945): acords, interessos i tensions
Aquest article detalla com es va gestar la col·laboració entre el Servei Basc d’Informació i l’Oficina Federal d’Investigació durant la Segona Guerra Mundial. Primer, s’efectua un recorregut per les labors que va fer l’organització basca per a altres agències d’espionatge franceses, britàniques i estatunidenques, subratllant la seva dedicació al seguiment informatiu de les activitats nazi-feixistes a Espanya i Llatinoamèrica. Posteriorment, es recull la transformació que es va produir en aquesta mena de labors informatives al final de la guerra, posant en relleu l’acord al qual van arribar l’agència basca i l’estatunidenca en 1944 per a vigilar les activitats comunistes i de l’exili republicà espanyol. Lluny d’aprofundir en els operatius, s’ofereix una anàlisi sobre el rerefons burocràtic i administratiu que els va possibilitar; és a dir, es relata com es van gestar els acords de finançament que van signar l’agència federal nord-americana i l’organització basca, així com els seus diferents detalls. Per a finalitzar, es mostren els desacords i problemes financers que van tibar les relacions, assenyalant com es va arribar al final dels contactes en 1947.
Paraules clau: Servei Basc d’Informació, FBI, Segona Guerra Mundial, Llatinoamèrica, espionatge
Abstract
FBI and Basque Intelligence Service in World War II (1943-1945): agreements, interests and tensions
This paper details how the collaboration between the Basque Information Service and the Federal Bureau of Investigation developed during World War II. First, it reviews the work carried out by the Basque organization for other French, British and American espionage agencies, highlighting its dedication to the informative monitoring of Nazi-Fascist activities in Spain and Latin America. Subsequently, the transformation that took place in this type of information work at the end of the war, revealing the agreement reached between the Basque and American agencies in 1944 to monitor communist activities and the Spanish Republican exile. Far from going deeper into the operations, an analysis is offered on the bureaucratic and administrative background that made them possible; that is, how the financing agreements signed by the American federal agency and the Basque organization were conceived, as well as their different details. Finally, it shows the disagreements and financial problems that strained relations, pointing out how the contacts came to an end in 1947.
Keywords: Basque Intelligence Service, FBI, World War II, Latin America, espionage
§
1. Introducción
La Segunda Guerra Mundial es todavía un tema predilecto en prensa, literatura, cine y televisión. En Euskadi, en los últimos años, los espías y combatientes de origen vasco han vuelto a tener una significativa cuota de protagonismo en los medios. En 2010, la televisión pública vasca lanzó la serie de ficción Mugaldekoak (2010) y la película documental El último paso (2011), ambas sobre la Red Comète, una organización en la que participaron contrabandistas afincados en la frontera hispanofrancesa y que contribuyó a la evacuación de fugitivos y aviadores aliados durante la Segunda Guerra Mundial. En esa misma década salió adelante el proyecto científico-divulgativo Fighting Basques, impulsado por la asociación Sancho de Beurko para rescatar la memoria de los soldados vascos en el citado conflicto y recrear su participación. Y en 2016 Kirmen Uribe publicó una novela basada en hechos reales sobre el espía Txomin Letamendi, en la que relató parte de sus misiones, así como su proceso de detención por la policía en 1947.2
A esta atención también ha contribuido el periodismo a través de la publicación regular de artículos que han visibilizado operativos, redes y misiones del Servicio Vasco de Información (SVI), la organización que creó el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y el Gobierno vasco de José Antonio Aguirre en plena Guerra Civil para realizar labores de propaganda y espionaje. Óscar Beltrán de Otálora, Iban Gorriti, Martín Ibarrola o Iker Rioja han rescatado algunas piezas de ese puzle, al que la historiografía se ha adherido con mayor pasión en los últimos diez años. La academia ha empezado a revisitar un fenómeno, todavía muy desconocido, al calor de la desclasificación de fuentes archivísticas extranjeras y el acceso a correspondencias personales, memorias y diarios de familiares de los protagonistas.3
Trabajos como los de Jiménez de Aberásturi y los de este con Moreno Izquierdo, Marquina, Ibernia y Díaz Fernández, Oiarzabal y Tabernilla, Pascual Pérez o quien suscribe este texto, han contribuido a conocer mejor en qué consistió la “guerra de las sombras” en la Euskadi de la Segunda Guerra Mundial y nos han permitido identificar en qué consistieron las labores del SVI más allá de territorio peninsular; es decir, sus vínculos con la inteligencia francesa, británica y estadounidense y el empleo de sus redes, por las que, a cambio, solicitó financiación y contraprestaciones políticas, entre ellas la recuperación de la autonomía vasca y el derrocamiento del franquismo.4
Dentro de este abanico de autores hay una multiplicidad de enfoques, unos complementarios y otros contrapuestos. Algunos trabajos, como los de Rodríguez y Azurmendi, desprenden fascinación y crítica por cómo el exilio nacionalista vasco, y en concreto el SVI, operaron en el exilio en plena Segunda Guerra Mundial, buscando lograr una relación privilegiada con los
2 Diario Vasco, 7-2-2010. Sobre Fighting Basques véase https://www.fightingbasques.net/es-es/Fighting-Basques . Uribe, K. (2016). La hora de despertarnos juntos. Seix Barral.
3 Rioja, I. (2018). Euzkadi confidencial: espías vascos al servicio de la Casa Blanca. elDiario.es, 14-7-2018; Gorriti, I. (2019). La espía vasca de la alta sociedad. Deia, 10-2-2019; Beltrán de Otálora, Ó. (2020). Hemingway y la red de espías vascos que puso en peligro. El Correo, 9-3-2020; Ibarrola, M. (2022). De Agente Gernika a Agente Bromo: el espía vasco que vendió secretos nazis al FBI. El Confidencial, 12-6-2022; Recondo, J. y Recondo, A.M. (2011). A los 75 años de Gernika: Un testimonio, Etor Ostoa; Ibarzabal, E. (2021). Los Sota: Esplendor y venganza, Erein.
4 Jiménez de Aberásturi, J.C. y Moreno, R. (2009). Al servicio del extranjero: Historia del Servicio Vasco de Información. Antonio Machado Libros; Ibernia, Z. y Díaz, A.M. (2011). The Basque Secret Service (1936-1945). International Journal of Intelligence and CounterIntelligence (24:3), 575-600; Mota Zurdo, D. (2017). La fallida Operación Airedale. La OSS y el Servicio Vasco de Información contra la Alemania nazi. Revista Historia Autónoma (10), 145-162; Mota Zurdo, D. (2021). El Servicio Vasco de Información, la Inteligencia estadounidense y Latinoamérica: la Operación Caribe (1959-1960). Historia del Presente (37), 113-134; Oiarzabal, P. y Tabernilla, G. (2017). El enigma del mito y la historia. “Basque code talkers” en la Segunda Guerra Mundial. La OSS y el Servicio Vasco de Información—La Organización Airedale, Saibigain (3), 5-155; Pascual, J.M. (2021). El Servicio Vasco de Inteligencia en Madrid (1946-1948): organización, agentes y fuentes de información. Historia del Presente (38), 161-182; Marquina, A. (2006). El servicio secreto vasco. UNISCI Discussion Papers (10), 435-449.
servicios de inteligencia de las principales potencias occidentales. El resultado en muchos casos es un relato magnificado y adulterado que obnubila cuál fue el alcance real de los operativos, los contactos, las redes y, en definitiva, su presencia en América y Europa. En otros tantos, se observa una crítica desmedida, políticamente muy polarizada y, en consecuencia, sesgada, como se ve en los trabajos de Díaz Herrera y De la Cierva, que instrumentalizaron el rastro documental del SVI en los archivos norteamericanos para difamar contra el nacionalismo vasco y sus instituciones y acusarlo de arribista, oportunista y traidor.5
Independientemente de su sesgo, la mayoría de los artículos y monografías han puesto el foco en el estudio de las relaciones y operativos entre el SVI y el Deuxième Bureau (DB, inteligencia militar francesa), el MI-6, la Oficina de Coordinación de Información (COI) y la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS). En parte porque el tema es muy seductor, incluso hollywoodiense, ya que tiene ingredientes para ello; piénsese: el servicio de espionaje de un partido y un gobierno autonómicos, procedentes de un minúsculo territorio de la península ibérica, colaboró con el MI-6, el FBI y las agencias predecesoras de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) durante la Segunda Guerra Mundial y la primera Guerra Fría. Esas evidencias, no siempre ponderadas, son las que han posibilitado la singularización de esas relaciones por parte de diferentes investigadores y sectores políticos.
Asimismo, en lo que concierne a las relaciones con los norteamericanos, se ha prestado un interés preferente a las conexiones entre la OSS y el SVI en detrimento de otras organizaciones como el FBI. Esto responde a algunas particularidades. En primer lugar, como veremos, la agencia de J. E. Hoover solo contó con jurisdicción supranacional entre 1940 y 1947, en virtud del programa de agregadurías legales, que se limitó geográficamente a Latinoamérica y muy puntualmente hizo intentos de extenderse por Europa. Segundo, ligado a lo anterior, los fondos documentales disponibles sobre las relaciones entre el FBI y el SVI son bastante menores en volumen que los dedicados a la OSS. Y, por último, las pocas fuentes accesibles están censuradas y/o han sido utilizadas parcialmente en otras investigaciones, lo que ha provocado el rechazo en los investigadores. Esto explicaría, en parte, por qué apenas se han tratado de reconstruir estas relaciones. Hasta ahora.
Este estudio reconstruye aspectos desconocidos sobre la relación FBI-SVI durante el periodo final de la Segunda Guerra Mundial y la inmediata posguerra, prestando atención a los enfrentamientos entre ambas agencias, a las dificultades que sufrieron los grupos de inteligencia e informadores en Argentina, Chile y Venezuela, y a los problemas de financiación que afectaron a esas actividades. Para ello, se ha partido de los trabajos de Ordaz sobre el seguimiento y vigilancia del exilio nacionalista vasco en Estados Unidos, donde se desgranan los pormenores de los primeros contactos con el FBI, y de mi tesis doctoral, en la que avancé que el exilio nacionalista vasco ofreció a Hoover la red del SVI en Latinoamérica aprovechando la relativa presencia de su colectividad, para informar, primero, de la presencia nazi y profascista; segundo, seguir de cerca la actividad comunista, y, tercero, averiguar en qué medida el exilio republicano colaboró con grupos de oposición a regímenes dictatoriales y/o liberales proestadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial y la posguerra.6
5 Azurmendi, J.F. (2013). Vascos en la Guerra Fría: ¿Víctimas o cómplices? Gudaris en el juego de los espías. Ttarttalo; Rodríguez, M. (2004). Espías vascos. Txalaparta; De la Cierva, R. (2004). Hijos de la gloria y la mentira (Vol. II). Editorial Fénix; Díaz Herrera, J. (2005). Los mitos del nacionalismo vasco: De la Guerra Civil a la secesión. Planeta.
