Revista catalana d’història 17 (2024), 24-53

Mujeres y movilización social en Valencia durante la Transición: barrios, sindicalismo y feminismos

Vicenta Verdugo

Florida Universitària

vverdugo@florida-uni.es

https://orcid.org/0000-0002-4291-0518

Resumen

Se analiza la participación de las mujeres en los movimientos sociales durante la Transición democrática valenciana: el movimiento vecinal, los feminismos y el ámbito sindical de CCOO. Para ello se parte de fuentes orales, de testimonios de mujeres que formaron parte de estos movimientos sociales. Entre ellas, principalmente militantes del Movimiento Democrático de Mujeres. El estudio sobre la inserción de las mujeres en los movimientos sociales conlleva observar cómo el género condicionaba transversalmente las formas, ámbitos y espacios de actuación política femenina/feminista. Además, el análisis de estas cuestiones nos permite incorporar a las mujeres a la explicación y reflexión históricas sobre el antifranquismo, atendiendo a las identidades y las relaciones de género. Igualmente, nos permite cuestionar la subalternidad en la que tradicionalmente se ha situado la participación femenina. La historia social y la historia de las mujeres y del género han estudiado la complejidad de la construcción social de la protesta, la importancia de las prácticas culturales, la experiencia de vida y las redes sociales para la actuación de los sujetos históricos. Así, la cultura desempeña un papel decisivo. En los movimientos sociales de los años setenta encontramos el peso de las culturas políticas de la izquierda, la cultura obrera, el cristianismo de base y la formulación de una cultura feminista y ciudadana. De estos mimbres “culturales” se alimentaron identidades colectivas y movimientos sociales de la Transición democrática, un tejido social sumergido que se fue configurando durante el tardofranquismo y que eclosionó a la muerte del dictador.

Palabras clave: mujeres, género, antifranquismo, movimientos sociales, franquismo y Transición

Resum

Dones i mobilització social a València durant la Transició: barris, sindicalisme i feminismes

S’analitza la participació de les dones en els moviments socials durant la Transició democràtica valenciana: el moviment veïnal, els feminismes i l’àmbit sindical de CCOO. Per a això es parteix de fonts orals, de testimonis de dones que van formar part d’aquests moviments socials. Entre les quals, principalment militants del Moviment Democràtic de Dones. L’estudi sobre la inserció de les dones en els moviments socials comporta observar com el gènere condicionava transversalment les formes, els àmbits i els espais d’actuació política femenina/feminista. A més, l’anàlisi d’aquestes qüestions ens permet incorporar les dones a l’explicació i la reflexió històriques sobre l’antifranquisme, atenent les identitats i relacions de gènere. Així mateix, ens permet qüestionar la subalternitat en la qual tradicionalment s’ha situat la participació femenina. La història social i la història de les dones i del gènere han estudiat la complexitat de la construcció social de la protesta, la importància de les pràctiques culturals, l’experiència de vida i les xarxes socials per a l’actuació dels subjectes històrics. Així, la cultura juga un paper decisiu. Als moviments socials dels anys setanta trobem el pes de les cultures polítiques de l’esquerra, la cultura obrera, el cristianisme de base i la formulació d’una cultura feminista i ciutadana. D’aquests vímets “culturals” es van alimentar identitats col·lectives i moviments socials de la Transició democràtica, un teixit social submergit que es va anar configurant durant el tardofranquisme i va fer eclosió a la mort del dictador.

Paraules clau: dones, barris, sindicalisme, feminismes, franquisme i Transició

Abstract

Women and social mobilization in Valencia during the Transition: neighbourhoods, unionism and feminisms

The participation of women in social movements during the Valencian Democratic Transition is analysed: the neighbourhood movement, feminisms and the CCOO union sphere. To achieve this, we start from oral sources, the testimonies of women who were part of these social movements. Among them, mainly militants of the Democratic Women’s Movement. The study of the insertion of women in social movements involves observing how gender transversally conditioned the forms, spheres and spaces of the feminist political action. Furthermore, the analysis of these issues allows us to incorporate women into the explanation and historical reflection on anti-Francoism, considering gender identities and relations. Likewise, it allows us to question the subalternity in which female participation has traditionally been placed. The social history and the women’s and gender history have studied the complexity of the social construction of protest, the significance of cultural practices, life experience and social networks for the actions of historical subjects. Thus, culture plays a decisive role. In the social movements of the seventies we find the heavy weight of the political cultures of the left, the workers’ culture, the grassroots of Christians and the formulation of a feminist and citizen culture. From this “cultural wicker”, collective identities and social movements of the Democratic Transition were fed, a submerged social fabric that took shape during the late Francoist period and emerged upon the death of the dictator.

Keywords: women, gender, anti-Francoism, social movements, Francoism and Transition

§

1. Introducción

El presente texto busca analizar cómo las mujeres antifranquistas se incorporaron a los movimientos sociales de oposición a la dictadura, centrándonos en el Movimiento Democrático de Mujeres (MDM) valenciano, que desde sus inicios trató de combinar la lucha de las mujeres contra la dictadura con la lucha por sus derechos.1 Nos fijaremos en su participación en el movimiento vecinal y el movimiento obrero y en su aportación al movimiento feminista. La cronología que abarcaremos será desde los años sesenta del siglo XX hasta el final del proceso democrático transicional, puesto que las mujeres participaron de múltiples formas en los movimientos sociales y desarrollaron unos compromisos políticos que fueron decisivos en la experiencia colectiva femenina, dejando su impronta en el movimiento feminista de la Transición. En este sentido, Mary Nash2 ha señalado la centralidad de la política y del compromiso antifranquista como un elemento clave en el empuje del feminismo como movimiento social y la interrelación de escenarios políticos, sociales, sindicales, urbanos y personales que intervinieron en la formación de una identidad compartida y en las respuestas colectivas de las mujeres.3

Partimos del marco teórico de la historia de las mujeres y del género. Ello supone tener en cuenta cómo se produjeron en los movimientos sociales las contribuciones femeninas, desde qué prácticas de militancia, donde el género condicionaba transversalmente las formas, ámbitos y espacios de actuación política. Además, “la inserción de las mujeres en el movimiento obrero o el vecinal fueron espacios de lucha antifranquista que les posibilitó acceder a una concienciación feminista”,4 a la vez que transformó la conciencia femenina y renovó las formas de acción política, contribuyendo al proceso de transición hacia la democracia.5

Las fuentes utilizadas son testimonios de recopilación propia, así como del proyecto «nero y militancia de mujeres en los orígenes del sindicato CCOO en el País Valenciano».6 Asimismo, se han utilizado testimonios del homenaje al Movimiento Democrático de Mujeres del País Valenciano7 y del documental Mujeres en lucha, realizado por la televisión sueca en 1976.8 Son experiencias personales que nos permiten aproximarnos a la inserción de las mujeres del MDM en los movimientos sociales. Memorias subjetivas individuales en clave de política antifranquista y feminista. Voces individuales representativas de un sujeto colectivo y un conjunto de memorias significativas.

Por otra parte, en un sucinto estado de la cuestión hay que señalar que la historia de las mujeres realiza sus investigaciones partiendo de planteamientos conceptuales y teóricos como

1 Arriero, F. (2016). El Movimiento Democrático de Mujeres. De la lucha contra Franco al feminismo. Los Libros de la Catarata; Di Febo, G. (1979). Resistencia y movimiento de mujeres en España, 1936-1976. Icaria; Romeu, F. (1994). El silencio roto. Mujeres contra el franquismo. Gráficas Summa.

2 Nash, M. (2013). Resistencias e identidades colectivas: el despertar feminista durante el tardofranquismo en Barcelona. En Nash, M. (Ed.). Represión, resistencias, memoria. Las mujeres bajo la dictadura franquista. Comares, 139-158.

3 Ibid.

4 Nash, M. (2004). Mujeres en el mundo: Historia, retos y movimientos. Alianza, 214.

5 Kaplan, T. (1999). Luchar por la democracia: formas de organización de las mujeres entre los años cincuenta y los años setenta. En .Mujeres, regulación de conflictos sociales y cultura de la paz. Institut Universitari d’Estudis de la Dona. Universitat de València, 89-107.

6 Archivo José Luis Borbolla-CCOO-PV (AJLB CCOO-PV). Mujeres, trabajo y militancia sindical bajo la dictadura, sobre la militancia de mujeres en los orígenes de CCOO PV (1958-1986).

7 El Moviment Democràtic de Dones, 40 anys després, disponible en https://www.youtube.com/@movimientodemocraticomujer391 .

8 Mujeres en lucha, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=XcunfB2Nj_E .

el género y las relaciones de género, entendidas estas como campo primario de relaciones de poder entre hombres y mujeres, como relaciones sociales que se construyen histórica y culturalmente.9 Así, la utilización del género como construcción sociocultural de “lo femenino” y “lo masculino” en el análisis de los procesos tardofranquista y transicional en España nos muestra cómo el compromiso político de las mujeres antifranquistas con su inserción en los movimientos sociales contribuyó a la redefinición de las identidades de género y de las esferas de lo público y lo privado. Ello contribuyó a que se produjeran cambios en los modelos de género, en las formas de relación y en la política. Son numerosos los estudios y la bibliografía sobre el Movimiento Democrático de Mujeres y sobre las mujeres de preso y las militancias femeninas comunistas.10 Algunas militantes, como la dirigente Rosalía Sender, han publicado sus memorias, que nos ayudan a entender las contradicciones, los riesgos y la complejidad del compromiso político de las mujeres en el antifranquismo.11 Igualmente, es preciso señalar cómo las mujeres trabajadoras participaron en la conformación del sindicalismo de clase refiriéndonos, en concreto, a las tareas que desarrollaron en CCOO y su compromiso con el movimiento obrero, aportando al sindicalismo una mirada de género femenino/feminista ante cuestiones que los trabajadores masculinos nunca habían considerado necesidades y reivindicaciones que incorporar en sus demandas. Así, con una militancia en múltiples escenarios, las mujeres que lucharon contra el franquismo, como en el caso de las que participaron en CCOO y/o en el MDM, desarrollaron dobles y triples militancias, lo que problematizó enormemente sus vidas y su trabajo político.12

9 Respecto al concepto de género en el análisis histórico, véase Scott, J.W. (1990). El género una categoría útil para el análisis histórico. En Amelang, J.S y Nash, M. (Eds.). Historia y género: Las mujeres en la Europa moderna y contemporánea. Edicions Alfons el Magnànim, 23-56.

10 Moreno, A. (1977). Mujeres en lucha. Anagrama; Di Febo, G. (1979). Resistencia y movimiento de mujeres, op. cit.; Romeu, F. (1994). El silencio roto, op. cit.; Salas, M. y Comabella, M. (1999). Asociaciones de mujeres y movimiento feminista. En Asociación de Mujeres en la Transición Democrática. Españolas en la Transición: De excluidas a protagonistas (1973-1982). Biblioteca Nueva, 25-125; Nash, M. (2004). Mujeres en el mundo, op. cit.; Nash, M. (2007). Dones en Transició: De la resistència política a la legitimitat feminista: les dones en la Barcelona de la Transició. Ajuntament de Barcelona; Nash, M. (2011). La construcción de una cultura política femenina desde la legitimidad feminista durante la transición política democrática. En Aguado, A. y Ortega, T.M. (Eds.). Feminismos y antifeminismos: Culturas políticas e identidades de género en la España del siglo XX. PUV, 283-306; Kaplan, T. (1999). Luchar por la democracia, op. cit.; Abad, I. (2009). Reivindicaciones y movilizaciones femeninas desde el PCE durante el segundo franquismo. En Bueno, M. y Gálvez, S. (Eds.). Nosotros los comunistas: Memoria, identidad e historia social. FIM, 231-252; Abad, I. (2012). En las puertas de la prisión. Icaria Editorial; Cabrero, C. (2006). Mujeres contra el franquismo (Asturias, 1937-1952): Vida cotidiana, represión y resistencia. KRK; Cabrero, C. (2009). Militancia, resistencia y solidaridad. Las mujeres comunistas y la lucha clandestina del primer franquismo. En Bueno, M. y Gálvez, S. (Eds.). Nosotros los comunistas: Memoria, identidad e historia social. FIM, 205-229; Cabrero, C. (2022). Las mujeres comunistas en la lucha antifranquista: viejos y nuevos frentes para una militancia plural. En Erice, F. (Dir.). Un siglo de comunismo en España II: Presencia social y experiencias militantes. Akal, 335-366; Verdugo, V. (2011). Prácticas políticas y movimiento feminista en el País Valenciano (1976-1982). En Aguado, A. y Ortega, T.M. (Eds.). Feminismos y antifeminismos: Culturas políticas e identidades de género en la España del siglo XX. PUV, 333-358; Verdugo, V. (2014). El movimiento democrático de mujeres el compromiso político por una ciudadanía democrática. En Aguado, A. y Sanfeliu, L. (Coords.). Caminos de democracia: Ciudadanías y culturas democráticas en el siglo XX. Comares, 115-131; Suárez, C. (2014). Ciudadanía (des)igualitaria: El feminismo asturiano entre el franquismo y la Transición. Trabe; Arriero, F. (2016). El Movimiento Democrático de Mujeres, op. cit.; Moreno, M. (2005). Manifiestos feministas: Antología de textos del movimiento feminista español (1965-1985). Universidad de Alicante-Centro de Estudios sobre la Mujer; Moreno, M. (2013). Compromiso político y feminismo en el universo comunista de la Transición. Cuestiones de Género: De la Igualdad y la Diferencia (8), 43-60; Moreno, M. (2022). Militar en el “Partido de la Liberación de la Mujer”. Las comunistas, el PCE y el feminismo en la Transición. En Erice, F. (Dir.). Un siglo de comunismo en España II: Presencia social y experiencias militantes. Akal, 367-397.

