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Aurora Bosch | Derechos civiles, feminismo y política: Ida B. Wells, 1890-1930
Aurora Bosch | Derechos civiles, feminismo y política: Ida B. Wells, 1890-1930
Revista catalana d’història 17 (2024), 3-23
Derechos civiles, feminismo y política: Ida B. Wells, 1890-1930
Aurora Bosch
Universitat de València
https://orcid.org/0000-0001-6271-8577
Resumen
A través de la figura de Ida B. Wells, feminista y líder en el movimiento por los derechos civiles, el artículo analiza el activismo de la primera generación de afroamericanas que creció en libertad y accedió a la educación superior y al mundo profesional en medio de la primera oleada de feminismo y del peor momento de las relaciones raciales en Estados Unidos. Basándose principalmente en los folletos, los diarios personales y la autobiografía de Wells, el artículo se detiene en su experiencia y su denuncia de la segregación cotidiana y, muy especialmente, en su subversivo análisis de los linchamientos como una forma de terror para la mantener la supremacía blanca. Al mismo tiempo, Ida Wells compaginaba el compromiso con el “progreso de la raza” y los derechos de la mujer, que distinguía al feminismo negro, cofundando The National Association of Colored Women Clubs (1896), mientras que en la fundación de The Alpha Suffrage Club (1913) Wells reivindicaba el valor del voto femenino afroamericano en la política electoral estadounidense.
Palabras clave: Estados Unidos, derechos civiles, feminismo negro, segregación, linchamientos
Resum
Drets civils, feminisme i política: Ida B. Wells, 1890-1930
A través de la figura d’Ida B. Wells, feminista i líder en el moviment pels drets civils, l’article analitza l’activisme de la primera generació d’afroamericanes que va créixer en llibertat i va accedir a l’educació superior i al món professional enmig de la primera onada de feminisme i del pitjor moment de les relacions racials als Estats Units. Basant-se principalment en els fullets, els diaris personals i l’autobiografia de Wells, l’article s’atura en la seva experiència i denúncia de la segregació quotidiana i, molt especialment, en la seva anàlisi subversiva dels linxaments com una forma de terror per a mantenir la supremacia blanca. Alhora, Ida Wells compaginava el compromís amb el “progrés de la raça” i els drets de la dona, que distingia el feminisme negre, cofundant The National Association of Colored Women Clubs (1896), mentre que amb la fundació de The Alpha Suffrage Club (1913) Wells reivindicava el valor del vot femení afroamericà en la política electoral nord-americana.
Paraules clau: Estats Units, drets civils, feminisme negre, segregació, linxaments
Abstract
Civil Rights, feminism, and politics: Ida B. Wells, 1890-1930
Through the figure of Ida B. Wells, feminist and leader in the civil rights movement, the article analyzes the activism of the first generation of African American women who grew up in freedom and had access to higher education and the professional world in the midst of the first wave of feminism, and in the nadir of race relations in the United States. Based mainly on Wells’ pamphlets, personal diaries, and an autobiography, the article explores his experience and denunciation of everyday segregation and, mostly, his subversive analysis of lynching as a form of terror to maintain white supremacy. At the same time, Ida Wells combined a commitment to “the progress of the race” and women’s rights, which distinguished black feminism, by cofounding The National Association of Colored Women Clubs (1896), while the founding of the Alpha Suffrage Club (1913) shows how Wells valued the impact of african-american women vote in the American electoral politics.
Keywords: United States, civil rights, black feminism, segregation, lynching
§
1. Introducción
Desde la década de 1990 la investigación histórica ha comenzado a revelar la decisiva participación de las mujeres en el movimiento de los derechos civiles en las décadas centrales del siglo XX. De momento, los resultados obtenidos indican una participación femenina muy superior a la masculina, que resultó esencial tanto en la organización como en el liderazgo comunitario del movimiento.1 Como diría Stokely Carmichael, destacado dirigente del Black Power, “las que llegaron primero al movimiento fueron las mujeres […]. De hecho, como solíamos decir, ‘una vez que tienes a las mujeres, los hombres les siguen’”.2
Anteriormente, desde el feminismo negro, Angela Davis y Alice Walker ya habían resaltado que, desde la esclavitud, la mujer afroamericana había jugado un papel destacado tanto en la lucha por la liberación de los esclavos como en la liberación femenina, al denunciar su triple
1 Esta investigación se enmarca en el Grup d’Excel·lencia Prometeo, GVPROMETEO2020-050, del que la autora forma parte.
Houck, D.W. y Dixon, D.E. (2009). Women and the Civil Rights Movement, 1954-1965. University Press of Mississippi, XIII-XIV; Robnett, B. (1997). How Long? How Long?: African-American Women in the Struggle for Civil Rights. Oxford University Press, 156; Collier-Thomas, B. y Franklin, V.P. (2001). Sisters in the Struggle: African American Women in the Civil Rights-Black Power Movement. New York University Press, 1-9.