6 Ordaz, M.A. (1996). El FBI y los vascos del exilio de 1939 en Estados Unidos. En Escobedo, R., De Zaballa, A. y Álvarez, Ó. (Coords.). Emigración y redes sociales de los vascos en América. UPV/EHU, 229-240; Ordaz, M.A. (1995). La delegación vasca
Por consiguiente, a través de los fondos del Basque Intelligence Service (BIS) del FBI, de referencias indirectas halladas en los registros de la OSS de los National Archives and Records Administration (NARA) de College Park (Maryland, EE. UU.) y de correspondencia del Archivo Histórico de Euskadi (AHE) y el Archivo Histórico del Nacionalismo Vasco (AHNV), se ha conseguido reconstruir someramente cómo se gestó la colaboración FBI-SVI, en particular en el apartado organizativo, administrativo y financiero, cuyos detalles eran hasta el momento desconocidos. Así, se relata cómo esa relación estuvo marcada por discrepancias, éxitos relativos y obstáculos, puesto que la desconfianza y reticencia de la agencia de Hoover a colaborar con una organización foránea fueron patentes a lo largo del periodo.
2. Al servicio de la inteligencia extranjera: franceses, británicos y norteamericanos
Las primeras acciones del SVI se remontan a la Guerra Civil. Estas se realizaron desde San Juan de Luz y Bayona, donde la organización vasca confeccionó algunas de sus redes informativas para conectarlas con el interior de Euskadi. Gracias a ellas, en 1937 detalló las actividades de la organización profranquista Nacho Enea e identificó grupos informativos nazifascistas que espiaban a las organizaciones del Gobierno de la Segunda República. Desde el sur de Francia reutilizó redes de personas experimentadas en el contrabando y la evasión de personas y creó la Red Álava, que recopiló información sobre la situación interna y transportó documentos sensibles y personas a uno y otro lado de la frontera.7
La red del SVI se extendió por todo el norte peninsular y tuvo presencia en el territorio vasconavarro, Burgos, La Rioja, Aragón y Galicia, dedicándose a la obtención de información militar y la captación de activos. Entre 1938 y 1941, mantuvo contacto con diferentes organizaciones de inteligencia extranjeras. La primera de ellas fue la inteligencia militar francesa, el DB. Cuando la Guerra Civil llegaba a su fin, los galos vieron una amenaza a su seguridad en la previsible victoria de la España franquista y mostraron su preocupación por un territorio que podría incorporarse al proyecto expansionista hitleriano. Y, así, mostró interés por la información que podría facilitar el SVI.8
Desde marzo de 1939, la agencia vasca entabló relación con el Estado Mayor francés, al que informó sobre movimientos profascistas y conspirativos, centros de espionaje, tráfico de divisas y agentes germanófilos y franquistas en el sur de Francia. Los militares franceses financiaron las actividades del SVI con el pago de 5.000 francos mensuales y facilitaron documentación y permisos de residencia. Asimismo, el Gobierno vasco en el exilio y el PNV consiguieron del DB
en Nueva York: una década bajo el punto de mira del FBI (1938-1947). Estudios de Historia Social y Económica de América (12), 179-198.
7 Jiménez de Aberásturi, J.C. y Moreno, R. (2009). Al servicio del extranjero…, op. cit., 60 y 131-170; Martín de Pozuelo, E. y Ellakuria, I. (2008). La guerra ignorada: Los espías españoles que combatieron a los nazis. Debate; Tapiz, J.M. (1998). La resistencia y la ayuda a los presos vascos desde el exterior de las cárceles (1937-1943). En Rodríguez Ranz, J.A. (Dir.). Espetxean. Semilla de libertad (1937-1942). Fundación Sabino Arana, 214; Landa, C. y Guezala, L. (1998). Presos vascos en las cárceles de Franco (1936-1945). En Rodríguez Ranz, J.A. (Dir.). Espetxean. Semilla de libertad (1937-1942). Fundación Sabino Arana, 113. Mikelarena, F. (2020). Contrabandistas de ganado y redes de evasión en Navarra durante la Guerra Civil española. Cuadernos de Historia Contemporánea (42), 263-283.
8 Esos contactos se establecieron a través de la publicación de boletines informativos en las delegaciones institucionales y de partido vascas. En Francia, las más representativas fueron París, Bayona, San Juan de Luz y Burdeos; en Inglaterra Londres, y en Bélgica Amberes. Angulo, A., Álvarez, Ó. y Sanz, E. (2010). Delegaciones de Euskadi (1936-1975): Antecedentes históricos de los siglos XVI al XIX, origen y desarrollo. Gobierno Vasco.
el compromiso de que el Ejército francés participaría en la recuperación del territorio vasconavarro si España entraba oficialmente en la Segunda Guerra Mundial, aunque limitándose a incursiones por la costa cantábrica y la frontera franconavarra.9
También hubo contactos con los británicos. Desde 1938 la delegación vasca en Londres había intentado llegar a un acuerdo con el Intelligence Service (IS) y el Foreign Office (FO), pero las contrapartidas exigidas por los vascos generaron recelo: uso de la clave británica para el cifrado de mensajes y de la valija diplomática, así como la participación de Reino Unido en la recuperación de Euskadi. El estallido de la Segunda Guerra Mundial cambió la situación momentáneamente. Los británicos vieron con satisfacción una cooperación en dos ámbitos: propaganda proaliada en Latinoamérica y organización de una red informativa en España. Los vascos se comprometieron a hacer gratuitamente ambas labores con el objetivo de establecer un vínculo y un compromiso que, por un lado, consagrara una relación privilegiada y, por otro, ligado a lo anterior, hiciera que los británicos se sintieran en la obligación de ayudarles a recuperar el autogobierno.
Los contactos, sin embargo, no prosperaron. A los británicos solo les preocupó cómo podrían afectarles las acciones y el posicionamiento de la España franquista y concentraron sus esfuerzos en obtener información sobre los puertos españoles y sus defensas fronterizas, sin comprometerse a ninguna acción política concreta. Además, hicieron movimientos paralelos en el sur de Francia. Desde finales de 1939, impulsaron redes de republicanos y anarquistas para tener una organización operativa que actuara en España llegado el momento. Una de ellas fue la Alianza Democrática Española, que, bajo fachada hispana y la dirección de Loughton Highman, cubrió las actividades del IS en la península y solicitó la incorporación del SVI. Los vascos, sin embargo, se negaron para salvaguardar su autonomía operativa y naturaleza patriótica. Al margen de esta petición, la inteligencia británica no quiso mantener un contacto oficial con el PNV, el Gobierno vasco y el SVI, toda vez que sus órdenes fueron las de evitar acciones que pudieran acarrear consecuencias políticas y diplomáticas para el Gobierno de Su Majestad, aparte de que la información que ellos pudieran proporcionar les estaba llegando a través del DB.10
En junio de 1940, tras la invasión nazi de Francia, España transitó de la neutralidad a la no beligerancia, y los británicos se esforzaron por tener a Franco de su lado, evitando su participación directa en la contienda. La ocupación de París por los alemanes hizo que los contactos entre el SVI y el DB quedaran congelados, y, tras el fiasco de las negociaciones con el IS, el Congreso Nacional de Euskadi (CNE) en Londres, que sustituyó provisionalmente al Gobierno vasco, recurrió a la Francia Libre del general Charles de Gaulle. Con esta, lograron firmar un pacto que habilitó la creación del Tercer Batallón de Fusileros Marinos dentro de las Fuerzas Navales galas; la cooperación económica y comercial, y la participación del SVI en la cobertura de tareas de información en suelo francés, español y africano.11
Pero ese proyecto de colaboración no se hizo efectivo. La embajada franquista en Londres realizó todo tipo de maniobras para poner trabas al reclutamiento y el entrenamiento y presionó a Downing Street para evitar la participación vasca en la guerra del lado aliado. Así las cosas, la Francia Libre, marcada por el telón de fondo de la política de apaciguamiento del
9 Jiménez de Aberásturi, J.C. (1999). De la derrota a la esperanza: Políticas vascas durante la Segunda Guerra Mundial (1937-1947). IVAP, 157; Jiménez de Aberásturi, J.C. y Moreno, R. (2009). Al servicio del extranjero…, op. cit., 162. Ros Agudo, M. (2002). La guerra secreta de Franco (1939-1945). Crítica, 72-117.
10 Jiménez de Aberásturi, J.C. y Moreno, R. (2009). Al servicio del extranjero…, op. cit., 283.
11 AHNV, AN-GE-465-1, Carta de José Ignacio Lizaso a José Antonio Aguirre, Londres, 24-10-1941.
embajador británico Samuel Hoare, cedió ante los acontecimientos rehusando hacer efectivo el pacto con los vascos. Además, el IS, que llevaba tiempo trabajando cerca del grupo de generales de la camarilla de Franco, no consideró tan imprescindible la participación del SVI como para condicionarla a un reconocimiento político expreso del Gobierno vasco en el exilio. Los contactos del SVI con las organizaciones de inteligencia entraron entonces en vía muerta.12
La relación fue distinta en América. En mayo de 1940, el canadiense William S. Stephenson, amigo personal de Winston Churchill, creó la Coordinadora Británica de Seguridad (BSC), una organización de inteligencia británica que se estableció en América y que contó con el consentimiento de EE. UU. La BSC se encargó de investigar actividades enemigas y de prevenir acciones de sabotaje contra los intereses aliados. Al amparo de esta agencia, la colaboración entre vascos y británicos prosperó, y entre ambos crearon una red que conectó América y el País Vasco, con participación de agentes, informadores y redes del SVI y del MI-6. La cooperación cobró forma con el Basque Ship’s Observer Scheme (BSOS), una organización impulsada en el invierno de 1941 por Flavio Ajuriaguerra y Arthur P. Dyer, agente del MI-6 y vicecónsul británico en Bilbao, que se encargó de identificar actividades sospechosas y vigilar a agentes nazifascistas en el territorio, prestando especial atención a su infiltración en buques de bandera neutral.13
A partir de 1942, estas redes se dedicaron a vigilar estrechamente las navieras Ybarra, Aznar y Lloyd Brasileiro, concentrándose en los buques con destino a EE. UU., Argentina y Brasil, entre ellos, el Cabo de Buena Esperanza y el Cabo de Hornos. Los británicos dedicaron importantes sumas de dinero a reforzar las redes vascas en los buques y dieron cobertura a sus observadores. El SVI, por su parte, localizó la presencia de espías de la Abwehr, interrogó a la tripulación y reclutó informantes con la finalidad de conocer los movimientos y actividades sospechosas y averiguar el grado de implantación del Eje en la península, atendiendo a sus vínculos con América.