11 Sender, R. (2004). Nos quitaron la miel: Memorias de una luchadora antifranquista. PUV; Sender, R. (2006). Luchando por la liberación de la mujer. Valencia, 1969-1981. PUV.

12 Para las relaciones de género en el movimiento obrero y la conformación de CCOO, véase Scott, W.J. (1989). Sobre el lenguaje, género y la historia de la clase obrera.Historia Social (4), 81-98; Díaz, P. (1999). Coser y luchar: las huelgas de la fábrica Rok madrileña de 1976. En Aguado, A. (Ed.). Mujeres, regulación de conflictos sociales… Op. cit., 143-155; Frader, L. y Rose, S. (1999). Gènere i reconstrucció de la història de la classe treballadora europea. Afers (33-34), 367-392; Villar, C. (2001). Recuperar y repensar la memoria de las mujeres sobre la experiencia sindical. Arenal. Revista de Historia de las Mujeres (8:1), 155-175;

2.Breve apunte: los movimientos sociales del tardofranquismo a la Transición

En los años setenta la crisis de la dictadura dio oportunidades políticas para la actuación en los movimientos sociales de la oposición antifranquista. Si bien es cierto que la acción de los movimientos sociales y de las organizaciones antifranquistas no acabó con la dictadura, hizo inviable su continuación.

Respecto a las actuaciones de los movimientos sociales, la historia social y cultural ha puesto de relieve la complejidad del estudio sobre la construcción social de la protesta y la importancia que tienen las prácticas culturales, la experiencia de vida y las redes sociales para la actuación de los sujetos históricos. En este sentido, conceptos como “experiencia” y “cultura política” son básicos en la elaboración de nuevos significados y nuevas identidades colectivas, puesto que construyen concepciones del mundo enfrentadas al código cultural dominante. Así, para que se produzca una movilización es necesario contar con “recursos culturales”, con percepciones y significados compartidos sobre lo que es justo e injusto. Por lo tanto, la cultura política juega un papel decisivo a la hora de identificar los intereses y definir las formas de acción colectiva de los movimientos sociales.13 Las culturas políticas tienen una especial importancia en la movilización social en cuanto a su función como sistemas estructurados de representaciones simbólicas, construcciones lingüísticas y discursivas que posibilitan a los movimientos sociales interpretar la realidad e identificarse con un “nosotros/as” opuesto al “ellos/as”.14 También la cultura política se relaciona con la existencia de redes de sociabilidad formales e informales de carácter social, cultural y político, y en las que las mujeres están especialmente presentes. En el seno de los movimientos sociales de los años setenta nos encontramos con el peso de las culturas políticas de la izquierda, de la cultura obrera, así como de la cultura del cristianismo humanista de base, que alimentaron identidades colectivas, símbolos y futuribles de igualdad, justicia social, democracia y solidaridad. Las mujeres de las distintas culturas políticas que conformaron los movimientos sociales, a partir de sus propias experiencias, elaboraron, en el seno de su cultura política, pautas referenciales y recuperaron herencias del pasado para construir un proyecto vital emancipatorio y cuestionar los roles y relaciones de género como relaciones de poder masculino.15 Desde estas premisas podemos situar la emer

Romo, C. (2001). Tiempo de trabajos. Los límites difusos de las horas excedentes para las mujeres en España (1964-1975). Arenal. Revista de Historia de las Mujeres (8:1), 55-81; Díaz, P. (2004). Balance de los estudios sobre el trabajo de las mujeres en la España contemporánea. En Val, M.ª I., Tomás, M. y Dueñas, M.ª J. (Coords.). Historia de las mujeres: Una revisión historiográfica. Universidad de Valladolid, AEIHM, 373-39; Varo, N. (2007). Mujeres en huelga. Barcelona metropolitana durante el franquismo. En Babiano, J. (Ed.). Del hogar a la huelga: Trabajo, género y movimiento obrero durante el franquismo. Los Libros de la Catarata, 139-187; Muñoz, M.C. (2007). Género, masculinidad y nuevo movimiento obrero bajo el franquismo. En Babiano, J. (Ed.). Del hogar a la huelga: Trabajo, género y movimiento obrero durante el franquismo. Los Libros de la Catarata, 245-285; San José, B. (2009). Feminismo y sindicalismo durante la transición democrática española (1976-1982). En Martínez, C., Gutiérrez, P. y González, P. (Eds.). El movimiento feminista en España en los años 70. Cátedra-Fundación Pablo Iglesias, 335-367; Sánchez, D., Verdugo, V. y Gómez, A. (Coords.). (2011). Mujeres, sindicalistas, feministas, CCOO PV, 1956-1982. Fundación de Estudios e Iniciativas Sociolaborales, CCOO-PV; Verdugo, V. (2012). ¡Compañera! ¡Trabajadora! Las mujeres en las CC.OO. del País Valenciano: de la dictadura franquista a la transición democrática. Historia, Trabajo y Sociedad (3), 11-34; Varo, N. (2014). Las militantes ante el espejo: Clase y género en las CCOO del área de Barcelona (1964-1978). Germania; Díaz, P. (2020). El trabajo de las mujeres en la industria fabril: la confección textil en España. Nuestra Historia (10), 105-126.

13 Cruz Martínez, R y Pérez Ledesma, M. (Eds.). (1997). Cultura y movilización en la España contemporánea. Alianza.

14 Cobo Romero, F. (2007). Moldes teóricos y paradigmas historiográficos para el estudio de los “Nuevos movimientos sociales”. En Ortega López, T.M. (Ed.). Por una historia global: El debate historiográfico en los últimos tiempos. Editorial Universidad de Granada, 75-109.

15 Aguado, A. (2007). La historia de las mujeres y del género. En Ortega López, T.M. (Ed.). Por una historia global: El debate historiográfico en los últimos tiempos. Editorial Universidad de Granada, 112-134.

gencia de los feminismos de los años setenta del siglo XX como teorías críticas que radicalizaron las culturas políticas igualitaristas; movimientos sociales construidos en la clandestinidad que eclosionaron a la muerte del dictador y que alcanzaron en poco tiempo visibilidad pública. Hay que señalar las interconexiones y continuidades generacionales que se dieron entre los diferentes movimientos sociales desde el tardofranquismo y la Transición democrática entre la militancia de izquierdas y movimientos sociales como el estudiantil, el de mujeres, el vecinal y CCOO como movimiento sociopolítico. Se generó así un proceso de creación y extensión de redes solidarias, de relación entre las militancias históricas antifranquistas y la incorporación de jóvenes militantes de la izquierda radical.16 Esta cuestión aparece, especialmente, si analizamos los movimientos sociales desde una perspectiva micro, donde se aprecia el trasvase de militancias de unos movimientos a otros. Lo podemos observar en las dobles militancias (movimiento obrero y movimiento vecinal) e incluso las triples, sobre todo en el caso de las mujeres (movimiento obrero, vecinal y feminismo). Hay que tener en cuenta que, para la generación de la Transición, el compromiso militante era total y suponía subordinar otras esferas de la vida, lo que introducía una especial complejidad en las militancias de las mujeres. Además, cabe señalar las continuidades y genealogías familiares en las que madres, padres, hijos e hijas militaban en partidos de la izquierda y en diferentes movimientos sociales. Así puede verse en las familias formadas por el abogado Alberto García Esteve y Judith Hernández; Dionisio Vacas y Josefina Arlandis; Emeterio Monzón y Joaquina Campos; José Luis Borbolla y Teresa Maiques; Antonio Palomares y Rosalía Sender; José Cobo y Josefa Ortega; Antonio Montalbán y Encarna Moya, o la familia García Cárdenas. La política contra la dictadura se hacía en familia.17 También encontramos herencias y experiencias del pasado, a partir de la presencia de militancias históricas de la Segunda República y la Guerra Civil, como fue el caso de Pilar y Alejandra Soler en el movimiento feminista de los años setenta.

3. La “cuestión de la mujer” y la militancia femenina en el PCE

El Movimiento Democrático de Mujeres (MDM) estuvo estrechamente interrelacionado con el Partido Comunista de España (PCE) y la política comunista desde mediados de los años cincuenta sobre la militancia femenina y la problemática de la “cuestión de la mujer”; una problemática abordada en su estrategia política de Reconciliación Nacional en 1956, y en que la reivindicación de la amnistía, reclamada fundamentalmente por las mujeres de preso fue una pieza clave.18 Una de las mujeres de preso fue Dulcinea Bellido, esposa de Luis Lucio Lobato. Dulcinea tuvo una gran responsabilidad en la conformación de los grupos por la amnistía, al igual que Carmen Rodríguez, esposa de Simón Sánchez Montero. La propia Dulcinea explicaba su situación como mujer de preso. Su testimonio nos da una idea de la complejidad familiar con los traslados carcelarios, lo que suponía sacar adelante y criar sola a los hijos, con

16 Pérez Ledesma, M. (2006). “Nuevos” y “viejos” movimientos sociales en la Transición. En Molinero, C. (Ed.). La Transición, treinta años después: De la dictadura a la instauración y consolidación de la democracia. Península, 117-151.

17 Sanz, B. y Felip, J.M. (2006). La construcción política de la Comunitat Valenciana (1962-1982). Institució Alfons el Magnànim-Diputació de València.

18 Mundo Obrero, n.º 9, 31-3-1959; Mundo Obrero, n.º 10, 15-4-1959; Mundo Obrero, n.º 11, 30-4-1959; Mundo Obrero, n.º 12, 31-5-1959.

el marido en la cárcel desde hacía doce años, donde estaría un total de veinticinco encarcelado y torturado.

Ha estado [preso] en total veinticinco años desde que nos casamos. Ha estado en dos etapas, seis y seis. Salvo esta última vez cuando le detuvieron no le hicieron malos tratos, las demás veces todas fue torturado […]. Ha recorrido algo así como dieciocho cárceles en total. Se puede hacer un cuadro estadístico de turismo carcelario […]. Me parece que no he hecho nada, nada que no habría hecho otra mujer en mis mismas circunstancias. Yo creo que, bueno, el núcleo familiar hoy por hoy está muy consolidado precisamente porque hemos hecho todo lo posible por que vieran las razones justas por las que su padre estaba en la cárcel y por las que estábamos luchando […] explicando a los hijos por qué luchaba su padre y yo también […] que vieran que la historia ha sido así siempre, que para conquistar mejoras ha habido que luchar.19

Junto a las mujeres de preso, se abría la posibilidad de encontrar nuevos aliados en la lucha contra la dictadura con nuevas militancias de cara a la ampliación de la oposición antifranquista.20 Como ha señalado Claudia Cabrero, a partir de 1956 el PCE puso en marcha una nueva estrategia dirigida a su configuración como partido de masas. Para ello, “uno de sus ejes prioritarios fue impulsar el activismo del colectivo femenino entre las trabajadoras y las amas de casa de los barrios obreros, así como las jóvenes universitarias”.21 Entre 1958 y 1959, el PCE llamaba a la movilización femenina en la lucha contra la carestía, por la amnistía y la solidaridad con los presos.22 También el aumento de la conflictividad laboral en los años sesenta, junto con las movilizaciones de las mujeres de presos, supuso que las mujeres ampliaran sus ámbitos de intervención en apoyo de conflictos como las huelgas en la minería asturiana de 1962;23 eran actuaciones que interrelacionaban su conciencia femenina y su identidad de clase, como mujeres de la clase trabajadora y cuidadoras de la comunidad obrera. Este activismo conllevó que la represión y el castigo también recayesen sobre ellas.24 El 15 de mayo de 1962, se concentraron en la Puerta del Sol grupos de mujeres solidarias con la minería en huelga.25 Ante el aumento del protagonismo femenino, en 1962 el PCE hacía un nuevo llamamiento para incorporar a jóvenes y mujeres. Entre 1963 y 1964, se configuraron grupos autónomos de mujeres comunistas junto con mujeres sin militancia, mientras que otros grupos se centraron en temas de represión y solidaridad.26 Paralelamente, en el seno del PCE y del PSUC, militantes como Teresa Bonet,27 Giulia Adinolfi28 o Sara Iribarren29 fueron planteando entre 1964 y 1973 una serie de cuestiones sobre el trabajo de las militantes en el PCE, la actitud machista de los

19 Testimonio de Dulcinea Bellido en Mujeres en lucha, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=XcunfB2Nj_E .

20 Cabrero, C. (2022). Las mujeres comunistas. Op. cit.

21 Ibid., 345.

22 Mundo Obrero, n.º 11-12, 15/31-5-1958; Mundo Obrero, n.º 17, 31-8-1959.

23 Cabrero, C. (2015). Tejiendo las redes de la democracia. Resistencias cotidianas de las mujeres durante la dictadura franquista. En Yusta, M. y Peiró, I. (Coords.). Heterodoxas, guerrilleras y ciudadanas: Resistencias femeninas en la España moderna y contemporánea. Diputación Provincial de Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 197-217.

24 Testimonio de Anita Sirgo en Mujeres en lucha, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=XcunfB2Nj_E .

25 Mundo Obrero, n.º 10, 5-1962; Mundo Obrero, n.º 19, 15-10-1962.

26 Salas, M. y Comabella, M. (1999). Asociaciones de mujeres y movimiento feminista. En Asociación de Mujeres en la Transición Democrática (Ed.). Españolas en la Transición: De excluidas a protagonistas (1973-1982). Biblioteca Nueva, 25-125.

27 Mundo Obrero, n.º 12, 2.ª quincena junio de 1964.

28 Vives, Ll. (1967). Per un plantejament democràtic de la lluita de les dones. Nous Horitzons, n.º 12, 10-1967, 30-34.

29 Iribarren, S. (1973). La liberación de la mujer. Ebro.

hombres comunistas y la falta de análisis acerca de la problemática femenina, asuntos en los que el marxismo no profundizaba, como la relación entre reproducción y familia, las relaciones de poder en la esfera privada o la falta de promoción política de las militantes. Junto con la presión de algunas comunistas se producía la progresiva aparición de una cultura feminista. A pesar de las reticencias, entre 1972 y 1975, con la aprobación del manifiesto “Por la liberación de la mujer”,30 el PCE admitió la necesidad de una revolución en las mentalidades, puesto que muchos militantes tenían ideas reaccionarias sobre el problema femenino.31 Así pues, la discusión sobre la “cuestión de la mujer” culminó en la I Conferencia del PCE sobre la Cuestión Femenina, en 1976, con la creación de una Comisión del Comité Central para la Cuestión Femenina, integrada por Dulcinea Bellido, Rosalía Sender, Basi, Tina Guillén, Mercedes Comabella, Manuel Azcárate y Jaime Ballesteros.32 Algunas de estas dirigentes estuvieron al frente del Movimiento Democrático de Mujeres (MDM), lo que nos da una idea del nivel de autonomía limitado respecto al PCE. Sin embargo, las dirigentes del MDM lo calificaban como un movimiento totalmente autónomo en el que cabían todas las mujeres, independientemente de sus opiniones políticas y religiosas, pues su unidad se forjaba en la acción.33

4.El Movimiento Democrático de Mujeres (MDM)

Paralelamente a las voces “disconformes” de algunas militantes comunistas, se fue configurando el MDM, que nació en Madrid en 1964 y se extendió por otras ciudades y poblaciones españolas.34 Era un movimiento de mujeres amplio y unitario liderado por las comunistas y que también aglutinaba a mujeres católicas o de otros idearios progresistas. Como publicaba la revista Nuestra Bandera en 1966: “Lo fundamental es respetar, tener en cuenta la opinión de la masa de mujeres, en función de sus problemas vitales, de sus problemas acuciantes. Y en este sentido, el movimiento de mujeres en general debe de ser ampliamente unitario”.35

Entre sus objetivos se proponía seguir la lucha contra la represión, la reivindicación de la amnistía, la denuncia de la carestía de la vida y demandas sobre la situación femenina, como el acceso de las mujeres al trabajo remunerado, la educación, la falta de guarderías, sanidad pública, etc. Consideraban que el compromiso político antifranquista era compatible con la reflexión sobre la problemática femenina y las reivindicaciones por una ciudadanía democrática. Entre las primeras acciones que realizaron, destaca la carta “Por los derechos de la mujer española”,36 presentada en junio de 1967 en la Vicepresidencia del Gobierno. Este documento sirvió de base para la elaboración del primer programa del MDM en 1968.37 En 1970, el MDM se había extendido por la geografía española.38 Ese mismo año se comenzaron a organizar encuentros de ámbito nacional. Se trataba de incorporar a las mujeres a la lucha por las libertades y con

30 AHPCE, ,, Por la liberación de la mujer. Llamamiento del Partido Comunista de España.

31 Mundo Obrero, n.º 32, 3.ª semana de octubre de 1975.

32 Mundo Obrero, n.º 42, 24-11-1976.

33 Triunfo, n.º 690, 17-4- 1976.

34 Arriero, F. (2016). El Movimiento Democrático de Mujeres. Op. cit.

35 Nuestra Bandera, n.º 49-50, 1-5-1966, 57-84 y 83.

36 Realidad, n.º 15, 10-1967; Mundo Obrero, n.º 17, 2.ª quincena julio de 1967.

37 Comabella, M. (2009). Movimiento Democrático de Mujeres. En Martínez, C., Gutiérrez, P. y González Ruiz, P. (Eds.). El movimiento feminista en España en los años 70. Cátedra, 247-266.

38 AHPCE, Caja 117, Carp. 2/2, Primera Reunión General de las Mujeres Demócratas de España, s. f.

tra la discriminación femenina, que valoraban como un producto de la estructura del sistema capitalista y dictatorial que las relegaba al ámbito del hogar.39 En 1976 elaboraron un segundo programa en el que llamaban a la movilización femenina y reclamaban una ley del divorcio, la derogación del delito de adulterio, la despenalización del aborto y de los anticonceptivos, así como una amnistía total que incluyese los delitos específicos de género.40 Partidarias del feminismo de la igualdad, apoyaban la militancia de las mujeres en los partidos y en el sindicalismo de clase. Defendían que la lucha por la democracia iba pareja a la lucha feminista. En 1976, Dulcinea Bellido respaldaba este planteamiento frente a las opciones del feminismo radical:

Hay algunas feministas que consideran que es contraproducente la lucha en el seno de los partidos políticos. Yo creo que no, primero porque son los partidos políticos los que tienen que dar la solución gubernamental, las soluciones de gobierno. Es por ello que, en todo caso, lo que los movimientos feministas hacen es de grupo de presión para que se tenga en cuenta sus derechos, sus objetivos, y esos partidos recojan las reivindicaciones femeninas y las lleven a la práctica en una alternativa de gobierno. Pero a mí me parece que es un error el que las mujeres consideren que no deben militar en los partidos políticos. Yo creo que las mujeres deben militar y llevar al seno de los partidos políticos los programas que defiendan mejor los derechos de la mujer.41

Por lo que se refiere a la conformación del MDM valenciano, tuvo que ver con el panorama represivo de esos momentos, con las detenciones en Valencia, en noviembre de 1968, de 36 militantes de CCOO, HOAC y PCE, entre los que estaba Antonio Palomares, secretario general del PCE valenciano.42 En esta situación, la campaña de las esposas y familiares reclamando su libertad y el cese de las torturas tuvo repercusión pública. Destacó como organizadora Rosalía Sender, mujer carismática, militante comunista y esposa de Palomares. Así, la experiencia y complicidad adquiridas con las movilizaciones provocadas por las detenciones supusieron un estrechamiento de las relaciones solidarias entre las mujeres de preso y una toma de conciencia política femenina.43 Pocos meses después se produjeron nuevas caídas, y en marzo de 1969 eran detenidos militantes de CCOO Juveniles (COJ).44 En abril de 1971, fueron detenidos treinta estudiantes, prácticamente toda la estructura comunista universitaria. Las torturas a las que se les sometió produjeron fuertes movilizaciones y protestas.45 Podemos decir, pues, que la lucha contra la represión, la reivindicación de la amnistía y la solidaridad fueron los primeros ejes de actuación de las mujeres del MDM en Valencia, de manera similar a otras zonas en las que existían grupos del MDM. Hay que tener además en cuenta la estrecha interrelación en Valencia entre el MDM, el PCE y CCOO.

Las mujeres utilizaban el prototipo del régimen franquista de madre y esposa para reclamar la liberación de sus familiares y demandar públicamente medidas de contenido político. Eran

39 AHPCE, Caja 117, Carp. 2/3, Reunión de Mujeres Demócratas, Madrid, s. f.

40 Programa del Movimiento Democrático de Mujeres de Valencia.

41 Testimonio de Dulcinea Bellido en Mujeres en lucha, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=XcunfB2Nj_E .

42 Sanz, B. (2002). Rojos y demócratas: La oposición al franquismo en la Universidad de Valencia, 1939-1975. FEIS-CCOO-PV.

43 Sender, R. (2004). Nos quitaron la miel… Op. cit., 109.

44 Gómez, A. (2004). Comisiones Obreras y represión franquista. València, 1958-1972. PUV, 148.

45 Sanz, B. (2002). Rojos y demócratas… Op. cit., 236.

formas de actuación política relacionadas con la afectividad y el cuidado; prácticas guiadas por su “conciencia femenina”, que asigna a las mujeres la responsabilidad de conservar la vida.46

Las actividades desarrolladas por estas mujeres de preso valencianas marcaron un punto de inflexión en las experiencias femeninas en la política antifranquista y en la creación de redes solidarias y de amistad, sentando las bases para la creación de una organización femenina/feminista. En palabras de Rosalía Sender: “En aquella tarea me di cuenta de que iba ganando confianza en mí misma de la misma forma que las esposas de los encarcelados, la mayoría despolitizadas, tomaban una nueva conciencia de lucha. Fue entonces cuando comprendí que nadie les dedicaba tiempo a las mujeres y decidí dedicarme a su problemática”.47 Pese a las palabras de Rosalía Sender, es necesario señalar que el grupo de esposas de preso estaba conformado por mujeres que, si bien no tenían una militancia política como tal, sí que procedían de familias de origen represaliadas y del entorno del PCE, de las HOAC y de CCOO.

En esta situación, el conocimiento de grupos del MDM fue uno de los incentivos para la creación de esta organización en Valencia. Por lo tanto, en 1969, para difundir la organización femenina y dar a conocer su programa, vinieron a Valencia dos militantes del MDM de Madrid, una de ellas Dulcinea Bellido.48 El MDM de Valencia nació con el apoyo del MDM madrileño y se organizó igual que él, en dos niveles, uno en la clandestinidad para marcar la línea política y un segundo nivel con grupos legales de mujeres en asociaciones de vecinos, de amas de casa o como la subcomisión Mujer Hoy del Ateneo Mercantil, desde donde las militantes del MDM lograron gran influencia y realizaron una importante labor cultural, de concienciación política y de género. La otra vertiente de la práctica política era el apoyo a los presos, la reclamación de la amnistía y la solidaridad con los trabajadores en huelga.

5.Un marco comparativo: particularidades del MDM valenciano

El tratamiento y estudio del MDM a nivel de toda España los ha llevado a cabo Francisco Arriero,49 así que es la única monografía publicada en este sentido. Es por ello que nos basamos especialmente en esta publicación para examinar las particularidades del MDM en Valencia respecto a esta organización de ámbito nacional.