Las redes del SVI documentaron cómo los alemanes utilizaban España como base de operaciones para la incipiente hidra profascista que querían construir en América. En Buenos Aires, el BSOS identificó a varios miembros de la red de espionaje nazi que operaba en el Cabo de Hornos y el Marqués de Comillas. Y, en Caracas, la red del SVI fotografió la documentación secreta del embajador franquista José Antonio Sangróniz de Castro, confirmando sus vínculos con los alemanes y su implicación en el tráfico de diamantes junto con Luis Avilés, embajador franquista en Colombia, y Ángel Arpón, miembro de Falange Exterior en la capital venezolana. La obtención de esa información supuso la detención de agentes secretos, informadores, mensajeros y marineros que operaban para el espionaje alemán, como José Pujana Ormazábal, Joaquín Ruiz Gojeascoechea, Miguel Moreno Rego y Juan Baticón. Este último estuvo trabajando durante años para la red del falangista Carlos Imaz y los alemanes Otto Hinrichsen, Otto Messner y Gustav Fock, afincados en territorio vasco.14
12 Horrillo, L. (2024). El espionaje británico y Franco: Desde Hendaya hasta Torch. PUZ; Viñas, A. (2016). Sobornos: De cómo Churchill y March compraron a los generales de Franco. Crítica; García Cabrera, M. (2022). British geographic intelligence during the Second World War: A case study of the Canary Islands. Intelligence and National Security (37:2), 262-280; AHNV, AN-GE-465-2, Carta de Manuel Irujo a José Antonio Aguirre, Londres, 28 de enero de 1942; AHNV, AN-GE-468-1, Carta de Manuel Irujo a Jesús María Leizaola, Londres, 28-12-1944.
13 Una red paralela a esta fue la liderada por Lorenzo Sanmiguel, que permitió conectar buena parte del noroeste peninsular. Grandío, E. (2021). Hora Zero: La inteligencia británica en España durante la Segunda Guerra Mundial. Crítica, 183-195. Anasagasti, I. y San Sebastián, K. (2016). Nuestro hombre en Bilbao: Los nacionalistas vascos que espiaron para los Aliados en la Segunda Guerra Mundial y en los comienzos de la Guerra Fría (1939-1960). Catarata, 47-51.
14 Friedman, M.P. (2003). Nazis & Good Neighbors: The United States Campaign Against the Germans of Latin America in World War II. Cambridge University Press, 61-63; Mota Zurdo, D. (2016). Un sueño americano: El Gobierno vasco en el exilio y Estados Unidos (1937-1979). IVAP, 164-165; Mota Zurdo, D. (2018). Aliados de conveniencia: el Servicio Vasco de Información y la acción
Estas acciones son las que posibilitaron la participación del SVI en operativos de inteligencia en Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Cuba, Colombia, México y Venezuela, en colaboración con diferentes agencias de espionaje. La información que proporcionaron durante esos operativos y tras ellos fue el acicate para el estrechamiento de las relaciones políticas entre el Gobierno vasco y las cancillerías aliadas, así como la posterior participación y conexión del SVI con las agencias de información de EE. UU., a saber, la Oficina de Coordinación de Información (COI), la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), la Oficina de Inteligencia Naval (ONI) y la Oficina Federal de Investigación (FBI). En el siguiente epígrafe nos detendremos en las conexiones con esta última.
3. El SVI en América Latina: la relación con el FBI
El SVI estuvo colaborando con varias organizaciones de inteligencia norteamericanas durante la Segunda Guerra Mundial. La COI, la OSS, la ONI o el grupo especializado G-2 del Ejército recibieron datos de los informadores de la citada red vasca BSOS y de otros activos de los que dispuso el SVI en el interior de España y el sur de Francia. Como se ha recogido en otros trabajos, los contactos fueron asiduos y las relaciones, bastante estrechas con la COI y la OSS, poniendo en marcha y financiando distintos operativos destinados a conocer el tráfico de wólfram, la presencia de las organizaciones del Eje (empresas, grupos políticos, militares, policías) y/o la situación defensiva de la costa vasca.15
La colaboración entre el SVI y el FBI, en cambio, no fue ni tan sencilla ni tan inmediata. Durante la década de 1930, tras el reconocimiento oficial de EE. UU. a la Unión Soviética, Hoover logró el apoyo del presidente Franklin D. Roosevelt para investigar todo “movimiento subversivo”, desde los pronazis hasta los antifascistas, en el Gobierno, en las universidades y en las fuerzas armadas. En octubre de 1938, asimismo, le convenció de crear una organización de inteligencia que asumiera los servicios de inmigración y aduanas, supervisara la expedición de pasaportes y visados e investigara a cualquier sospechoso de ser agente extranjero. Esas progresivas atribuciones fueron resultado de la acción sibilina de Hoover en la Casa Blanca, que, a su vez, fueron consecuencia de su temor al rojo y de la constatación de un hecho real que amenazaba a la seguridad de EE. UU.: había agentes soviéticos, nazis y japoneses infiltrados con acceso a tecnología militar, información sensible y datos estratégicos.16
Dado el contexto, a la agencia federal, y en concreto a J. E. Hoover, les costó depositar su confianza en el exilio nacionalista vasco. El SVI era una organización extranjera, vinculada al Gobierno de la Segunda República, que había sido tachada de bolchevique por la propaganda franquista en EE. UU., y, además, colaboraba con agencias de espionaje extranjeras como el MI-6. Por eso, la primera reacción del FBI fue vigilar estrechamente las actividades vascas en América a través del confidente profranquista catalán Thomas Abelló, que se infiltró en la delegación
exterior pro-estadounidense vasca en Latinoamérica. Revista Electrónica Iberoamericana (12:2), 15; Jiménez de Aberásturi, J.C. y Moreno, R. (2009). Al servicio del extranjero…, op. cit., 484.
15 Mota Zurdo, D. (2017). Al servicio del amigo americano. La acción exterior vasca en Estados Unidos contra el franquismo. Hispania Nova (15), 176-187. Jiménez de Aberásturi, J.C. (2005). La II Guerra Mundial en el golfo de Vizcaya. Itsas Memoria: Revista de Estudios Marítimos del País Vasco (5), 517-546. Jiménez de Aberásturi, J.C. (2014). ¡Los nazis huyen… llegan los Aliados! La visita de los embajadores británico y norteamericano a la costa vasca en el verano de 1944. Boletín de Estudios del Bidasoa (28), 567-599.
16 Theoharis, A.G. (2004). The FBI & American Democracy: A Brief Critical History. University Press of Kansas, 50; Letersky, P. y Dillow, G. (2021). The Director: My Years Assisting J. Edgar Hoover. Scribner, 50.
vasca de Nueva York, eje de los ofrecimientos del SVI a EE. UU., y les aplicó la Ley Smith, que permitió la inclusión de sus nombres en listas de personas sospechosas.17
Pero también los siguió fuera del país. En junio de 1939, Hoover había logrado que Roosevelt atribuyera al FBI, la inteligencia naval y la militar las labores de espionaje, contraespionaje y sabotaje de EE. UU. En el verano de 1940, pese a los problemas jurisdiccionales y el enfado del resto de las agencias, obtuvo el visto bueno del presidente para crear el Servicio Especial de Inteligencia (SIS), que operó en todo el continente americano. Durante ese tiempo, sin haber entrado aún en la Segunda Guerra Mundial, hizo frente a la infiltración de la Abwehr, que había confeccionado una red dentro de EE. UU. para obtener datos sobre logística militar, tropas, guerra química y movimiento de buques, y convirtió al FBI en el primer servicio de inteligencia exterior con un alcance global.18
Dadas las circunstancias y temores, y tras el ataque a Pearl Harbor, el FBI puso en su punto de mira al exilio nacionalista vasco y al SVI tan pronto como supo de las actividades propagandísticas a favor de EE. UU. bajo la cobertura de otras agencias en Latinoamérica. Entre junio y agosto de 1942, dentro de un proyecto de la OSS, el lehendakari Aguirre realizó una gira propagandística por varios países del norte, centro y sur de América. Esta maniobra, destinada a activar células del SVI en Uruguay, Argentina, Colombia y Chile, irritó a Hoover. En primer lugar, porque lo consideró una injerencia en sus actividades. Y, en segundo, porque era una ruptura del pacto jurisdiccional entre el FBI, la OSS, el G-2 y la ONI, esto es, que los hombres de Donovan operaran en Europa y el FBI en América, y que toda operación implementada en el continente americano pasara por el director del Buró.19
En realidad, la acción conjunta de la OSS y el SVI en Latinoamérica se produjo a consecuencia de los desastrosos primeros operativos del SIS. El grupo del FBI, que había echado a andar de la mano de Percy Foxworth, había utilizado a reconocidos empresarios como Vincent Astor y Nelson Rockefeller para implantarse en América Latina. En agosto de 1940, Rockefeller, que se había convertido en coordinador de la Oficina de Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado (CIAA), fue cortejado por el SIS para que prestara su agencia como tapadera y diera cobertura a los agentes del FBI. Sin embargo, los primeros activos se incorporaron sin formación ni experiencia en actividades de inteligencia y sabotaje; habían sido elegidos por hablar y entender el español.20
El FBI tuvo que recurrir, por ello, a la inteligencia británica para instruir a sus agentes en la identificación de espías, la protección de industrias y puertos, la recopilación de listas de sospechosos y la vigilancia y apertura de correo postal. Quedaron así demostradas las críticas vertidas por otras agencias: el FBI no estaba preparado para operar a escala continental. Según Weiner, el SIS se convirtió en un conglomerado de agentes mal instruidos, que informaban de rumores y dependían de agencias amigas y/o colaboradores con más experiencia. Para muestra el siguiente botón. En febrero de 1941, apenas seis meses después de su creación, el SIS detectó actividades pronazis en más de una decena de países de Latinoamérica, pero tuvo que recurrir
17 Ordaz, M.A. (1995). La delegación vasca…, op. cit.; Charles, D.M. y Stockham, A. (Eds.). (2022). The Federal Bureau of Investigation: History, Powers, and Controversies of the FBI. ABC-CLIO.
18 Weiner, T. (2012). Enemigos. Una historia del FBI. Debate, 145. Batvinis, R.J. (2007). The Origins of FBI Counterintelligence. University Press of Kansas, 297.
19 Ordaz, M.A. (1995). La delegación vasca…, op. cit., 185; Lvovich, D. (2022). El águila y el haz de flechas: El espionaje de Estados Unidos al falangismo en el Río de la Plata, 1941-1944. Universidad de Cantabria, 53.
20 Dimitrakis, P. (2020). The Hidden War in Argentina: British and American Espionage in World War II. Bloomsbury Academic.
al Ejército y la inteligencia naval para actuar. Esta situación hizo que, incluso, Hoover se planteara poner fin al programa y presentar su dimisión.21
La situación comenzó a cambiar tras las quejas de Hoover, la división de las operaciones y jurisdicciones entre las agencias norteamericanas, y las maniobras para tener todo bajo control y deshacerse de la OSS de William Donovan, su principal competidor en la inteligencia de EE. UU. Esto se observa, por ejemplo, en cómo el FBI fagocitó activos. En 1943, el agente vasco José Laradogoitia Menchaca, uno de los infiltrados del SVI que había estado proporcionando información sensible y de primer nivel sobre la estructura nazi en el País Vasco, destacando el uso que los alemanes hacían de España como cabeza de puente para infiltrarse en América, pasó del control de la OSS-SVI al del FBI, donde recibió el nombre en clave de Bromo. El FBI demostró con este gesto que no quería hacer tratos con organizaciones extranjeras, pero sí absorber a sus activos. Y así se lo hizo saber al SVI. Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, Bromo fue un activo del FBI que operó entre Euskadi y EE. UU. y que logró desarticular la red hispanoalemana en la que había estado infiltrado.22
Ese mismo año, Hoover logró expulsar a la OSS de América, que orientó sus esfuerzos a Europa, el norte de África y Asia, lo que lógicamente afectó a sus proyectos y planes de acción con el SVI en Latinoamérica. Ante las apremiantes circunstancias, la necesidad de financiación para sobrevivir al exilio y el objetivo de mantener los vínculos con EE. UU., Antón Irala, exdelegado del Gobierno vasco en Nueva York y coordinador de inteligencia entre el SVI y EE. UU., realizó un viaje por México, Colombia, Venezuela, República Dominicana, Perú, Argentina y Chile, donde se entrevistó con los agentes del SIS. En primer lugar, para evitar un suceso como el de Laradogoitia, y, en segundo lugar, para convencer al FBI de que llegara a un acuerdo de colaboración con el SVI; la agencia vasca podía ser un aliado útil en la lucha antifascista, incluso un centinela frente a la penetración comunista en Latinoamérica.23
Durante meses, el dirigente vasco preparó el terreno. En febrero de 1944 inició los contactos con Jerome Doyle, jefe del servicio especial de inteligencia, ante el que argumentó que el SVI podía realizar actividades de espionaje e información al margen de los enfrentamientos y problemas que pudieran tener los norteamericanos entre agencias; es decir, que ellos podían trabajar para la OSS en Europa y el FBI en Latinoamérica. De modo que les enumeró países, operativos en marcha y redes de las que ya disponía el SVI en varios países americanos y les puso al día de sus actividades. En Argentina, estaban siguiendo activamente las maniobras de la embajada alemana; en Venezuela, tenían bajo vigilancia los buques que hacían escala en el país, así como al agente nazi John Vogel, residente en Caracas y muy próximo a Helmut W. Hesse, y en México habían identificado centros de espionaje del Eje que tenían como objetivo infiltrarse en EE. UU.24
La oferta no pudo llegar en mejor momento. Las atribuciones logradas por el SIS habían generado una fuerte competencia entre las agencias de inteligencia y reticencias por parte del G-2 y la ONI. Aparte de la incapacidad en labores de inteligencia de muchos agentes del SIS, a
21 Becker, M. (2017). The FBI in Latin America: The Ecuador Files. Duke University Press, 11.
22 Mota Zurdo, D. (2014). José Laredogoitia Menchaca, el agente Gernika. Sancho el Sabio (37), 159-179; Mota Zurdo, D. (2017). De Gernika (G) a Bromo (Little Joe): Nuevos datos sobre el espía vasco José Laradogoitia Menchaca. Vasconia (14), 103-125.
23 Mota Zurdo, D. (2016). Un sueño americano…, op. cit., 163.
24 El coordinador de inteligencia vasco expuso el mismo relato que a Robert DeVecchi y William L. Mellon, sus contactos en la OSS de Nueva York. NARA, RG 226, Entrada 210, Caja 509, WN19057, Record of the Office of Strategic Services. Notas de una reunión del 25 de noviembre de 1943 en Nueva York en la que estuvieron presentes DeVecchi, De la Sota, Irala y Mellon, Washington D. C., sin fecha de emisión.
la que ya se ha hecho alusión, estos planificaron operaciones encubiertas con resultados muy discutibles, sin compartirlo con las otras organizaciones. Siguiendo directrices de Hoover, y al margen de lo pactado, diseñaron y financiaron operaciones de todo tipo, entre ellas, poner en marcha redes de información del SIS con la ayuda y colaboración de redes nativas y de otros servicios de información. Dentro de esta lógica de actuación, el SVI se convirtió pronto en una organización pantalla de interés para sus actividades alegales.25
Durante sus encuentros, Irala y Doyle comenzaron a gestar un marco de colaboración, fijando mecanismos de control y estableciendo cómo se centralizarían las labores de espionaje del SVI en América. Los agentes vascos se infiltrarían en círculos políticos, económicos, sociales e intelectuales, y desde dentro tejerían redes operativas que compaginaran la vigilancia de los agentes del Eje con el seguimiento informativo de las organizaciones comunistas en el hemisferio occidental. Asimismo, acordaron los detalles de la colaboración, negociaron las contraprestaciones económicas por las actividades de inteligencia y pactaron que las instrucciones y la financiación que recibirían para estas labores tan solo procederían del SIS. Según las pesquisas realizadas en los fondos del BIS, estos llegaron a pagar mensualmente 4.125 dólares (unos 71.000 dólares actuales) al SVI en concepto de labores de información, que se distribuyeron según importancia como se observa en la siguiente tabla.26
Tabla 1. Distribución de fondos mensuales para el pago de actividades de información del SVI.
País |
Fondos destinados (dólares) |
Argentina y Uruguay |
2.000 |
México |
750 |
Chile |
400 |
Venezuela |
400 |
Cuba |
250 |
Perú |
100 |
Colombia |
150 |
Santo Domingo |
75 |
Bolivia y Paraguay |
0 |
Fuente: Elaboración propia.
El destino de los fondos y las cantidades invertidas son significativas, además de que coinciden con los datos aportados por los propios protagonistas del SVI. Pedro Beitia, delegado del Gobierno vasco en Washington en la década de 1960 y exagente del SVI, indicó en sus memorias que hubo ocho células de espionaje operativas en Latinoamérica entre 1942 y 1945. Aunque todas estuvieron dirigidas por Antón Irala desde Nueva York y coordinadas por José María Lasarte desde Buenos Aires, en cada territorio hubo un responsable que, en ocasiones,
25 Batvinis, S. (2014). Hoover’s Secret War against Axis Spies. University Press of Kansas.
26 FBI Records, The Vault, BIS, Section II, Leg. 64-2349-20, Carta de E. E. Conroy a J. Edgar Hoover, s. l., 18 de abril de 1944.
fue también el encargado de la delegación del partido y/o del Gobierno, como ocurrió con Jesús Galíndez en República Dominicana.27
Las cifras también guardan relación con el volumen que la colectividad vasca tuvo en cada uno de esos países; es decir, los fondos destinados se asignaron en consonancia con su mayor o menor presencia y, en consecuencia, con las posibilidades para confeccionar redes de información más o menos profundas.28 Y, desde luego, están conectadas con el grado de penetración de organizaciones nazifascistas en Latinoamérica. No es baladí que, en primer lugar, aparezca Argentina, ampliamente germanófila durante el conflicto y utilizada como puerto de referencia para operaciones del Eje en el subcontinente, y que, en segundo término, se encuentre México, la inmediata puerta de atrás de EE. UU., donde, a diferencia de sus líderes, proaliados, hubo una significativa masa social que apoyó al Eje.29
4. Argentina: la llave de la cooperación
Ramón de la Sota Macmahon estuvo al frente del grupo informativo de Buenos Aires. Esta célula, personalmente controlada por Lasarte, director político del SVI, consiguió realizar un considerable seguimiento informativo del jefe de la red nazi en el territorio, además de lograr infiltrarse en círculos políticos, económicos y religiosos e investigar a los comunistas, incluido el exilio republicano. La unidad de Sota también controló los operativos desplegados en Uruguay, donde contó con la colaboración de Vicente Amézaga, que se dedicó al seguimiento de las actividades comunistas y la evolución política del país, el análisis del herrerismo (una de las alas del Partido Nacional, de significación antiimperialista, que encabezó el caudillo urbano Luis Alberto Herrera) y su enfrentamiento con los partidos comunistas de estos territorios y con el canciller de la república uruguaya Alberto Guani, ampliamente intervencionistas en la Segunda Guerra Mundial. La red del SVI en Argentina fue una de las mejor preparadas, aportando datos estratégicos relevantes y operando en conexión con los infiltrados en diferentes navieras españolas, dado que los puertos de la costa del Río de la Plata fueron elegidos preferentemente por los buques españoles.30
Algunos miembros de la agencia federal de investigación así la valoraron y se preocuparon de que la financiación fuera la adecuada para aumentar su organización e impulsar su funcionamiento. En junio de 1944, tras un encuentro con Lasarte, Francis Crosby, agregado legal31 del
27 Los coordinadores fueron Ramón de la Sota Macmahon (Argentina), Vicente Amézaga (Uruguay), Santiago Zarranz y Pedro Arechavala (Chile), Francisco Abrisqueta (Colombia), Miguel José Garmendia (México) y Sabino Barrena (Venezuela). AHE, Signatura C06/06-07, The (fantastick) life and times of Pedro Beitia. Texto mecanografiado inédito. Memorias de Pedro Beitia, s. l., s. f. Sobre Galíndez véanse Bernardo, I. y Goiogana, I. (2006). Galíndez: la tumba abierta: Guerra, exilio y frustración. Fundación Sabino Arana; Mota Zurdo, D. (2022). Jesús Galíndez Suárez: docente de la Universidad de Columbia (1915-1956). Arbor: Ciencia, Pensamiento y Cultura (198:805).