El MDM de Valencia podemos calificarlo, junto con el MDM madrileño, como uno de los grupos más importantes en cuanto a su capacidad de organización y el activismo desarrollado por una minoría de mujeres muy politizadas. Participaron en los organismos unitarios democráticos surgidos durante la Transición, como la Taula de Forces Polítiques, en la que tuvieron una representante. Fueron promotoras de la creación de plataformas del movimiento feminista, como la Coordinadora de Organizaciones de Mujeres del País Valenciano en 1976. Colaboraron en organizaciones como Mujeres Universitarias y crearon un frente de mujeres trabajadoras relacionadas con CCOO en el que organizaron encuentros y debates sobre la problemática de las trabajadoras. Nada que ver, por ejemplo, con el MDD de Barcelona, que en 1969 había

46 Kaplan, T. (1999). Luchar por la democracia. Op. cit.

47 Sender, R. (2004). Nos quitaron la miel… Op. cit., 145.

48 Sender, R. (2006). Luchando por la liberación… Op. cit., 18-19.

49 Arriero, F. (2016). El Movimiento Democrático de Mujeres. Op. cit.

sido disuelto por el PSUC debido a diferentes problemáticas.50 También en Zaragoza, las militantes del MDM se encontraban hacia 1973 en una situación de impasse, después de conflictos con las mujeres universitarias y la dirección del PCE local, por lo que el MDM zaragozano acabó disolviéndose.51

Resaltamos en este apartado algunas actividades del MDM valenciano realizadas para facilitar la subsistencia de personas que sufrían directamente la represión, con lo que amplió sus funciones de carácter asistencial y cotidiano, funciones relacionadas también con la maternidad social. Un ejemplo de estas prácticas lo encontramos en el cuidado y atención que las fundadoras del MDM prodigaban a Rosa Estruch Espinós, militante comunista y alcaldesa durante la Guerra Civil, ingresada gravemente enferma en el Sanatorio de la Malvarrosa.52 Otro de los ejemplos de este tipo se produjo en 1971, cuando el MDM de Valencia organizó la llegada a la ciudad, en el mes de julio, de niños hijos de represaliados, parados y presos políticos de Madrid. La finalidad era que disfrutaran durante quince días de unas vacaciones, y los niños fueron distribuidos por algunos barrios de la ciudad, como la Malvarrosa, y pueblos de la provincia, como el Puerto de Sagunto, Benimámet o Burjasot. Las mujeres acogieron a los niños durante quince días, los tuvieron en sus casas y cuidaban de ellos como si fueran sus propios hijos.53 No tenemos constancia documental de este tipo de prácticas en otros grupos del MDM. Son las fuentes orales las que nos informan sobre estos temas.

Por otra parte, el MDM valenciano fue uno de los primeros grupos que, al igual que el MDM madrileño, plantearon debates sobre la maternidad y los anticonceptivos en charlas y reuniones con las mujeres. El MDM de Valencia, en su boletín Avanzando,54 defendía el acceso a los anticonceptivos como un derecho ligado a que las mujeres pudieran decidir sobre su cuerpo y su sexualidad.55 Además, fue pionero con la edición en 1976 de hojas informativas sobre las características de los métodos anticonceptivos, lo que provocó conflictos y críticas de los hombres, dirigentes del PCE de Valencia, que consideraban que se estaba yendo demasiado lejos en estas cuestiones.56 En otros lugares como el País Vasco o Salamanca, el tratamiento de los temas relacionados con la sexualidad por los grupos del MDM se consideraba tabú, y se plantearon debatirlos a nivel interno.57

Además, el MDM de Valencia, a la par que su trabajo en el movimiento vecinal, creó en el Ateneo Mercantil de la ciudad de Valencia la denominada Subcomisión Cultural Mujer Hoy. Desde 1970, las mujeres del MDM comenzaron a contactar para organizar y programar ciclos de charlas y conferencias en el Salón de Té del ateneo. Estas reuniones se celebraban los primeros y terceros martes de cada mes, eran abiertas al público en general y estaban dirigidas a las mujeres en particular. La primera de ellas tuvo lugar el 23 de marzo de 1971.58 Las actividades giraban en torno a temas de carácter cultural, así como a la participación en las I Jornadas por

50 Ibid., 49.

51 Ibid., 100.

52 Verdugo, V. (2020). Rosa Estruch Espinós: alcaldesa comunista de Vilallonga durante la Guerra Civil. Nuestra Historia: Revista de Historia de la FIM (10), 227-234.

53 Entrevista a Joaquina Campos, 12-6-2002.

54 Avanzando, 10-1976.

55 Arriero, F. (2016). El Movimiento Democrático de Mujeres. Op. cit., 230.

56 Entrevista a M.ª Jesús Artal, 26-3-2004.

57 Arriero, F. (2016). El Movimiento Democrático de Mujeres. Op. cit., 231.

58 AHPCE, ,, Trabajo de Mujeres, Valencia, mayo de 1971, informe manuscrito.

la Liberación de la Mujer, de 1975,59 y en las Jornades Catalanes de la Dona de 1976, en las que la Subcomisión Cultural Mujer Hoy presentó la comunicación “Mujer y delincuencia”.60 El objetivo era dar una mayor formación a las mujeres e informarles sobre sus derechos para concienciarlas de la situación de subordinación en que se encontraban. Se realizaron ciclos de conferencias sobre “La mujer casada y el ordenamiento jurídico”,61 el “Balance del Año Internacional de la Mujer”,62 “El divorcio”63 o “La carestía de la vida y cambio del modelo económico”.64 Se trataba de aprovechar el trabajo en una institución legal para visibilizarse y llegar a los medios de comunicación y, por tanto, a las mujeres. Un ejemplo es la difusión que en la prensa y la radio se dio de las charlas y actividades que se realizaban en el ateneo valenciano. Las conferencias eran impartidas por mujeres y hombres intelectuales y profesionales de conocido prestigio, como Trinidad Simó, M. Sánchez Ayuso, E. Miret Magdalena, Teresa Puente, Simó Santonja, M.ª Aurèlia Capmany, etc. De este modo se creaba también una de red de apoyo y simpatía entre estos sectores intelectuales y profesionales y la organización de mujeres. Esta comisión la dirigía Ana Cari,65 que pertenecía a la HOAC y era profesional de la radio, y funcionó hasta 1978.66 Desde la comisión del MDM en el ateneo también se prestaba ayuda a otras comisiones del MDM para realizar actividades. En febrero de 1976, el periódico valenciano Las Provincias inauguró una sección dedicada a hacer un recorrido por el feminismo, y comenzó con un artículo dedicado a la Subcomisión Femenina del Ateneo Mercantil, ya que era una de las organizaciones feministas más veteranas:

En razón a su veteranía en la lucha feminista es la Subcomisión de Cultura y Promoción Social de la Mujer la organización con la que se inicia este trayecto a través del movimiento feminista en Valencia.67

Podemos decir que la Subcomisión Cultural Mujer Hoy fue una de las señas de identidad del MDM de Valencia. No obstante, otros grupos del MDM como el de Salamanca68 también contactaron con el ateneo de su ciudad para organizar actividades dirigidas a las mujeres, pero sin el éxito que tuvieron en Valencia. También el MDM de Asturias se insertó en instituciones culturales con el fin de ampliar su ámbito de influencia.69

Por otra parte, una de las problemáticas que surgieron en el seno del MDM fue la crítica por el tutelaje del PCE sobre la organización femenina, lo que nos muestra la cultura patriarcal existente en la militancia masculina comunista. A las militantes del MDM se las consideraba “militantes de segunda” supeditadas a realizar las tareas que el PCE-PSUC considerara adecuadas para el género femenino, como las tareas de solidaridad con los presos y la reclamación de la amnistía o el apoyo al movimiento obrero. Pero, a la vez, surgen también quejas de las comunistas por la falta de ayuda y consejo del partido. Así se puede ver en la documentación

59 Primeras Jornadas Nacionales por la Liberación de la Mujer. Conclusiones. Madrid diciembre de 1975.

60 Las Provincias, 2-6-1976.

61 Las Provincias, 28-1-1976.

62 Las Provincias, 4-2-1976.

63 Las Provincias, 26-2-1976.

64 Las Provincias, 7-11-1976.

65 Las Provincias, 6-1-1977.

66 Sender, R. (2006). Luchando por la liberación de la mujer… Op. cit., 29.

67 Las Provincias, 13-2-1976.

68 Arriero, F. (2016). El Movimiento Democrático de Mujeres. Op. cit., 76.

69 Ibid., 77.

del MDM madrileño, que en 1969 le reprochaba la falta de asesoramiento a las mujeres que estaban visitando a personalidades del régimen para solicitar la amnistía. También en Barcelona las comunistas del MDD reprochaban al PSUC su desinterés por la problemática femenina.70 En el caso del MDM valenciano, Rosalía Sender plantea que los camaradas no valoraban la importancia de desarrollar el MDM. En 1971, Rosalía Sender reclamaba para el MDM valenciano mayor apoyo del PCE, al igual que el que dedicaba a otros movimientos sociales; una mayor supervisión ideológica en la aplicación de la línea política respetando la autonomía de los grupos del MDM.71

Asimismo, los conflictos entre las distintas formas de entender la militancia por parte de las mujeres del MDM se dieron prácticamente de manera transversal. Así, en Asturias el MDM era considerado por algunas militantes como una vertiente más del partido. Los problemas aparecieron cuando jóvenes estudiantes se integraron en la organización y cuestionaron los roles de las mujeres dentro y fuera del PCE, por lo que en el MDM asturiano convivían y se enfrentaban identidades políticas dentro de una misma cultura política. Unas defendían un MDM que realizara labores de apoyo al partido y contra la dictadura; otras planteaban la lucha política y acabar con las discriminaciones que sufrían las mujeres. Esta situación conllevó conflictos, especialmente cuando se trataban cuestiones sobre la sexualidad, la anticoncepción o el aborto. En Barcelona, un grupo de militantes del MDD liderado por Giulia Adinolfi criticaba la instrumentalización que el PSUC ejercía y el izquierdismo de quienes concebían la lucha de las mujeres como algo secundario respecto a la del movimiento obrero. Amparo Moreno Sardá apunta otro conflicto, entre las militantes más ortodoxas y quienes adoptaron posiciones feministas. Así, el control y el sectarismo de las ortodoxas llevaron a enfrentamientos en el MDD barcelonés. Muchas comunistas cuestionaban el papel subalterno de las mujeres en el PSUC y criticaban su desinterés respecto a las problemáticas femeninas. Algunas militantes, desde el discurso marxista, buscaban respuestas a las cuestiones que el partido no afrontaba. En 1969 el PSUC decidió la disolución del MDD, acusando a sus dirigentes de haberse dejado arrastrar por los conflictos personales y haber fracasado en el objetivo de movilizar a las masas femeninas.72 Situaciones parecidas se dieron en el MDM valenciano, entre las defensoras de reivindicaciones feministas y las más cercanas a lo que podemos denominar “causas sociales”.

Todo ello en una sociedad como la española de los años sesenta y setenta, fuertemente patriarcal, en la que la diferencia sexual se basaba en argumentos biologicistas y se articulaba a través del discurso del hogar como el ámbito específicamente femenino. Hay que tener en cuenta, además, que este discurso era tan hegemónico y estaba tan extendido que no lo cuestionaban ni siquiera las ideologías emancipatorias, a pesar de que propugnaban la igualdad de derechos para todas las personas.73

70 Ibid., 47.

71 Ibid., 65.

72 Ibid., 49.

73 Molinero, C. (1998). Mujer, franquismo, fascismo. La clausura forzada en un mundo pequeño. Historia Social (30), 97-117.