28 Sobre la presencia vasca en América, véase Álvarez, Ó. (2010). Organización, identidad e imagen de las colectividades vascas de la emigración (siglos XVI-XXI). UPV/EHU. Una imagen más precisa sobre el peso de las colectividades en Angulo, A., Sanz, E. y Álvarez, Ó. (2010). Delegaciones de Euskadi, op. cit.
29 Gleizer, D. (2016). Las relaciones entre México y el Tercer Reich, 1933-1941. Tzintzun. Revista de Estudios Históricos (64), 223-258; Yofre, J.B. (2016). Entre Hitler y Perón: El hundimiento del “Graf Spee” y la llegada de los primeros nazis a la Argentina. Sudamericana; Camarasa, J. (1992). Los nazis en la Argentina. Legasa; Camarasa, J. (2012). Odessa al sur: La Argentina como refugio de nazis y criminales de guerra. Aguilar.
30 FBI Records, The Vault, BIS, Section III, NND-267468, Memorando de la oficina del agregado legal de la embajada de EE. UU. en Uruguay al director del FBI, Montevideo, 8-8-1944.
31 Agentes del SIS.
FBI en Buenos Aires, urgió a Hoover para que no se demorara, ya que el dinero solicitado “se dedicaría a reforzar sus lazos organizativos en Argentina, aumentando así el número de personas que podrían ser utilizadas como informantes, fortaleciendo la lealtad vasca, […] para sernos de ayuda en el trabajo de inteligencia”.32 El agente del FBI trabajó en asegurar la colaboración en la capital bonaerense y fue muy persuasivo ante el director de la agencia en sus informes: de ese acuerdo dependía la continuidad del resto de las unidades del SVI en Latinoamérica. Así se lo había indicado Lasarte, que también supervisaba el trabajo de información de Uruguay, Paraguay y Bolivia: sin un pacto firme en Argentina, el programa de cooperación FBI-SVI no prosperaría y el resto de los contactos se verían afectados.33
El pacto entre el FBI y el SVI en Argentina se convirtió, por tanto, en la llave para la cooperación de la colonia vasca con la agencia de Hoover y el eje en torno al que consolidar sus relaciones en el tiempo. Como se ha indicado, el SVI fue utilizado por el SIS como una de sus organizaciones pantalla para sus actividades encubiertas de espionaje a simpatizantes nazis y comunistas. Irala, no obstante, insistió en investigar a estos últimos, explotando el temor al rojo del director de la agencia. En uno de sus informes para el FBI, el vasco indicó que los gobiernos latinoamericanos, independientemente de su naturaleza política, serían en un futuro próximo un elemento de “preocupación para Estados Unidos”. Crosby hizo suyas esas palabras, mordió el cebo anticomunista e insistió a Hoover: el SIS debía impulsar el desarrollo del SVI en Argentina y garantizar las cantidades acordadas por las distintas vicisitudes que pudieran plantearse.34
El 8 de junio de 1944 Crosby entregó un anticipo de mil dólares y cerró el acuerdo de colaboración en Argentina. Según el estadounidense, el FBI había logrado un pacto ventajoso: el SVI actuaría bajo sus directrices y su control, impulsando la instrucción de más colaboradores para sus unidades y, en consecuencia, realizarían un “trabajo más eficaz”.35 El 20 de julio Hoover respaldó finalmente la maniobra, convencido de que la colaboración con la organización vasca sería “extremadamente productiva”, pues serían requeridos “para todo tipo de investigaciones deseadas por la Oficina”. Pero Hoover mantuvo sus reservas. El SVI era una organización de espionaje extranjera, que colaboraba también con la OSS en Europa y el norte de África, y, en consecuencia, era sospechosa de estar infiltrada por agentes de la policía secreta soviética (el NKVD). Así que recordó a Crosby que ante cualquier controversia “sobre las actividades de los vascos y la forma en que se utilizan sus servicios”, la central del FBI estudiaría el caso con la delegación vasca en Nueva York.36
Esta cuestión no era baladí, pues Aguirre e Irala se habían volcado en encarrilar y fortalecer en la medida de lo posible la relación con el FBI justo cuando Donovan había planteado al presidente Franklin D. Roosevelt y al Estado Mayor la planificación de acciones conjuntas con los soviéticos. Todos los indicios que tenía el FBI invitaban a pensar que el SVI era un socio fiel y anticomunista, como había reiterado Irala, pero las maniobras de Hoover y Donovan en Washington tensionaron el ambiente, al igual que las reacciones de algunas células del SVI ante las sospechas del FBI por sus labores.37
32 FBI Records, The Vault, BIS, Section II, NND-267468, Informe de Francis Crosby (agregado legal del FBI en Argentina) al director del FBI, Buenos Aires, 20-6-1944.
33 Ibid.
34 Ibid.
35 Ibid.
36 FBI Records, The Vault, BIS, Section II, Leg. 64-2319-40, Carta de J. Edgar Hoover a Francis E. Crosby sobre la organización vasca, Washington D. C., 20-7-1944.
37 Weiner, T. (2012). Enemigos…, op. cit., 171.
5. Problemas, desconfianzas y mentiras para mantener los activos y la financiación
En julio de 1944, surgieron problemas en la colaboración en Venezuela por la falta de un plan de acción conjunta entre Juan Olazabal, responsable del SVI, y el agregado legal del FBI en Caracas.38 Este último se había quejado de la labor del SVI y había llegado a considerar excesivas las cantidades destinadas a la agencia vasca, que ascendían a 400 dólares mensuales (unos 6.885 dólares actuales). El lehendakari Aguirre e Irala se esforzaron en justificar la falta de directrices por parte del SIS y recordaron que el SVI en Venezuela ya había presentado un memorando detallado, que desconocemos, indicando objetivos, medios y actividades a realizar, que el FBI había desechado sin indicar por qué.
Por tanto, sí que existía un plan de información y espionaje, pero no del gusto del agregado. En aras de destensar la situación, Irala llegó a reconocer que la propuesta del SVI no era ambiciosa, porque no planteaba una infiltración masiva en los círculos políticos y económicos del país, y se limitaba al seguimiento de los agentes nazifascistas, omitiendo la información sobre los comunistas y el exilio republicano, a lo que se habían comprometido. En realidad, los agentes vascos en Caracas no estaban dispuestos a informar sobre sus compatriotas y compañeros de exilio, señalándoles, y preferían la inacción a la delación. Por eso, el SIS amenazó con suspender la financiación y cuestionar la fidelidad de la organización vasca. La reacción de los dirigentes del exilio institucional vasco fue inmediata. Para salvar la financiación propusieron una solución intermedia: “un contraplán del Agregado Legal” o la discusión del “propio plan de los vascos”.39
Poco tiempo después, Irala se reunió de nuevo con Doyle en Nueva York para tratar la situación en Venezuela. Puesto que el agente del SIS en Caracas no estaba dispuesto a consensuar el plan de acción del SVI, a juicio del coordinador de la inteligencia vasca lo preceptivo era desgranar las partidas presupuestarias. Así, solicitó que la unidad caraqueña recibiera las siguientes cantidades como contrapartida a las actividades de inteligencia explícitas que solicitara el SIS: 400 dólares mensuales para la delegación vasca, 300 dólares mensuales para la organización de inteligencia y 270 dólares mensuales para investigaciones concretas sugeridas por el FBI. En total, 970 dólares.
Pero la propuesta de Irala quedó en suspenso. El 31 de julio de 1944 la oficina del Buró en Caracas informó a Hoover de cuál era la situación: en ocho meses, el grupo de inteligencia vasco no había aportado nada sobre el exilio republicano y los elementos comunistas, y, ante la aparente inacción, el SIS había optado por congelar la financiación y los contactos. El FBI trasladó la situación a Irala, que trató de defenderse imputando al agregado legal. Según el vasco, la falta de avances no era responsabilidad del SVI sino del Buró, que no aportaba la financiación adecuada. Y, para reforzar su tesis, lanzó un órdago: Olazabal y el SVI llevaban tiempo solicitando trabajar con otras agencias de seguridad de EE. UU. interesadas en Venezuela, y, dada la situación, era el momento del cambio.40
El envite funcionó. El 8 de agosto de 1944, Hoover recordó a la estación del FBI en Caracas que la Inteligencia vasca podía aportar mucho más que un seguimiento a sus compatriotas y se le debía dar un voto de confianza. Con ese apoyo del director de la agencia, el SVI recuperó
38 Posiblemente Dwight Garretson.
39 FBI Records, The Vault, BIS, Section II, NND-267468, Informe de E. E. Conroy a J. E. Hoover sobre la organización vasca en Venezuela, Caracas, 28-7-1944.
40 FBI Records, The Vault, BIS, Section II, NND-267468, Informe de la oficina del agregado legal de la embajada de EE. UU. en Venezuela al director del FBI, Caracas, 31-7-1944.
la financiación en Venezuela, pero la inversión quedó supeditada a la obtención de resultados, como se recogió en la correspondencia interna del FBI:
La Oficina, por supuesto, no desea pagar a los vascos ningún dinero en el caso de que no puedan ser de valor para usted; sin embargo, la Oficina sigue opinando que, basándose en experiencias pasadas con los vascos en Venezuela, pueden ser utilizados no solo con referencia a investigaciones de actividades españolas, sino en investigaciones de todos los demás asuntos de interés para usted. No obstante, en caso de que sus servicios no sean satisfactorios, no dude en comunicárselo a la Oficina y tomar las medidas oportunas para ajustar los pagos que se les efectúen. El Bureau se esforzará por ayudarle en la medida de lo posible, tratando el asunto con el Cuartel General vasco en Nueva York, que dará instrucciones a la organización local sobre la cooperación con usted.41
Dos semanas después, se retomaron las operaciones SVI-FBI en Venezuela, como confirmó el agregado legal: “Se continuará utilizando a los informantes […] los vascos se concentrarán en obtener información política e información relativa a los disturbios que existen actualmente en Venezuela”.42 Aprovechando la versatilidad a la que había aludido Hoover, el agente del SIS solicitó al SVI información sobre las reformas intervencionistas del Gobierno de Medina Angarita, que estaban generando desestabilización y descontento social a causa de la interferencia del Estado venezolano en las empresas privadas. Estas medidas habían afectado a EE. UU., pues los cambios en las concesiones de hidrocarburos, que se implementaron para convertir el petróleo en un factor de riqueza nacional, conllevaron transformaciones en la extracción del crudo y su refino, incidiendo en la capacidad extractiva de empresas extranjeras como Standard Oil, cuyos aportes petrolíferos eran fundamentales para las necesidades de guerra de EE. UU. y en la que había agentes de inteligencia infiltrados.43
Que los vascos fueran útiles en la obtención de otro tipo de información se convirtió en un arma negociadora. Entre julio y octubre de 1944, Irala y Aguirre, ya fuera realizando viajes exprofeso a los diferentes países latinoamericanos o negociándolo directamente con los representantes del FBI en Nueva York, buscaron asegurar la relación entre el Buró y el SVI también en Chile, Colombia, Cuba, Uruguay y México.
Para este último, se ha tenido acceso a planes específicos, que han dejado rastro documental en los fondos del BIS. En la capital azteca, el SIS solicitó la elaboración de una lista de activos y potenciales agentes para tejer una intrincada red informativa que se dedicara a espiar al exilio republicano español. Al igual que había sucedido en Venezuela, esta petición produjo uno de los encontronazos más notables entre el FBI y el SVI vinculados a la financiación. Cuando la labor informativa estaba a punto de iniciarse, el SIS redujo los honorarios del SVI, que cifró en un pago mensual de 300 pesos mexicanos (unos 24 dólares de la época). El ofrecimiento fue interpretado como un insulto, una desconsideración hacia los esfuerzos de la organización de
41 FBI Records, The Vault, BIS, Section II, NND-267468, Carta de J. Edgar Hoover al agregado legal de la embajada de EE. UU. en Venezuela, Caracas, 8-8-1944.
42 FBI Records, The Vault, BIS, Section II, NND-267468, Informe de la oficina del agregado legal de la embajada de EE. UU. en Venezuela al director del FBI, Caracas, 22-8-1944.
43 Straka, T. (Comp.). (2016). La nación petrolera: Venezuela 1914-2014. Universidad Metropolitana, 187; Osorio, P.J. (2018). Evolución histórica de la visión del petróleo como instrumento de independencia económica. Iustitia Socialis. Revista Arbitrada de Ciencias Jurídicas (3:5), 57.
inteligencia vasca. Como subrayaría Irala al lehendakari, la inversión mínima para los operativos en México era de mil pesos semanales (cerca de 80 dólares de la época).44
En primera instancia, el presidente Aguirre le llamó a la calma. Con vistas a consolidar la estrategia vasca en el futuro y viendo cómo el desembarco de Normandía había frenado el avance alemán en la guerra, debían colaborar como fuera, incluso gratis. Lo importante era que el SVI y el Gobierno vasco mantuvieran un vínculo estrecho con el amigo americano. A finales de 1944, el panorama empeoró: el FBI redujo de nuevo la financiación sin previa negociación con la delegación vasca en Nueva York. Y, automáticamente, los problemas se incrementaron. Sin financiación el SVI no podía hacer labor operativa, aunque el lehendakari urgiera a trabajar para el FBI sin contraprestación económica. En Venezuela, México y Chile desarrolló muy pocas operaciones durante esos meses y obtuvo resultados exiguos. En Santiago, el agregado legal se quejó a Hoover de que la nutrida colonia vasca proporcionaba información “incompleta y no exhaustiva” sobre “asuntos comunistas y marítimos”. En otras palabras, el SVI había decidido parar su actividad hasta que recibiera dinero suficiente del FBI para las operaciones.45
Ante la dificultad, Irala explotó. Durante meses, se había volcado en cimentar los contactos, coordinar las actividades de inteligencia y convencer a los americanos de las ventajas de la cooperación. Todo debidamente negociado con Doyle en la Gran Manzana. Todo convenientemente acordado por ambas partes. Sin embargo, sus socios habían optado por cerrarles el grifo sin informarles de ello, lo que a todas luces era para él un gesto de desconfianza hacia el SVI. En opinión del coordinador de la Inteligencia vasca, la medida estaba completamente injustificada, porque “el aspecto económico no puede preocupar a quienes en el volumen de su presupuesto tengo la seguridad de que [nuestra partida] es una insignificancia”, como le recordó al presidente vasco.46
Irala buscó un motivo por el que el FBI hubiera actuado unilateralmente. Y lo encontró: la maniobra financiera era la enésima desconsideración de los norteamericanos hacia una pequeña organización de información con la que habían colaborado exitosamente en “la causa común de la libertad”. Según su argumentación, el Buró quería controlarles mediante la dependencia económica porque seguía sospechando de ellos y, por eso, les tenía todavía en cuarentena: “Tal vez, les resulta difícil, por hábitos profesionales, habituarse a tratar, en vez de con agentes, con un servicio modesto, todo lo modesto que se quiera, pero que no es un grupo de individuos agentes suyos, sino el SI [servicio de inteligencia] de una organización patriótica”.47
A decir de Irala, Hoover había roto la independencia acordada. En su enfado, sin embargo, el vasco olvidó algunos hechos, entre ellos los errores y las discrepancias habidas, las llamadas de atención de Crosby y los problemas con el agregado legal de Caracas. Y, por supuesto, descuidó una cuestión estratégica, que era fundamental para el FBI: Hoover quería información sobre la implantación de las organizaciones del Tercer Reich, pero también que el SVI hiciera un seguimiento de las actividades comunistas, incluidas las de sus compatriotas republicanos, en Latinoamérica. En otras palabras, estaban demandando de ellos una serie de prestaciones que, según los informes de 1945, no estaban haciendo.48
44 Mota Zurdo, D. (2016). Un sueño americano…, op. cit., 170.
45 Jiménez de Aberásturi, J.C. (1999). De la derrota a la esperanza…, op. cit., 478; FBI Records, The Vault, BIS, Section II, Leg. 64-23119-65, Memorando de la oficina del agregado legal de la embajada de EE. UU. en Chile al director del FBI, Santiago, 10-8-1944.
46 FBI Records, The Vault, BIS, Section VII, NND-267468, Leg. 64-23117, Carta de Antón Irala a José Antonio Aguirre, Nueva York, 14-11-1944.
47 Ibid.
48 Ibid.
6. Mirando a Europa: la revaloración del SVI
Con todo, la relación con el FBI no se interrumpió. En el terreno americano Manuel de la Sota se quedó al frente de la delegación vasca en Nueva York, desde la que ayudó a Lasarte a coordinar la actividad informativa en Latinoamérica, y, en Europa, Aguirre e Irala trataron de llevar a otro nivel la conexión con agencias de espionaje. Según la investigación realizada, en consonancia con la consolidación y extensión del SIS, el FBI y el SVI estrecharon también los lazos en el Viejo Continente. En diciembre de 1944, la agencia de Hoover había iniciado la colaboración con el MI-6 en la capital inglesa, y, para el final de la contienda, el SIS había abierto estaciones operativas en Moscú, Lisboa, Madrid, Roma y París.49
Es en este contexto, en que el FBI buscó convertirse en una agencia de alcance global, donde se enmarcan los proyectos conjuntos SIS-SVI en Francia. El 25 de marzo de 1945, Irala y Aguirre dejaron Nueva York para trasladarse a París. Como se sabe, los motivos principales de este viaje fueron dos. El primero, preparar el terreno para el regreso de las instituciones vascas a Francia, reestructurar la delegación y centralizar allí la actividad del exilio nacionalista. Y el segundo, al que se ha tenido acceso en esta investigación, atender cuestiones logísticas del SVI para activar y disgregar la red de espionaje vasca en Francia, cuyas ramificaciones estaban en contacto con la OSS, y conectarla también al FBI, por si la agencia de Hoover sustituía finalmente a la de Donovan.
Los informes consultados así lo avalan. Días antes de su partida, Irala se entrevistó en Nueva York con Doyle, quien le dio indicaciones para reunirse con un agente del SIS en Francia ante la proximidad del final de la guerra y el proyecto de Hoover de convertir la agencia en una central de inteligencia internacional.50 El 7 de abril se produjo la citada reunión de París, en que el vasco informó de sus próximos pasos: estaría en la capital francesa dos semanas, posteriormente se trasladaría al País Vasco francés y luego regresaría a Nueva York, dando antes indicaciones a Pepe Michelena, el jefe del SVI en territorio galo, para que iniciaran el contacto con el FBI y comenzaran a trabajar juntos. Irala también aprovechó la ocasión para hacer un guiño anticomunista que fortaleciera las relaciones con el FBI y que este incluyera al SVI en sus planes, indicándole que EE. UU. debía apoyar “elementos verdaderamente democráticos” en España e impedir que el antifranquismo se lanzara a los brazos del Partido Comunista, algo en lo que el SVI y el exilio nacionalista vasco podían ser determinantes.51
El 28 de junio de 1945 Irala regresó a EE. UU. y se reunió con C. V. D. Rousseau, agente de la oficina del SIS de Nueva York. En ese encuentro, Irala reportó haber retomado el contacto “con varios miembros de la organización vasca, incluidos sus agentes de inteligencia” en Francia (la Red Nicolás de Pepe Michelena), hombres altamente capacitados que contaban con una organización desplegada por todo el país. Y acordó con el agente parisino que las relaciones informativas se iniciarían de inmediato. El contenido de esos encuentros y conexiones es hasta el momento un enigma, y no se sabe, por la falta de fuentes, si la red FBI-SVI en Francia echó a andar en algún momento.52
49 Weiner, T. (2012). Enemigos…, op. cit., 172.
50 Este hecho, por ejemplo, explicaría que el FBI hiciera pública la desarticulación de la red Bromo en 1945. FBI Records, The Vault, BIS, Section VIII, NND-267468, Informe de E. E. Conroy a J. E. Hoover, Nueva York, 23-3-1945.
51 FBI Records, The Vault, BIS, Section VIII, NND-267468, Informe de agente del SIS en París a J. E. Hoover sobre Servicio de Inteligencia Vasco, París, 9-4-1945.
52 FBI Records, The Vault, BIS, Section VIII, NND-267468, Carta de C. V. D. Rousseau a C. H. Carson sobre contacto con Antonio Irala, secretario de la presidencia Aguirre, de la República Vasca, París, 28-6-1945.