6. ¡Vecina, únete! Las mujeres del MDM en los barrios valencianos

La participación de las mujeres del MDM en la lucha de los barrios fue una de las vertientes de su activismo antifranquista pero también feminista, ya que posibilitaba el acceso a nuevos aprendizajes y discursos considerados transgresores.74 Una de las vías a la concienciación feminista eran las vocalías de la mujer donde se enlazaban reivindicaciones específicas de género con problemas del barrio. Se organizaban actividades de cultura general, alfabetización, charlas sobre sexualidad, etc., que eran de interés para las mujeres. Era un medio para romper los códigos de silencio y el aislamiento social del colectivo femenino. Rosalía Sender, dirigente del MDM, organizó la Vocalía de la Mujer de la Asociación de Cabezas de Familia del Marítimo:

Programábamos por la Vocalía de la Mujer actividades que interesaran a las vecinas, y en especial sobre el porqué de nuestra discriminación y que había que cambiar esa situación. Abordamos todas las facetas de este problema en múltiples conferencias, charlas y reuniones. No olvidemos que existía una Comisión del MDM que, si bien era clandestina, era la que iba elaborando el enfoque para elevar el nivel de concienciación feminista de las mujeres.75

Además, en los años setenta el movimiento asociativo vecinal se configuraba como “un elemento de lucha y construcción de la democracia a nivel municipal […] precipitando la crisis de las instituciones centralistas y autoritarias, creando la necesidad de un nuevo tipo de ayuntamientos para conseguir una ciudad que realmente fuera habitable”.76 Aun así, organizarse legalmente como asociación de vecinos no era tarea fácil frente al control y la represión institucionales. Una de las posibles vías era acogerse a la Ley 191/64, de 24 de diciembre, que articulaba las normas de ejercicio de la libertad de asociación. Otra era el marco legislativo que regía las Asociaciones de Cabezas de Familia, a partir de 1968.77 En muchos de los casos, el movimiento vecinal comenzó a partir de los núcleos de las Asociaciones de Cabezas de Familia y de las Asociaciones de Amas de Casa. La oposición democrática fue infiltrándose y ocupándolas con el fin de realizar acciones reivindicativas en el medio urbano.78

En Valencia, los efectos de la riada de octubre de 1957 aceleraron la construcción en la periferia de barrios como Fuente de San Luis, Benicalap, Rascanya, Torrefiel, Orriols, sometidos a la especulación inmobiliaria, espacios sin infraestructuras de servicios ni unas mínimas condiciones de urbanización y habitabilidad. En 1972 funcionaban en la ciudad por lo menos tres asociaciones: Marítimo, Malvarrosa y Orriols. En 1974 eran más de diez, todas ellas de Cabezas de Familia, excepto la de Benimaclet y Natzaret, que presentaron sus estatutos para ser legalizadas como asociación de vecinos ese mismo año.

74 Di Febo, G. (1990). La lucha de las mujeres en los barrios en los últimos años del franquismo. Un ejemplo de utilización de la Historia de género. En Tusell, J., Alted, A. y Mateos, A. (Coords.). La oposición al régimen de Franco (Vol. II). UNED, 251-260.

75 Entrevista a Rosalía Sender, 6-2-2004.

76 Borja, J. (1977). Qué son las Asociaciones de Vecinos. La Gaya Ciencia, 35.

77 En 1967 la Falange buscó nuevas vías de encuadramiento de las clases medias urbanas. Con este objetivo promulgó el Estatuto Orgánico del Movimiento de 20 de diciembre de 1968, que preveía la existencia de distintas entidades asociativas, fundamentalmente las Asociaciones de Cabezas de Familia o Familiares. Tales entidades quedaban sometidas a un doble y simultáneo control por parte del Ministerio de la Gobernación y de la Secretaría General del Movimiento.

78 Sanz, B. y Felip, J.M (2006). La construcción política de la Comunitat Valenciana. Institució Alfons el Magnànim-Diputació de València.

Respecto a la participación de las mujeres del MDM en el frente de barrios, en muchos de los casos se trataba de mujeres que militaban en el PCE o tenían relación con él, amas de casa, esposas o compañeras de militantes comunistas, de CCOO. También estuvieron en el “frente de barrios” universitarias, mujeres de otras organizaciones antifranquistas, de las HOAC y las JOC, como en el caso de Raquel Cots Rever, del MDM y de la Asociación de Vecinos del barrio de El Cid en Valencia:

Nos tapábamos bajo el manto de la Iglesia y yo pertenecía a la JOC, al movimiento obrero católico. Dimos el paso, junto conmigo otras mujeres, de participar en el MDM […]. Nosotras queríamos que las mujeres participasen en esa lucha contra la dictadura.79

Entre 1975 y 1977, con la agudización de la crisis económica y la congelación salarial, el MDM realizó en distintos barrios valencianos campañas contra la carestía de la vida.80 Repartieron octavillas y pegatinas y organizaron una manifestación de mujeres en el Mercado Central de Valencia en abril de 1976.81 Teresa Maiques, militante del MDM y de la Asociación de Vecinos de la Malvarrosa, narra alguna de estas acciones:

Pues trabajábamos por la carestía de la vida, hacíamos movilización, había veces que pintábamos o poníamos carteles, cuando había una subida de la carestía de la vida. Por tener mejor enseñanza en los colegios, aquí en la Malvarrosa, y, en fin, por las cosas fundamentales. Nosotras aquí, estando en el barrio que estábamos, teníamos que reivindicar… pues la cesta de la compra, mejores colegios, mejores jornales para las mujeres que trabajaban, en fin, tener una vida digna, una vida digna.82

Las mujeres se organizaban en torno a temas que, hasta ese momento, no se habían definido como políticos y que englobaban todas las cuestiones relacionadas con la vida del barrio, como la situación de las viviendas, la violencia, la carestía de la vida, la falta de infraestructuras sanitarias, de transporte público, de zonas verdes, etc. Un conjunto de temas comunitarios en los que se implicaron tanto las que estaban comprometidas políticamente como las que no. Las mujeres, como amas de casa de las clases populares, se enfrentaban a una situación económica y una vida cada vez más precarias. Desde una posición de exclusión y a través de la conciencia femenina, defendían su rol como amas de casa que cuidaban de sus familias y se enfrentaban al Estado apelando al derecho a poder cubrir sus necesidades para vivir dignamente. Desarrollaron su activismo e impulsaron acciones que motivaban e implicaban a sus vecinas en barrios como Benimaclet,83 Orriols,84 Fuente San Luis,85 Malilla86 o Burjasot.87 Reivindicaban guarderías, puestos escolares y asistencia sanitaria, y denunciaban la contaminación fabril en

79 Testimonio de Raquel Cots en El Moviment Democràtic de Dones, 40 anys després, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=qD1WDKiLjLI&t=7s .

80 AHPCE, ,, , Análisis de la situación del Movimiento Democrático de Mujeres en Valencia a finales de junio de 1975.

81 Las Provincias, 30-4-1976.

82 Entrevista a Teresa Maiques, 4-3-2004.

83 Las Provincias, 24-1-1976; Las Provincias, 27-1-1976; Las Provincias, 24-6-1976; Las Provincias, 30-4-1977.

84 Las Provincias, 2-4-1976.

85 Las Provincias, 15-2-1976; Las Provincias, 10-6-1976; Las Provincias, 12-8-1976; Las Provincias, 17-10-1976.

86 Las Provincias, 20-2-1976; Las Provincias, 25-9-1976; Las Provincias, 23-10-1976; Las Provincias, 12-2-1977.

87 La campaña por más puestos escolares la iniciaron las Amas de Casa de Burjasot en el curso 1971-1972.

barrios del distrito Marítimo88 y Malvarrosa.89 Zonas verdes y alumbrado público fueron también motivos de reclamación en los barrios como Benicalap, donde Julia García, militante del MDM, recuerda:

En aquella época se reivindicaba el Parque de Benicalap […]. Estuvimos reivindicando el alumbrado público […] estaban muchas cosas sin hacer, íbamos al ayuntamiento, recogíamos firmas […]. También las escoletes infantiles, el alumbrado público.90

Las demandas de mejores condiciones de vida en los barrios posibilitaban que las militantes del MDM pudieran entrar en contacto con las realidades de las mujeres de clase obrera, tratar de sacarlas de la domesticidad para acercarlas a sus reivindicaciones específicas de género. A este respecto, Amparo Coll, del MDM, recordaba:

Nos encontramos con unas mujeres cuya realidad era absolutamente distinta. Nosotras elegimos ser feministas y estas mujeres vivían en unas condiciones que para nosotras fueron impactantes, vivían en unos pisos pequeñísimos en la periferia. Tenías que subir cinco pisos con dos niños, con las bolsas de la compra […]. Eso supuso para nosotras un cambio radical donde el planteamiento de lo que era o no era feminista era casi teología. Allí había una realidad y había que luchar por aquello […] que las mujeres tuvieran unas mejores condiciones de vida, guarderías, anticonceptivos, a igual trabajo igual salario. Unir eso con la lucha por la democracia, sacándolas muchas veces de sus casas, y luego unirlo con el combate ideológico de una sociedad patriarcal […]. Ese fue el gran acierto del MDM, el saber unir pensamiento y vida, razón y vida.91

Enlazaban la lucha en los barrios con la consecución de la democracia, las libertades y las reivindicaciones feministas. Como recuerda Amparo Martínez, de la Asociación de Vecinos de Orriols y militante del MDM:

El trabajo que hacíamos en el MDM era un trabajo en dos vertientes, según entiendo yo: una era la lucha general por las libertades porque estábamos en una dictadura, y la otra por los derechos de las mujeres específicamente […] lo hacíamos desde las asociaciones de vecinos […] organizábamos charlas propias sobre la carestía de la vida, guarderías, derecho a la sexualidad, divorcio, aborto […]. Sacar a las mujeres en medio de una dictadura por la lucha general y por sus propias reivindicaciones no fue tarea fácil, con lo cual la imaginación que le echamos la gente que estábamos allí fue increíble y conseguimos movilizar a muchas mujeres. Yo tenía una militancia política en el PCE y en el MDM, pero a nuestra vocalía venía gente sin ninguna adscripción política, gente del MCE, gente de la Liga. Es decir, gente de la resistencia en la clandestinidad a la dictadura y gente normal y corriente. Y mujeres amas de casa que se acercaban, primero, con mucho miedo, pero luego hablábamos

88 Las Provincias, 1-2-1976; Las Provincias, 15-4-1976.

89 Las Provincias, 11-2-1976; Las Provincias, 13-2-1976; 15-2-1976; Las Provincias, 18-2-1976; Las Provincias, 3-4-1976; Las Provincias, 28-5-1976; Las Provincias, 17-6-1976; Las Provincias, 20-5-1977.

90 Testimonio de Julia García en El Moviment Democràtic de Dones, 40 anys després, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=QRJeSeaGqBs&t=1587s .

91 Testimonio de Amparo Coll en El Moviment Democràtic de Dones, 40 anys després, disponible en

https://www.youtube.com/watch?v=on9lB6ai50o&t=5s .

de conseguir escuelas, conseguir guarderías, conseguir trabajo, que tuvieran los mismos derechos a nivel de legislación.92

Sin embargo, la implicación femenina en el movimiento vecinal no era fácil; entre los problemas que aparecían se encontraban los horarios de las reuniones, que solían ser incompatibles con los tiempos de cuidado familiar, lo que problematizaba la participación femenina e incrementaba las dobles jornadas. Esta complejidad se manifestaba cuando las reuniones se celebraban a las horas de la cena, una responsabilidad unánimemente femenina. Así lo recuerda Amparo Martínez, militante del MDM y de la Asociación de Vecinos de Orriols:

No es porque no quisieran o no tuvieran ganas, pero si tenían hijos tenían la responsabilidad de la casa y, además, tenían que tener la cena. Podía estar el matrimonio y él podía quedarse, pero la mujer llegaba una hora y decía: “Oye, que yo tengo que hacer la cena”. Yo les decía: “Pues que se vaya tu marido”. Pero, claro, el marido no se iba, evidentemente.93

Por otra parte, la escasez en materia educativa fue una de las principales demandas del movimiento vecinal en toda España.94 Existía un grave problema de falta de escuelas en general y gratuitas en particular, y las condiciones de los colegios que había en los barrios del extrarradio eran penosas. Como recuerda Encarna Moya, del MDM y de la Asociación de Vecinos del barrio La Fonteta de Valencia:

Sí, sí, primero eran los problemas del barrio, es que era todo […] en [el barrio de] La Fonteta no había colegios, solo había un colegio que tenía doscientos años, un edificio […]. Entonces las niñas solo llegaban hasta el quinto curso, y cuando llegaban al quinto curso las madres ya tenían que buscarse la vida como pudieran, ya tenían que sacar a las niñas del barrio […] los niños estaban en otro colegio, que no tenía doscientos años pero que aún estaba peor. Teníamos que subir con mucho cuidadito porque el suelo se hundía, y allí iban los niños. Movilizabas a la gente, a las madres, los padres estaban trabajando, pero a las madres sí que las movilizabas por ese motivo […]. Yo me acuerdo que una vez la [carretera de] Pista de Silla la cortamos, eso fue por los colegios.95

Como mujeres de la clase trabajadora, también dirigían sus acciones para dar apoyo al movimiento obrero, trasladando las huelgas al espacio de barrio, creando redes de ayuda a los huelguistas y enfrentándose incluso a la policía en situaciones que las mujeres consideraban injustas. En este tipo de intervenciones se enmarca el enfrentamiento entre las mujeres y la policía en el barrio de La Fonteta, por la detención y despido de un trabajador de la empresa Mocholí. Enfrentamiento que se publicó en un comunicado enviado a la prensa:

Ayer cuando estábamos reunidas, cerca de doscientas cincuenta mujeres, en la puerta de Mocholí, compareció la Policía Armada, dándonos cinco minutos para disolvernos, advirtiendo que en caso contrario intervendrían. Seguidamente exponen la marcha hacia Gobernación con el trabajador despedido, Antonio Montalbán, a la

92 Testimonio de Amparo Martínez en El Moviment Democràtic de Dones, 40 anys després, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=POW5bP_Dqkk&t=1119s .