7. De nuevo, la sospecha
Mientras tanto, la situación en América se complicó. Si en Europa el FBI quiso estrechar lazos con el SVI, en el continente americano los recortes en la financiación y el exceso de celo en la autonomía operativa de la organización vasca tensaron la relación. Para muestra, un botón. En Colombia, el SVI congeló los operativos en Barranquilla, Cali y Bogotá por falta de financiación y discrepancias de algunos miembros con el SIS, que reiteradamente solicitaban información sobre las actividades comunistas sin pagar contraprestación alguna.53 En Argentina, asimismo, hubo importantes reducciones en la financiación, pasándose de dos mil dólares a casi la mitad. Según la oficina de Buenos Aires, esos recortes incomodaban a las unidades del SVI, sobre todo cuando el SIS no pagaba “sumas adicionales” por servicios extra.54
No era el único problema. En Santo Domingo, por ejemplo, hubo discrepancias en torno a las atribuciones que correspondían al SVI y al SIS y el uso que los vascos podían dar a la valija diplomática. Jesús Galíndez, delegado del Gobierno vasco y coordinador del SVI en Ciudad Trujillo, recibió las quejas del agregado legal Clement Driscoll cuando este supo que los activos del SVI utilizaban la valija del FBI para realizar comunicaciones que nada tenían que ver con operaciones de la oficina federal. Así lo reflejó en un informe: “[No es] deseable que los medios de comunicación de la Oficina, que se han ampliado excepcionalmente para la comodidad de la organización vasca, se utilicen para difundir información relativa a la propia organización vasca”.55
Con acciones como las indicadas, el SVI puenteaba los acuerdos, al no cumplir con el protocolo y rehuir el control y las directrices del FBI. Tampoco eran los únicos que estaban incumpliendo el pacto, como hemos visto. Pese a que en 1944 se sellara el convenio de colaboración SVI-FBI, los hombres de Hoover no dejaron de vigilar en América a las organizaciones vascas, valorando sus conexiones con el antifranquismo, el catalanismo y el galleguismo, así como su ideología y organizaciones, incluidos los nexos con el comunismo, como recogen los informes del FBI sobre el pacto Galeuzca.56
La tensión, la discrepancia y el enfrentamiento constituyeron un fenómeno generalizado que afectó a la situación de diferentes unidades del SVI en América Latina. En Chile, Lasarte reclamó varias veces que se mejorara la financiación para los trabajos encomendados por el agregado legal y solicitó el pago mínimo de 8.500 pesos (267 dólares al cambio en 1945). Para el agente del SIS, esa cantidad retribuía de modo excesivo los servicios prestados; es decir, los fondos asignados al SVI correspondían a la fiabilidad de su información: los vascos eran “honestos y voluntariosos” y ponían mucho empeño, pero no aportaban datos de calidad. Así, le reprochó a Lasarte que no cotejara la información y le urgió a que revisara las fuentes del SVI.57
53 FBI Records, The Vault, BIS, Section VIII, NND-267468, Informe de la oficina del agregado legal de la embajada de EE. UU. en Colombia al director del FBI, Bogotá, 18-4-1945.
54 FBI Records, The Vault, BIS, Section VIII, NND-267468, Informe de la oficina del agregado legal de la Embajada de EE. UU. en Argentina al director del FBI, Buenos Aires, 20-2-1945; FBI Records, The Vault, BIS, Section VIII, NND-267468, Carta de J. Edgar Hoover a la oficina del agregado legal de la Embajada de EE. UU. en Argentina, Buenos Aires, 20-3-1945.
55 FBI Records, The Vault, BIS, Section VIII, NND-267468, Informe de Clement J. Driscoll al director del FBI sobre la organización vasca, Ciudad Trujillo, 14-4-1945.
56 FBI Records, The Vault, BIS, Section VIII, NND-267468, Carta de J. E. Hoover a Frederick B. Lyon, jefe de la división de las relaciones de acción exterior del Departamento de Estado, sobre las actividades de Galeuzca y las organizaciones proautonomía y antifranquistas de gallegos, vascos y catalanes, Washington D. C., 15-6-1945.
57 FBI Records, The Vault, BIS, Section IX, NND-267468, Informe de la oficina del agregado legal de la embajada de EE. UU. en Chile al director del FBI, Santiago, 1945.
La tesis autorreferencial del preparado y efectivo SVI, que Aguirre e Irala habían vendido a los norteamericanos desde 1942, empezó a desmoronarse. La información transmitida era incorrecta, absurda y, muchas veces, simples rumores. Así lo indicó el agente del SIS, que llegó a dudar de si las actividades de inteligencia vasca existían realmente. En su opinión, esas labores eran una farsa con la que estaban obteniendo dinero para su acción política patriótica y antifranquista: los vascos se habrían limitado a adecuar sus informes a las indicaciones y requerimientos del FBI, sin aportar nada de interés.
Este tipo de valoraciones fueron minando la reputación de la organización vasca, revelándose su capacidad real. La documentación disponible invita a pensar que el SVI tuvo una capacidad limitada para realizar actividades de espionaje exitosas a lo largo y ancho de Latinoamérica, y todo parece indicar que fue un artificio propagandístico muy bien diseñado por el exilio político nacionalista vasco. El testimonio del agregado legal del FBI en Chile avala esta tesis:
Otra crítica a la organización vasca en Chile es que carecen de contactos que puedan utilizar con frecuencia dentro del elemento comunista. En febrero de 1945, después de haber recibido una solicitud de cierto material sobre el Partido Comunista de Chile y sus dirigentes para el monográfico sobre comunismo de la agencia, se solicitó a los vascos que obtuvieran información específica sobre el partido, los líderes del partido, su formación, etc. antes del 15 de marzo. […] Nunca pudieron presentar un informe sobre este asunto y no lo han hecho hasta la fecha, aunque no han sido presionados para ello ya que esta oficina pudo proporcionar a la agencia algunos datos sobre el Partido Comunista para su inclusión en el informe. Sin embargo, se cree que esta imposibilidad de proporcionar la información en un tiempo razonable indica no solo su incapacidad de informar puntualmente sobre asuntos de interés para esta oficina, sino la falta de informantes sobre asuntos comunistas.58
Pero las carencias de la información proporcionada no solo estaban en su imposibilidad de infiltrarse en los cuadros comunistas y/o socialistas en el país chileno, sino también a la hora de informar sobre el exilio republicano y/o sobre las actividades nazis y fascistas en el marco de la Operación Safehaven, mediante la que se persiguieron bienes y fugitivos de Alemania.59 El agregado legal del FBI en Santiago insistió en la incompetencia del SVI en reiteradas ocasiones y justificó la reducción de fondos por sus poco productivas labores:
En febrero de 1945, […] se les pidió que discretamente hicieran averiguaciones específicas sobre cualquier actividad nazi o fascista, y se les pidió particularmente información sobre actividades comunistas en la parte sur de Chile. También se les pidió que informaran a sus fuentes sobre su interés en las actividades comunistas. En ese momento, señalaron que el propósito principal del viaje sería la obtención de información sobre las actividades comunistas, particularmente la de los comunistas españoles que trabajan en la parte sur de Chile y que se esfuerzan por recaudar dinero para ayudar a la guerrilla antifranquista [el maquis]. Lo mejor que se puede
58 Ibid.
59 Para evitar el renacimiento del nazismo, Estados Unidos diseñó la Operación Safehaven con el objetivo de congelar los bienes alemanes presentes en países neutrales de América y Europa, entre ellos España. Fruto de esta operación se creó una comunidad internacional de información que implicó a distintos países y agencias, entre ellas el FBI. Lorenz-Meyer, M. (2007). Safehaven: The Allied Pursuit of Nazi Assets Abroad. University of Missouri Press, 180; Yeadon, G. (2008). The Nazi Hydra in America: Supressed History of a Century. Progressive Press, 293.
decir de su informe es que contactaron a sus fuentes. No han podido aportar información de valor sobre actividades comunistas, nazis o fascistas.60
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, la situación en Venezuela también se complicó. El 7 de septiembre de 1945, la delegación del Gobierno vasco en Caracas advirtió al SIS de que en un plazo no superior a dos semanas la red del SVI dejaría de colaborar con ellos. En realidad, era la crónica de una muerte anunciada. Desde 1944 los servicios de la organización vasca habían sido insatisfactorios “debido a la indolencia de sus miembros” y a la pérdida de interés del FBI. Pero, en este caso, lo sorprendente fue que la iniciativa viniera de la delegación vasca en Venezuela, puesto que los grupos de Argentina, Cuba, México y Colombia continuaron colaborando.61
La decisión de la delegación vasca en Caracas hizo saltar las alarmas de la central del FBI, que pensó en el efecto contagio a otros territorios, incluso la interrupción de su proyecto en Francia. El 17 de septiembre de 1945, sin tiempo que perder, un representante del SIS se reunió con Irala en Nueva York para pedir explicaciones. El vasco fue claro: la red del SVI continuaría colaborando, mejoraría sus operativos en Latinoamérica y trabajaría para extender la colaboración a Europa.62 Tres días después de esa reunión, el presidente Harry S. Truman destituyó a William Donovan, disolvió la OSS y creó la Unidad de Servicios Estratégicos (SSU). Asimismo, le dejó las cosas claras a Hoover: el FBI no sería una agencia global de inteligencia, porque no podría operar fuera de EE. UU.63
La SSU mantuvo en funcionamiento las antiguas estaciones de la OSS en todo el mundo con carácter temporal. Durante ese tiempo, Hoover trató de que el FBI sustituyera a la SSU, mejorando y ampliando sus atribuciones y jurisdicción. Pero no tuvo éxito. La enemistad declarada entre él y Truman permeó la atmósfera, al punto de que el 22 de enero de 1946 el Departamento de Estado, para quitarse de en medio sus anhelos de control de la inteligencia estadounidense, creó el Grupo Central de Inteligencia (CIG) como sustituto del SSU, convirtiéndose en la principal agencia civil de inteligencia estadounidense en el extranjero. En 1947, en virtud de la Ley de Seguridad Nacional, el CIG pasó a denominarse Agencia Central de Inteligencia (CIA).
8. El SVI y sus planes
En el ínterin, los acontecimientos comenzaron a precipitarse. A la reducción de la financiación, la desidia a la hora de informar de algunas redes del SVI, la implicación de Aguirre e Irala en la política, la acción informativa en Europa y la falta de apoyo del presidente Truman a Hoover, se sumaron hechos más concretos: a principios de 1946, coincidiendo con la creación del CIG, Lasarte abandonó Argentina y regresó a Europa. El coordinador de la actividad operativa e informativa del SVI en América Latina se trasladó a Francia para estar cerca de los dirigentes del Gobierno vasco, del PNV y del SVI, dispuesto a colaborar en la relación con la nueva organización de referencia, la futura CIA.
60 FBI Records, The Vault, BIS, Section IX, NND-267468, Informe de la oficina del agregado legal de la embajada de EE. UU. en Chile al director del FBI, Santiago, 1945.
61 FBI Records, The Vault, BIS, Section IX, NND-267468, Informe de la oficina del agregado legal de los EE. UU. en Venezuela al director del FBI, Caracas, 10-9-1945.