93 Entrevista a Amparo Martínez, 18-2-2004.

94 Serra, A. (1978). El moviment de pares. Perspectiva Escolar (29), noviembre de 1978, 24-27.

95 Entrevista a Encarna Moya, 13-5-2004.

cabeza de todas ellas. Como quiera que la Policía se negara a que continuasen avanzando, intentaron detener al trabajador, a lo que las mujeres contestaron con un inmediato cerco de protección al mismo, para impedir que se lo llevaran. La Policía Armada cargó entonces contra ellas, siendo respondidos en su acercamiento por las mujeres, desarrollándose un singular enfrentamiento, afortunadamente sin graves consecuencias, si bien con magulladuras y ataque de histeria por las mujeres.96

Las mujeres aparecían como garantes de la comunidad de los trabajadores en conflicto, e intervenían porque consideraban que los principios en los que se basan la comunidad, la clase y la vida familiar estaban siendo ultrajados y puestos en peligro.97 El apoyo del movimiento vecinal a los conflictos obreros tuvo consecuencias para algunas asociaciones de vecinos, como la Asociación de Distrito de Exposición y la de Malvarrosa, que en 1974 mostraron su solidaridad con la huelga de Unión Naval de Levante, lo que supuso el cierre de ambas entidades.98 En 1976, el movimiento vecinal de distintos barrios envió a la prensa una carta de solidaridad con las familias valencianas afectadas por los despidos en varias empresas.99 Distintas asociaciones recaudaban fondos de ayuda para el personal en huelga. La consecuencia fue la detención de varios vecinos en Benimaclet, Benimámet y Nazaret.100 Además, el clima de control y represión dio lugar a que algunas asociaciones de vecinos fueran cerradas o atacadas por bandas ultras, como ocurrió en 1972 en la del barrio de la Malvarrosa. Poco después, uno de los dirigentes vecinales sufrió un atentado. También el barrio de Orriols fue víctima de un atentado fascista a la guardería organizada por la propia asociación de vecinos.101

Sin embargo, a pesar del protagonismo que las mujeres llegaron a tener en el movimiento vecinal, son incluidas en el genérico “vecinos” y los asuntos relativos a ellas son considerados secundarios.102 Eso dificulta en buena medida recuperar las experiencias y las características de las militancias femeninas en este movimiento, a pesar de la paradoja de que se ha llegado a señalar la naturaleza matriarcal de gran parte de las protestas vecinales.103

7. El MDM en el movimiento feminista

La ampliación de nuevos frentes de lucha como el feminismo, así como la convivencia de diferentes generaciones con formas distintas de entender la militancia, conllevaron discrepancias y desacuerdos en el seno del MDM.104 Pilar Serrano, militante del MDM y de Bandera Roja, recordaba estas discrepancias:

96 Las Provincias, 2-4-1977.

97 Kaplan, T. (1999). Luchar por la democracia. Op. cit.

98 Archivo José Luis Borbolla CCOO-PV (AJLB CCOO-PV), Expediente, n.º 1082, 11-3-1974, AGE 13/18, Junta Provincial del Movimiento de Valencia; AJLB CCOO-PV, Expediente n.º 12439, 2-5-1974, AGE 13/08, Gobierno Civil de Valencia.

99 Las Provincias, 5-3-1976.

100 Las Provincias, 25-1-1977.

101 Las Provincias, 26-9-1976; Las Provincias, 3-10-1976.

102 Radcliff, P. (2019). La construcción de la ciudadanía democrática en España: La sociedad civil y los orígenes populares de la Transición, 1960-1978. PUV.

103 Balfour, S. (1994). La dictadura, los trabajadores y la ciudad: El movimiento obrero en el área metropolitana de Barcelona (1939-1988). Edicions Alfons el Magnànim.

104 Verdugo, V. (2011). Prácticas políticas y movimiento feminista. Op. cit.

El MDM era un movimiento amplio, en el que tenían cabida mujeres de muy diversa procedencia, ahí había mujeres que luchaban directamente por cuestiones de tipo social o laboral y había mujeres que luchaban por cuestiones directamente feministas […] estos dos aspectos de la cuestión, que yo veía entonces y veo ahora absolutamente compatibles, llegó un momento en que llegaron a crear dos grupos […]. Un grupo de mujeres que ponían la prioridad en la lucha ciudadana, en la lucha social, y mujeres que pensaban que la prioridad estaba en reivindicaciones directamente feministas que tenían que ver con cuestiones relacionadas con el propio cuerpo […] la lucha por el aborto libre y gratuito, los anticonceptivos en la Seguridad Social, la lucha por la despenalización del adulterio, etc.105

A veces, “causa sexual” y “causa social” entraban en contradicción entre las propias mujeres de la organización, originando desacuerdos sobre lo que debía ser prioritario en las tareas del MDM. A este respecto, el testimonio de Rosalía Sender, militante del PCE y dirigente del MDM del País Valenciano, nos da también una idea del conflicto que durante esos años existía en el seno de esta organización:

Pero cuando se fueron incorporando universitarias y profesionales, algo que nos llenaba de alegría a las que iniciamos trabajosamente el MDM, para reforzar nuestro trabajo de formación en todos nuestros frentes o comisiones, surgieron quejas de mujeres, fundamentalmente de barrios y pueblos, que no entendían ni compartían algunos de sus planteamientos. Estas incorporaciones fueron de gran ayuda para enriquecer los debates y reforzar el trabajo en muchas comisiones, pero en ocasiones crearon problemas. Querían ir demasiado deprisa y no era fácil coordinar el conjunto.106

A partir de 1975 se fue configurando el movimiento feminista en el ámbito español y también en Valencia, donde aparecieron organizaciones feministas en un contexto en el que, hasta ese momento, solo existía el Movimiento Democrático de Mujeres (MDM). Nuevamente, Pilar Serrano nos recuerda lo que significó el MDM en aquellos años de vertebración del movimiento feminista:

[…] el MDM, el hecho de que fuera tan amplio, que tuviera mujeres de tan diversa procedencia, permitió que muchas mujeres que solo se planteaban la lucha en un plano social o laboral, permitió el encuentro con otras mujeres y que significara que muchas, por primera vez, se plantearan cuestiones directamente feministas, relacionadas con el cuerpo, con su sexualidad y con su rol de mujeres en la sociedad. En ese sentido, a mí me parece que fue muy importante. Históricamente, fue la primera vez en la historia del franquismo que aparece un movimiento de mujeres que luchan por cuestiones propias […] el MDM desapareció, pero dio lugar a otras cosas. Es decir, muchas mujeres que militaron en el MDM continuaron su lucha en otros sectores. El MDM puso las bases de una lucha que todavía hoy continúa.107

105 Testimonio de Pilar Serrano en El Moviment Democràtic de Dones, 40 anys després, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=GHxsgJpPtns&t=4s .

106 Sender, R. (2006). Luchando por la liberación. Op. cit., 132.

107 Testimonio de Pilar Serrano en El Moviment Democràtic de Dones, 40 anys després, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=GHxsgJpPtns&t=4s .

En la escena política valenciana surgieron distintas organizaciones de mujeres que se autodenominaban y definían como feministas.108 Se trataba de organizaciones relacionadas con los partidos políticos de la izquierda con el objetivo de incorporar a la lucha política general la lucha por las reivindicaciones específicas de género, elaborando una teoría que articulaba la opresión de las mujeres con su estrategia revolucionaria de camino al socialismo, como condición necesaria, pero no suficiente, para la liberación femenina. Formaban parte del denominado “feminismo socialista”, que nacía como una corriente crítica que radicalizaba el pensamiento marxista enriqueciéndolo con aportaciones del feminismo radical y buscando una síntesis útil para la teoría feminista. Estas organizaciones de mujeres eran partidarias de la doble militancia en las organizaciones políticas, en el sindicalismo y en el movimiento feminista, concebían la acción política como un medio de transformación social. También desarrollaron su actividad en las asociaciones de vecinos, en vocalías de la mujer y/o en las organizaciones sindicales de clase. En estos planteamientos se situaba el MDM.

Con una visión distinta sobre la liberación de la mujer, se constituyeron otros grupos de mujeres de carácter autónomo e independiente. Concebían el feminismo como una alternativa global y un proyecto de liberación personal, como los Colectivos Feministas, que desde el análisis y la teoría marxistas categorizaban a la mujer como clase y eran partidarias de la militancia en exclusiva en el movimiento feminista. Se crearon también grupos de mujeres independientes y autónomas, como el Grupo Terra. Todos estos grupos, junto con el veterano MDM, mujeres sindicalistas, universitarias, vocalías de asociaciones de vecinos, mujeres de empresas, etc., crearon en octubre de 1976 la Coordinadora de Organizaciones de Mujeres del País Valenciano,109 que en su manifiesto declaraba:

Derecho al divorcio en igualdad de condiciones sin necesidad de culpables. Rechazaremos cualquier ley sobre divorcio que no vaya acompañada de verdaderos cambios de fondo, lucharemos por una ley que sirva de verdad a nuestros intereses. Exigimos la despenalización del adulterio y la despenalización de la prostitución. Derecho a compartir la patria potestad. Igualdad de derechos para las madres solteras. Supresión de la cualificación de hijo ilegítimo. Derecho a la utilización de anticonceptivos a cargo de la Seguridad Social. Despenalización y legalización del aborto. Derecho a puestos de trabajo en igualdad de condiciones con el hombre. Derecho a la coeducación laica y gratuita. Abolición de todas las leyes que nos discriminan. Socialización del trabajo doméstico.110

Isabel Alonso, militante del MDM, acudía a la Coordinadora en representación de esta organización.

Recuerdo mucha actividad, un no parar, y de las cosas que tengo más claras pues serían las reuniones de coordinación que hacíamos de todos los movimientos de mujeres de Valencia, a las que yo iba por el MDM […]. Recuerdo coordinar las distintas campañas que llevábamos entonces […] estamos hablando del año 76-77, cuando estaba cambiando la legislación en España. La movilización y la discusión por la ley del divorcio fue muy importante […] otra campaña que recuerdo muy

108 Véase Moreno, M. (2005). Manifiestos feministas. Op. cit.

109 Las Provincias, 16-10-1976.

110 Archivo personal de Presen Sáez, Manifiesto Coordinadora Grupos de Mujeres del País Valenciano, 1-1977.

importante fue la lucha por que el adulterio no fuera un delito para las mujeres […]. Recuerdo hacer concentraciones para que el adulterio dejara de ser un delito. […] la lucha por el aborto, por el derecho al aborto. De esa lucha recuerdo movilizaciones en Valencia […] hubo un manifiesto de mujeres muy conocidas que declararon que ellas también habían abortado […]. Una cosa muy liberadora era que, a través del feminismo, hablábamos mucho de la sexualidad de las mujeres, puesto que había libros que hablaban de nuestra sexualidad. […] Recuerdo hablar de sexualidad, de los temas de pareja, porque era un tema que te llevaba a lo que decíamos de “lo personal es político”, era uno de los grandes eslóganes del feminismo y creo que sigue siéndolo.111

La consideración de lo personal como político suponía categorizar como política la vida privada de las mujeres y el control de su cuerpo, considerándolos derechos democráticos que se debían incluir en la nueva ciudadanía. Las organizaciones feministas, tanto las militantes políticas como las radicales, denunciaban la brecha de género y la conducta sexista en los partidos de la izquierda y en el sindicalismo de clase. Criticaban que no existía voluntad para una política igualitaria.

Por otra parte, en el seno de la Coordinadora de Organizaciones de Mujeres de Valencia surgían problemas en torno a la militancia doble o única. No obstante, celebraron en diciembre de 1977 las Primeres Jornades de la Dona en Valencia.112 En estas jornadas, junto con la polémica de si los hombres podían o no estar presentes, también se hicieron visibles las diferencias entre las distintas vertientes feministas.113 La búsqueda de autonomía del movimiento feminista se polarizó en torno a la militancia doble o única con posturas que iban desde la necesidad de renovar el universo político e ideológico en cuestiones de género hasta el rechazo total de la política que consideraban incompatible con los valores feministas.114 Estas cuestiones condujeron a que, finalmente, se produjera la ruptura de la Coordinadora en 1978. Así, en noviembre de ese mismo año, se decidió la creación de la Asamblea de Mujeres de Valencia,115 con lo que el movimiento feminista valenciano quedó dividido.

Por otra parte, la influencia del movimiento feminista durante la Transición se reflejó en el impulso y la revitalización de fechas emblemáticas como el 8 de Marzo, que recuperó una mayor visibilidad en toda España a partir de 1977, reforzando la identidad colectiva feminista.116 Además, configuraron espacios propios como la Llibreria Dona o el bar La Piccola.

Las principales campañas realizadas por el movimiento feminista en Valencia, como en el resto de España, se centraron en ámbitos legislativos y en el Código Penal. El objetivo era desmantelar la legislación represiva franquista. Se reivindicó la despenalización de delitos específicos y discriminatorios, como la derogación del delito de adulterio y amancebamiento. En Valencia el caso más seguido fue el juicio de Bienvenida García, acusada de adulterio en 1977.117 Así lo recordaba Judit Hernández, militante del MDM:

111 Testimonio de Isabel Alonso en El Moviment Democràtic de Dones, 40 anys després, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=F0mxtv2cXts&t=323s .

112 Archivo personal de Presen Sáez, Propuesta de funcionamiento para la Coordinadora. 1977.

113 Valencia Semanal, n.º 2, 17/24-12-1977; Valencia Semanal, n.º 4, 1/7-1-1978; Valencia Semanal, n.º 6, 15/22-1-1978.

114 Nash, M. y Torres, G. (Eds.). (2009). Feminismos en la Transición. Grup de Recerca Consolidat Multiculturalisme i Gènere.

115 Archivo personal de Pilar Blasco, Acta-convocatoria para la Asamblea General. Coordinadora Grupos de Mujeres de Valencia.

116 Archivo personal de Presen Sáez, octavilla, Día 8 de Marzo. Día Internacional de la Mujer Trabajadora, 1978.

117 Las Provincias, 30-3-1977.

Nosotras queríamos la despenalización del adulterio, porque no estaba igual de penado el adulterio del hombre que el de la mujer […] el día ese del juicio recuerdo haber estado en la puerta de la Audiencia con muchas mujeres, todas con cartelitos que nos poníamos de “Yo también soy adultera”. Me acuerdo que pasaban muchos coches por delante de la Audiencia y casi siempre se asomaba un hombre que iba en uno de ellos y decía: “A la cocina, a la cocina”.118

Las feministas defendían la libertad sexual y la separación de sexualidad y maternidad, reclamaban la despenalización y gratuidad de los anticonceptivos, así como información sexual y el derecho a interrumpir voluntariamente el embarazo. Organizaron grupos especializados en educación sexual, e impulsaron la creación de centros de planificación familiar accesibles a las mujeres de los barrios y cursillos difundidos en las vocalías de mujeres. En Valencia se crearon, en los años 1976-1979, varios centros de orientación y planificación familiares.119 Además, el contacto con grupos como el Movimiento de Liberación del Aborto y Contracepción (MLAC) supuso la formación de personal especializado en la práctica clandestina de abortos. La información se transmitía en redes entre la militancia feminista, organizaciones de la izquierda y el movimiento vecinal.120 Consuelo Catalá, de la Asamblea de Mujeres, recuerda que su compromiso feminista comenzó con temas relacionados con la educación sexual y la planificación familiar:

En la Malvarrosa se creó un centro de planning e íbamos allí a hacer lo que era la planificación entonces, y le explicabas la píldora, el diafragma […] hacíamos, pues, un poco autoconocimiento […] nosotros hacíamos charlas de muchísimas mujeres, en la Malvarrosa o donde fuera, ¿no? San Marcelino, la Fuente de San Luis. La Asociación de Mujeres de San Marcelino, por ejemplo, que salieron de la asociación de vecinos. Yo a San Marcelino he ido pero ochocientas mil veces.121

También reclamaban la abolición de la Ley de Peligrosidad Social y una ley que castigara la violencia contra las mujeres. Otro ámbito de actuación estuvo relacionado con el Código Civil y con la petición de una serie de derechos para la consecución de la igualdad y la ciudadanía. Entre estas demandas, se encontraban la ley de divorcio, la patria potestad compartida, la derogación de la licencia marital, una legislación que protegiera a las madres solteras y medidas legislativas de carácter laboral y educativo. En definitiva, reivindicaban el acceso a una ciudadanía que incorporara a las mujeres como sujetos políticos. Para conseguirlo realizaron campañas y actuaron en los procesos políticos electorales y en el debate constitucional, uniendo las reivindicaciones específicas de género con el ámbito de la política y con el compromiso por la consecución de la democracia; una democracia que integrara cuestiones relacionadas con la vida privada y los derechos sexuales. El feminismo apareció también como una revolución interior que redefinía el concepto de político, incorporando aspectos de la privacidad y la cotidianeidad e incidiendo en las prácticas de vida de las militantes que rompían con los modelos tradicionales impuestos. Milagros Julve, militante del MDM, narra lo que significó para ella el descubrimiento de un universo feminista:

118 Entrevista a Judit Hernández, 21-3-2005.

119 Valencia Semanal, n.º 3, 24/31-12-1977.

120 Valencia Semanal, n.º 94, 4/11-11-1979.

121 Entrevista a Consuelo Catalá, 10-3-2005.

Yo entonces era una universitaria y era muy joven, para mí significó ponerme las gafas de género. Me abrió una puerta, me descubrió un camino. Me hizo mirar la vida y la sociedad de una manera diferente […]. Me descubrió la perspectiva de género, montones de lecturas que nunca había leído, autoras. Me hizo ver que en la sociedad nacer hombre o mujer no era lo mismo, no tenía las mismas consecuencias […] la cantidad de cosas por las que había que luchar y que eran diferentes de las reivindicaciones que nuestros compañeros del movimiento sindical y político reivindicaban […] la igualdad de derechos, los modelos de sexualidad, de reconocimiento del placer, cambiar la imagen de cómo debería ser y comportarse una mujer […]. Teníamos, primero, que darnos cuenta nosotras y que entraran dentro de las reivindicaciones del colectivo de varones que estaban junto a nosotras luchando por el cambio social […]. Me enseñó valores como el compañerismo, la cooperación, la sororidad, la solidaridad […]. Teníamos conciencia de que debíamos luchar por cosas importantes.122

A pesar de las diferencias entre las plataformas feministas, el esfuerzo fue común y las campañas se desarrollaron conjuntamente. Se gestó una identidad colectiva de resistencia feminista, porque definir una agenda feminista que fuera asumida e incorporada a la agenda política general no fue un proceso fácil ni sencillo.

8. MDM y movimiento obrero en CCOO

Las mujeres, desde los años duros de posguerra, se involucraron en el movimiento obrero, y ejemplo de ello fue la huelga, en junio de 1943, de las 85 obreras de la empresa Ríos y Cia, de la localidad valenciana de Liria.123

Por otra parte, son de señalar las tareas realizadas por las mujeres para la creación y mantenimiento de las estructuras obreras clandestinas, en las que también participaban. Era una forma de colaboración femenina a partir de redes familiares, afectivas y de militancias, pero al margen de la actividad laboral. Estas redes propiciaban la vinculación entre personas que no cumplían con el prototipo del “obrero”, pero que, en el caso de CCOO, le imprimieron el carácter de movimiento sociopolítico con el que se identificaban y autodefinían.124 Con estas tareas se relaciona el surgimiento de CCOO en el País Valenciano, cuando en noviembre de 1965 la esposa de Emeterio Monzón, Joaquina Campos, recibió la visita de la compañera de José Linares, Carmen, para avisarle de una inminente visita de Marcelino Camacho, y juntas fueron a comunicárselo a los militantes comunistas del Port de Sagunt.125 Este fue uno de los contactos previos hasta la reunión fundacional de CCOO en Valencia, en diciembre de 1966.126 Se fue conformando un nuevo modelo de organización obrera, las Comisiones Obreras (CCOO), de influencia comunista, que contó también con militancia de organizaciones como las HOAC y las JOC y de grupos de la izquierda antifranquista.

122 Testimonio de Milagros Julve en El Moviment Democràtic de Dones, 40 anys després, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=hIIakffl5NY .

123 Adrià, J.J. y Castillo, M.ª A. (2019). La fábrica dels sacs de Ríos: Una industria del passat llirià (1929-1974). Ajuntament de Llíria.

124 Varo, N. (2014). Las militantes ante el espejo… Op. cit.

125 Beneyto, P., Del Álamo, M., Sanz, J. y Soler, J.Ll. (1991). CCOO: Ara que fa vint-i-cinc anys. L’Eixam-FEIS.

126 Gómez, A. (2004). Comisiones Obreras. Op. cit.

La participación de las trabajadoras en este nuevo movimiento obrero fue cada vez mayor, las mujeres entraban en contacto directo con las luchas obreras y el sindicalismo de clase. Estos factores incidieron posteriormente en el aumento de la participación femenina en la conflictividad laboral.127

Algunas mujeres, como Mari García, militante del MDM y trabajadora del textil, fueron elegidas enlaces sindicales en 1966. Mari, a través de la Escuela Sindical, entró en contacto con los enlaces sindicales que estaban organizando CCOO. “[…] era gente del movimiento obrero muy significada que yo empecé a conocer allí. Entonces era gente que tenía muchísima experiencia en sus fábricas y contaban cómo habían conseguido tener unas taquillas o cómo habían conseguido tener un comedor.”128

El discurso antifranquista incorporaba a las mujeres como trabajadoras y sindicalistas, para que se sumaran a Comisiones Obreras, en defensa de sus intereses de clase y de sus reivindicaciones.129

Entre 1970 y 1975, el movimiento obrero se convirtió en el principal protagonista de la oposición política. “Entre enero y febrero de 1976 la conflictividad laboral en el País Valenciano se saldó con 189.000 huelguistas.”130 Los conflictos laborales también afectaron a sectores y empresas con una amplia mayoría de trabajadoras, ya que las discriminaciones laborales se mantenían, a pesar de la Ley sobre Derechos Políticos, Profesionales y Laborales de la Mujer, de 1961. Además, prevalecía la consideración de la mano de obra femenina como complementaria, transitoria y barata, con salarios un 30% inferiores a los de los trabajadores varones con igual categoría y por el mismo trabajo.131 Es ejemplo de ello la huelga en la empresa textil Manufacturas Mara S. A. en 1975, en reivindicación de un plus de productividad.132 Hubo varias despedidas, entre ellas la presidenta de la Agrupación de Confección, Carmen Hinarejos, de CCOO, que llegó a estar detenida.133

Mara fue una de las empresas que más se movía […]. Y entonces en Mara había la comisión obrera […] formada de manera muy diversa. Había gente que podía estar implicada de manera, en distintas cosas, con más conocimiento de lo que iba, o sea, más de partido. Y habíamos gente como más tontitas que acabábamos de entrar en lo que era Comisiones solo. Pero, vamos, sí que había más movidas en Mara y en el textil, movidas por el convenio, por muchísimas cosas, hicimos muchas, muchísimas […]. Vamos, lo que yo recuerdo que se reivindicaba más en aquel momento era el salario […] salario que firmabas y no te pagaban.134

127 Di Febo, G. (1979). Resistencia y movimiento. Op. cit., 169.

128 Sánchez, D. (2011). María García Ruiz. En Sánchez, D., Verdugo, V. y Gómez, A. (Coords.). Mujeres, sindicalistas, feministas: CCOO PV, 1956-1982. Fundación de Estudios e Iniciativas Sociolaborales, CCOO-PV, 145-156 (151).

129 Mundo Obrero, n.º 6, 1.ª quincena marzo de 1965; Mundo Obrero, n.º 1, 2.ª quincena noviembre de 1965, y n.º 20, 2.ª quincena septiembre de 1966.

130 Soler, J.Ll. y Saz, I. (1993). De lo Rat Penat al Congreso de Castellón. Las Comisiones Obreras en el País Valenciano (1966-1978). En Ruiz, D. (Dir.). Historia de Comisiones Obreras (1958-1988). Siglo XXI, 289-313 (308).