62 FBI Records, The Vault, BIS, Section IX, NND-267468, Carta de E. E. Conroy a J. E. Hoover, s. l., 19-9-1945.
63 Weiner, T. (2012). Enemigos…, op. cit., 185.
Cuando el agregado legal del FBI en Buenos Aires se enteró de la noticia, no interpretó negativamente la marcha de Lasarte, ni atisbó un posible cambio en las relaciones. Precisamente, el 2 de enero de 1946 indicó a Hoover que no esperaba que la ausencia de Lasarte afectara “en modo alguno a las relaciones existentes entre esta oficina y la Organización Vasca”.64 A corto plazo, no se equivocó. Hasta julio de ese año, el contacto con la red del SVI fue similar, pero, pasado ese tiempo, Lasarte regresó de Francia con la misión de reestructurar la organización de inteligencia. Una modificación que justificó con el siguiente argumento: los mil dólares mensuales eran insuficientes para mantener en funcionamiento toda la red, por lo que el número de efectivos destinados al espionaje y la información en Argentina debía variar.
Lasarte estaba descontento. Había observado que en el cómputo general de las distintas células del SVI desplegadas por Latinoamérica no se había abonado la mitad de la financiación pactada inicialmente. O los americanos querían reducir el servicio o directamente estaban dejándolo morir económicamente para que desapareciera.65 En parte, era así. El SIS tenía sus días contados en América, pero se desconocía la fecha exacta de su disolución. Por eso, los agregados legales dilataron los pagos para no cortar de súbito la relación con el SVI, que a su vez también estaba interesado en mantener la relación de algún modo para no desmantelar la red operativa en Sudamérica.66
Finalmente, los contactos entre el SIS y el SVI acabaron el 1 de enero de 1947. Con cierta resignación, el director del FBI recibió varios comunicados de los agregados legales en Argentina, Colombia y Chile. Este último, que había sido muy crítico con los informes del SVI, recomendó contactarles de nuevo “en el caso de que la agencia reabriera el SIS en Chile y los vascos no hayan vuelto a España”.67 Tras el fin oficial de la relación con el FBI, el SVI tendió la mano y se mostró dispuesto a colaborar en cualquier tipo de servicio que en el futuro requiriera el FBI.68 En el fondo, el espíritu de mantener el vínculo con el Tío Sam que habían requerido Aguirre e Irala acabó imponiéndose. Esa colaboración no tardó mucho en llegar. En febrero de 1946, Jesús Galíndez se asentó en Nueva York. Poco tiempo después, recibió el nombre en clave de NY-507-S y, aunque lo hizo a título individual, informó sobre el exilio republicano y los comunistas desde la Gran Manzana.
9. Conclusiones
El SVI y el FBI colaboraron durante la Segunda Guerra Mundial con dos objetivos. En primer lugar, evitar que las redes nazis y fascistas, incluidas las franquistas, pudieran operar en América con la finalidad de penetrar en EE. UU. Ese vínculo operativo entre vascos y norteamericanos
64 FBI Records, The Vault, BIS, Section X, NND-267468, Informe de la oficina del agregado legal de EE. UU. en Argentina al director del FBI, Buenos Aires, 2-2-1946.
65 FBI Records, The Vault, BIS, Section XI, NND-267468, Informe de la oficina del agregado legal de EE. UU. en Argentina al director del FBI, Buenos Aires, 20-7-1946.
66 FBI Records, The Vault, BIS, Section XI, 14-23119-34, Carta de C. H. Carson a D. M. Ladd sobre la organización de inteligencia vasca, s. l., 29-8-1946; FBI Records, The Vault, BIS, Section XI, 14-23119-34, Carta de C. H. Carson a D. M. Ladd, sobre la organización de inteligencia vasca, s. l., 25-9-1946.
67 FBI Records, The Vault, BIS, Section XI, NND 267-468, Informe de la oficina del agregado legal de EE. UU. en Chile al director del FBI, Santiago, 14-2-1947.
68 FBI Records, The Vault, BIS, Section XI, NND 267-468, Informe de la oficina del agregado legal de EE. UU. en Colombia al director del FBI, Bogotá, 3-3-1947.
se mantuvo tras el conflicto, para seguir de cerca los canales que fundamentalmente los alemanes trataron de utilizar para depositar sus bienes, tanto propios como expoliados, en América. Y, en segundo lugar, para controlar a un nuevo enemigo: el comunismo. El FBI vio en el SVI un socio deseable en la lucha anticomunista de posguerra, para la que comenzó a prepararse en los estertores de la contienda, diseñando medidas de vigilancia y contención. Las redes vascas fueron usadas a tal efecto para conocer el grado de penetración del comunismo en Latinoamérica, incluso en Europa, y saber qué papel estaba jugando el exilio republicano español en la transmisión y afianzamiento de esas ideas sobre el territorio.
Pero que esas labores estuvieran contempladas de ese modo sobre el papel no significa que el SVI espiara por decreto al exilio republicano. A lo largo de este artículo se ha puesto de manifiesto que hubo reticencias a espiar a sus propios compatriotas en algunos países. No sabemos si la documentación que los vascos aportaron sobre el exilio republicano fue precisa ni tampoco si fue incriminatoria; fundamentalmente, porque no hemos tenido acceso a esos informes. Sin embargo, de las referencias indirectas que se han obtenido de las cartas y memorandos de los agregados legales del FBI, podemos inferir que la información aportada no fue muy útil. Tampoco sabemos si esa mala calidad respondió a algún tipo de decisión premeditada para no poner en peligro a sus compañeros de exilio.
En cualquier caso, sí que la revelación de estos documentos inéditos nos sirve, por de pronto, para desmitificar o cuando menos cuestionar determinados relatos difundidos por la literatura histórica militante y la historiografía nacionalrevolucionaria vasca, que en referencia a las actividades del SVI siempre ha subrayado el firme sentimiento anticomunista de los nacionalistas vascos y de los agentes de la organización. Obviamente, hubo anticomunismo por convicción ideológica, pero eso no significa que fuera el sentimiento de toda la colectividad, como se ha comprobado con el caso de Olazabal en Venezuela. Y, asimismo, permite desmontar el relato mitificado sobre el alcance y la capacidad de las redes vascas fuera de España. Como hemos visto, eran muy mejorables, tenían una baja operatividad y contaban con fuentes basadas muchas veces en la conjetura.69
Asimismo, se ha examinado y constatado que las redes vascas fueron de interés para el FBI. Esas preferencias fueron variando con el paso del tiempo, conforme cambiaron los objetivos de la propia agencia y de su director, y en la medida en que hubo problemas de financiación. Aunque los vascos siempre tuvieron el objetivo de sintonizar ideológicamente con los norteamericanos para tratar de convencerles de que en España y en Euskadi había alternativas democráticas y no comunistas al franquismo, eso no debe obviar que las instituciones vascas en el exilio estaban necesitadas de financiación para sobrevivir al exilio ante la hipotética, pero previsible, continuidad de la dictadura.
La organización de inteligencia vasca se movió entre la necesidad y la oportunidad durante los años finales de la Segunda Guerra Mundial. Debido a la falta de financiación y a su proyecto de alinearse políticamente con los norteamericanos, el SVI, como organismo del PNV y del Gobierno vasco en el exilio, aceptó todo tipo de colaboración con las agencias de inteligencia estadounidenses, y, por consiguiente, no perdió la oportunidad de estrechar relaciones, ya fuera en América o en Europa.
69 Jiménez, E. (2005). San Fermingway: Otras historias de Ernest Hemingway. Txalaparta; Rodríguez, M. (2004). Espías vascos…, op. cit.; Azurmendi, J.F. (2014). Vascos en la Guerra Fría…, op. cit.
Pero en ese trasiego, como se infiere de las fuentes trabajadas en este trabajo, el SVI fue significativo para la estrategia de contraespionaje de la agencia de Hoover, aunque no determinante. De hecho, siempre imperaron los recelos hacia una organización extranjera, que dependía de un gobierno autonómico y de un partido en el exilio que mantuvo relaciones con el comunismo, como evidencia la presencia de Leandro Carro en el Ejecutivo de Aguirre hasta 1948. Precisamente, además de las relaciones SVI-OSS, este podría ser uno de los motivos por los que el FBI mantuvo una relación tensa y de regateo con la financiación desde 1943 hasta 1947, junto con la escasa calidad de los datos aportados. Una conexión que, sin embargo, no se interrumpió y que tampoco fue exclusivamente de espionaje al comunismo, toda vez que en 1944 se puso en marcha la Operación Safehaven y esta incluyó el seguimiento de fugitivos nazis y sus bienes a Latinoamérica. Y ahí, como se desprende del texto, el SVI ocupó su pequeña parcela de protagonismo.
En conclusión, gracias a la información aportada en este artículo, ahora sabemos con mayor grado de minuciosidad en qué consistieron las relaciones y acuerdos administrativos de la colaboración entre el FBI y las redes de inteligencia vascas, las grandes líneas sobre a qué se comprometieron a investigar y, sobre todo, cómo surgieron reticencias en torno a dos cuestiones: las cantidades económicas asignadas a sus trabajos y la productividad/eficiencia del SVI. Los resultados permiten avanzar que las solicitudes de espionaje al exilio republicano ocasionaron muchos reparos e importantes desencuentros y que la calidad de la información fue bastante exigua. Asimismo, el contexto internacional, la necesidad y la estrategia política del exilio institucional vasco obligaron a que el SVI aceptara colaborar y a que, durante ese ejercicio, simplemente trasladaran rumores y obviedades obtenidas de periódicos.
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Fecha de recepción: 16/04/2024
Fecha de aceptación: 18/07/2024
ISSN: 1889-1152. DOI: 10.1344/segleXX2024.17.7
ISSN: 1889-1152. DOI: 10.1344/segleXX2024.17.7
Revista catalana d’història 17 (2024), 145-170
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David Mota Zurdo (Universidad de Valladolid) es profesor titular de Historia Contemporánea. Sus líneas de investigación son: exilio, servicios de inteligencia, nacionalismos, terrorismo, cultura popular y deporte. Es miembro del Grupo de Investigación Reconocido “Franquismo y Transición en Castilla y León. Historia con fuentes orales” y del Instituto Universitario de Historia Simancas. En la actualidad, participa en diferentes proyectos del Ministerio de Ciencia e Innovación con referencia PID2022-136825NB-I00 y PID2022-138385NB-I00. Su última monografía es Vecinos. El impacto de ETA en La Rioja a través de sus víctimas (1978-1992), galardonada con el premio de investigación Instituto de Estudios Riojanos de 2024.
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ISSN: 1889-1152. DOI: 10.1344/segleXX2024.17.7
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