131 Véase Babiano, J. (Ed.). (2007). Del hogar a la huelga: Trabajo, género y movimiento obrero durante el franquismo. Los Libros de la Catarata.

132 Avanzando. Boletín del Movimiento Democrático de Mujeres de Valencia, n.º 1, 3-1975.

133 Las Provincias, 30-1-1977; Las Provincias, 9-2-1977.

134 Mestre, P. (2011). Carmen Hinarejos Martínez. En Sánchez, D., Verdugo, V. y Gómez, A. (Coords). Mujeres, sindicalistas, feministas… Op. cit., 170-176 (174).

También hubo huelgas como la de la sanidad valenciana que afectaba a las contratas de limpieza del hospital La Fe, con mayoría de mano de obra femenina. Se declararon en paro en 1976. Reivindicaban formar parte de la plantilla como personal fijo y contar con guarderías.135 Josefa Ortega, del MDM y CCOO, trabajadora de este sector, explica los motivos:

[…] había muy poquitos hombres […]. Nuestra primera reivindicación dentro del sector de la limpieza era entrar en la plantilla en sanidad […] hubo muchas huelgas y muchas luchas por que se nos equiparara, como mínimo, al personal de cocina, a las pinches […] entonces, por ahí empezó la lucha […] había chicas jóvenes, pero había muchas casadas y con responsabilidades de familia, de niños. Y de verdad tenemos que decir que aquellas mujeres interpusieron sus cosas, dejando sus niños a las abuelas, a las vecinas, y si había un encierro estaban […] cuando había un encierro, era un encierro total y era todo el mundo.136

Asimismo, se produjeron paros en las fábricas de porcelanas Lladró y Tang.137 Igualmente, destacan las huelgas de las trabajadoras del textil entre 1976 y 1978, en empresas como Lois, en Benaguacil, y Cointex, en Buñol.138 También en las empresas Little Kiss, Félix Merino, Faygra y Donetta. Los motivos de protesta eran las condiciones salariales y los ritmos de producción, el mantenimiento y la salubridad de las instalaciones fabriles, el aprovisionamiento de útiles y uniformes para trabajar. Generalmente, se trataba de muchachas muy jóvenes, con edades comprendidas entre los catorce y los veintidós años,139 por lo que, para poder poner en marcha una acción colectiva, se tenía que hablar con sus padres, al ser muchas de ellas menores de edad. En numerosas ocasiones en que las trabajadoras se declaraban en huelga, eran presionadas por sus hermanos, padres, maridos o novios, que, avisados por la empresa, las obligaban a incorporarse a sus puestos de trabajo. Se seguía ejerciendo el tutelaje masculino sobre las trabajadoras que infringían las normas al reclamar sus derechos laborales. A modo de ejemplo, las trabajadoras de la empresa de hilaturas Cointex, en Buñol, durante la huelga de 1976, en sus comunicados expresaban: “Algunos padres y novios no han ayudado nada a las chicas de Hilaturas. ¿Dónde está su amor? ¿Y su conciencia de clase?”.140

Los ámbitos y las prácticas de la acción sindical se entendían masculinos, lo que conllevaba unas relaciones de género problemáticas que dificultaban la incorporación de las mujeres al sindicalismo de clase y el acceso a los cargos de responsabilidad con la misma normalidad que los varones.141 Una situación que recuerda Carmen Arjona, de la Secretaría de Organización de la Unión Comarcal de L’Horta de CCOO del País Valenciano en 1978:

Pero, desde luego, el prototipo machista clarísimo. Y con las mujeres del sindicato, pues igual. Formalmente sabían que estabas ahí […]. Pero, para que te respetaran

135 Las Provincias, 1-3-1976; Las Provincias, 30-4-1976; Las Provincias, 11-5-1976; Las Provincias, 2-4-1977.

136 Cavaccini, N. (2011). Josefa Ortega Espinosa. En Sánchez, D., Verdugo, V. y Gómez, A. (Coords.). Mujeres, sindicalistas, feministas… Op. cit., 239-246 (245).

137 AJLB-CCOO-PV. Asamblea de trabajadores de Tang: A todo el pueblo de Valencia, 6-2-1977; Asamblea de trabajadores de Tang: Compañero trabajador, 12-1977.

138 Verdugo, V. y Gómez, A. (2023). Buñol: La huelga de Cointex. En Beneyto, P., Durbán, J. y Gómez , A. (Coords.). Rutas de la memoria obrera. FEIS, 65-101.

139 Valencia Semanal, n.º 19, 16/23-4-1978.

140 Verdugo, V. y Gómez, A. (2023). Buñol: La huelga de Cointex, op. cit., 91.

141 Véase la infrarrepresentación femenina en los dos primeros congresos de CCOO del País Valenciano, celebrados en 1978 y 1980 respectivamente, en Del Álamo, M. (1993). Los congresos de CCOO-PV. FEIS.

[…]. O sea, tú tenías que dar el puñetazo más fuerte en la mesa, dar el grito más alto y demostrar que, es que tenías muchos ovarios […]. Pero, como concepto de funcionamiento, pues machista, era una sociedad machista, y lo es […]. Entonces, entre los más progres parece que no... Pero luego, cuando rascabas un poquito en el comportamiento íntimo, pues evidentemente las relaciones eran tremendas.142

La concepción de clase masculina influía en la definición de los problemas de los trabajadores y en la práctica sindical.143 Por ello, muchas de las reivindicaciones de las mujeres asalariadas no se asociaban con las reivindicaciones sindicales de clase, no se consideraban políticas.144 Ante esta situación, algunas sindicalistas reclamaban la creación de un espacio propio en el seno de CCOO, como un ámbito de identidad particular y feminista, en el que no se trataba de rechazar la política de clase, sino de impugnar los límites que establecían los varones dentro de la estructura sindical.145

En 1977, los sindicatos democráticos fueron legalizados. En el I Congreso Confederal de CCOO se estableció la Secretaría Confederal de la Mujer, cuya dirección desempeñó Begoña San José. Progresivamente se constituyeron estos espacios específicos en la mayoría de las federaciones. Charo Manjón, que fue secretaria de la Mujer de la Confederación de CCOO del País Valenciano en 1980, valoraba el logro que supuso para la igualdad en el ámbito sindical:

[…] primero para que nuestros compañeros supieran y nos tuvieran en cuenta, porque nosotras militábamos con ellos [...] pero estabas tú diciéndoles: “Esto hay que meterlo en este convenio”. “Esto hay que reivindicarlo”, y ellos, por ellos mismos no lo veían. Yo creo que la Secretaría de la Mujer primero fue buena por eso, y segundo porque aglutinamos a muchas, muchas mujeres y trabajamos en aquella época, sobre todo con el tema del aborto. Trabajamos muchísimo porque se perseguía y además fue muy castigado. Era el aborto, eran las guarderías. No había guarderías en aquella época, los niños no tenían sitios donde dejarlos. Sí que había discriminación en aquella época y además muy grande.146

Además, las mujeres del MDM, junto con las sindicalistas de CCOO, crearon un frente de trabajadoras. En diciembre de 1976, celebraron una asamblea general para analizar la problemática específica de las mujeres en el trabajo, para que la lucha feminista se trasladara al ámbito laboral y para que las reivindicaciones de las trabajadoras las asumiera el movimiento obrero.147 En esta misma línea, en febrero de 1977 organizaron en Valencia una conferencia-debate sobre la situación de las mujeres trabajadoras.148

142 Gómez, A. (2011). Carmen Arjona Raigon”, en Sánchez, D., Verdugo, V. y Gómez, A. (Coords.). Mujeres, sindicalistas, feministas… Op. cit., 30-44 (41).

143 Scott W.J. (1989). Sobre el lenguaje, el género y la historia de la clase obrera. Historia Social (4), 81-98.

144 Díaz, P. (2000). La relación de las mujeres trabajadoras y los sindicatos durante el franquismo y la transición. En Cerrada, A.I. y Segura, C. (Eds.). Las mujeres y el poder: Representaciones y prácticas de vida. AEIHM, Al-Mudayna, 323-337.

145 Canning, K. (1995). El género y la política de formación de clase social: nuevas reflexiones sobre la historia del movimiento obrero alemán. Arenal. Revista de Historia de las Mujeres (2:2), 175-218.

146 Pradells, J. (2011). Charo Manjón Yeste. En Sánchez, D., Verdugo, V. y Gómez, A. (Coords.). Mujeres, sindicalistas, feministas… Op. cit., 203-215 (210).

147 AJLB. CCOO-PV. I Conferencia de la Mujer en el País Valenciano. PCPV. Abril de 1976.

148 Las Provincias, 12-2-1977.

9. Conclusiones

Podemos concluir que, a partir de las fuentes orales, hemos podido conocer algunos aspectos de las experiencias de vida y militancia de mujeres del MDM: su inserción y activismo en los diversos movimientos sociales, las propuestas que planteaban y las complejidades que conllevaba la militancia, ya fuera en el movimiento vecinal, en el feminismo o en el sindicalismo de CCOO. Experiencias personales de mujeres que contribuyeron al proceso de concienciación y formación identitaria en clave de política antifranquista y feminista.

Cabe resaltar la capacidad de actuación femenina/feminista del Movimiento Democrático de Mujeres (MDM), que nació interrelacionado con el Partido Comunista de España (PCE). Esta organización de mujeres actuó, a pesar de la clandestinidad, en el ámbito de lo público desde los años sesenta, lo que para sus militantes supuso un aprendizaje decisivo para actuar en los movimientos sociales durante la transición democrática. Además, las militantes del MDM participaron en el movimiento vecinal en Valencia para reivindicar, desde su identidad de clase y su conciencia femenina, la mejora de las condiciones de vida en los barrios populares y actuando como organización puente entre el movimiento vecinal y las plataformas feministas valencianas a las que acudían las militantes del MDM. A este respecto, en los años setenta esta organización evolucionó hacia planteamientos específicamente feministas. No obstante, a nivel interno, en el seno del MDM, la convivencia de diferentes generaciones supuso el desarrollo de distintas posturas sobre las prioridades: unas priorizaban la lucha social frente a las demandas feministas; otras eran más críticas y defendían una agenda más feminista.

Las integrantes del MDM colaboraron en la articulación del movimiento feminista, al que dotaron de una agenda política específica; un movimiento feminista caracterizado por su alto nivel de politización y relación con las organizaciones antifranquistas. Dichas relaciones no estaban exentas de conflictos, que conllevaron la elaboración de nuevos discursos teóricos del feminismo radical e independiente, lo cual contribuyó a la ruptura del movimiento feminista valenciano en 1978. Pero, a pesar de las diferencias, el esfuerzo fue común a la hora de poner en práctica las campañas a favor del divorcio, en torno al proyecto constitucional y sobre la despenalización del aborto. Ello supuso desarrollar la capacidad de gestar una identidad colectiva de resistencia como mujeres sujetas a discriminaciones específicas de género.

Por otra parte, hemos analizado cómo las trabajadoras participaron desde fechas muy tempranas en los conflictos y el movimiento obrero. La conflictividad obrera fue en aumento a partir de 1976, y en esas huelgas las mujeres también estuvieron presentes con sus reivindicaciones laborales. Participaron desde sus comienzos en la construcción de CCOO, como movimiento sociopolítico. Además, introdujeron en el sindicato la necesidad de que el movimiento obrero recogiera sus reivindicaciones específicas de género como reivindicaciones de clase, y crearon estructuras sindicales como las Secretarías de la Mujer, un espacio propio, un ámbito de identidad feminista. Una tarea que no fue fácil y que añadía una mayor complejidad en la militancia de las mujeres sindicalistas.

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Vicenta Verdugo Martí, Doctora y profesora de historia en Florida Universitària (Catarroja, València), ha desarrollado sus investigaciones sobre la militancia de las mujeres en el final del franquismo y la transición en Valencia, tanto en los partidos y sindicatos de oposición democrática, en particular el PCE y CCOO, como en el movimiento vecinal y feminista, con especial atención al Movimiento Democrático de Mujeres. Es una destacada especialista en el antifranquismo desde una perspectiva de género. En los últimos años ha centrado sus estudios en la represión franquista contra las mujeres.

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Fecha de recepción: 16/04/2024

Fecha de aceptación: 19/07/2024

ISSN: 1889-1152. DOI: 10.1344/segleXX2024.17.2

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