2 Citado por Olson, L. (2001). Freedom’s Daughters: The Unsung Heroines of the Civil Rights Movement from 1830 to 1970. Simon & Schuster, 15.
opresión de género, raza y clase, mientras reivindicaban otra forma de ser mujer.3 Una mujer que, como indicó la esclavizada y abolicionista Sojouner Truth en la Convención de Derechos de la Mujer de 1851, desde la esclavitud había trabajado forzosamente como un hombre, soportado latigazos, parido trece hijos que fueron vendidos como esclavos; una mujer “¡a la que nunca nadie me ha ayudado a subir a las carretas o a saltar charcos de lodo o me ha dado el mejor puesto! Y ¿acaso no soy una mujer?”, preguntaba Truth al auditorio.4
Esta reivindicación de la interseccionalidad entre raza, género y clase, presente desde el abolicionismo y los comienzos del movimiento feminista en Estados Unidos, se mantuvo en los inicios de la lucha organizada de minoría negra a finales del siglo XIX y principios del XX, diferenciando el feminismo negro desde la primera oleada del feminismo. El presente artículo analiza ese momento de autoorganización de la minoría negra a través de la figura de Ida Wells, representante del activismo de la primera generación de mujeres afroamericanas que creció en libertad, accedió a la educación y ascendió a la clase media. Desde que se publicó por primera vez la autobiografía de Wells en 1970, su figura ha sido estudiada en Estados Unidos tanto desde las distintas perspectivas de su actividad pública —reformista, activista de los derechos civiles, oradora, periodista, agitadora política— como de su pensamiento en torno a la raza, la construcción de la identidad, la ciudadanía5 y la ética femenina negra,6 constituyendo así un referente tanto del feminismo negro actual7 como de las reivindicaciones más recientes del movimiento negro estadounidense.8 En España, un interesante libro editado por Mercedes Jabardo en 2012, Feminismos negros: Una antología, nos introduce en el papel de Ida Wells como pionera del feminismo negro, y traduce al castellano uno de sus principales escritos sobre los linchamientos.
A través principalmente de los escritos, los diarios y la autobiografía de Wells, el objetivo de este artículo, situado en el contexto histórico del retroceso de derechos e intensa violencia contra los afroamericanos del periodo posterior a la Reconstrucción y la promesa de “la era de las mujeres”, es analizar el protagonismo femenino en el origen de la movilización de la minoría negra, a través de la experiencia y singular respuesta de Wells a esta realidad. Como otras mujeres que nacieron esclavas, la militancia de Wells en la lucha por los derechos civiles presuponía su compromiso con el progreso de las mujeres afroamericanas. De esta forma, el artículo analiza sus denuncias de la segregación y, muy especialmente, su cruzada contra los linchamientos, así como su papel en la organización cívica y política de las mujeres afroamericanas.
2. De la esclavitud al progreso de la “raza”. La primera generación libre de afroamericanas
Ida Wells nació esclava en 1862, unos meses antes de que el presidente Lincoln proclamara la emancipación provisional de los esclavos de los territorios rebeldes, que se convertiría en la Proclamación de Emancipación definitiva el 1 de enero de 1863. La familia vivía en Holly
3 Jabardo, M. (Ed.). (2012). Feminismos negros: Una antología. Traficantes de Sueños, 27-31.
4 Truth, S. Ain’t I a Woman? Speech Delivered in the 1851 Women’s Rights Convention, Old Stone Church, Akron, Ohio. National Park Service, disponible en https://www.nps.gov/articles/sojourner-truth.htm (consulta, 10-12-2023).
5 Davidson, J.W. (2007). They Say: Ida B. Wells and the Reconstruction of Race. Oxford University Press.
6 Sims, A.D. (2010). Ethical Complications of Lynching: Ida B. Wells’s Interrogation of American Terror. Palgrave Macmillan.
7 La influencia es notoria en el pensamiento de bell hooks. Véase hooks, b. (2020). ¿Acaso no soy yo una mujer?: Mujeres negras y feminismo. Consonni.
8 En concreto, el tema de la reparación política por la esclavitud y el sistema de Jim Crow. Véase Balfour, L. (2015). Ida B. Wells and “color line justice”: Rethinking reparations in feminist terms. Perspectives on Politics (13:3), 682-686.
Springs, Mississippi, una pequeña ciudad del Sur profundo, con cierto desarrollo económico más allá del cultivo de algodón, gracias a su fundición de hierro y al ferrocarril, que cambió de manos varias veces durante la guerra.9 Los padres de Ida, aunque esclavos, tuvieron ciertas ventajas que les permitieron ascender a la clase media tras la Emancipación y la victoria del Norte en 1865.
El padre, hijo de su amo y una esclava, era fruto de la cotidianidad del abuso sexual de las mujeres negras por sus amos blancos durante la esclavitud y, por lo tanto, de la doble opresión de raza y sexo que sufrían las mujeres afroamericanas esclavizadas.10 Sin embargo, el hecho de que el matrimonio de sus amos no tuviera hijos permitió a Jim Wells acceder a cierta instrucción y aprender el oficio de carpintero, imprescindible este último en la reconstrucción de los edificios del Sur al acabar la guerra. En cuanto a su madre, desde su condición más ventajosa de esclava doméstica en una ciudad, se había convertido en una famosa cocinera, aunque no escapó al analfabetismo forzado, inherente a la condición de esclavo en el sur de Estados Unidos.
Estas circunstancias familiares, unidas a los avances jurídicos, cívicos, políticos y materiales que la Reconstrucción proporcionó a los libertos, permitieron a la familia de Ida Wells prosperar y convertirse en miembros de la primera clase media negra del Sur. En efecto, como otros hombres y mujeres afroamericanos del Sur, la familia Wells se benefició de la aprobación de las enmiendas 13.ª, 14.ª y 15.ª a la Constitución de Estados Unidos, que consecutivamente abolieron la esclavitud en todo el territorio nacional (1865), garantizaron la igualdad civil a los libertos (1866) y les concedieron el derecho al voto (1870). También contaron con la ayuda federal a través de la Oficina de Libertos (1864), y con las políticas de los gobiernos estatales reconstruidos tras la ocupación militar del Sur por parte del Norte. Igualmente, las iglesias y asociaciones cívicas del Norte contribuyeron con dinero, voluntarios e iniciativas diversas a la promoción de los libertos. Todo ello en un ambiente en que los antiguos esclavos se enrolaron en gran número en las Ligas de la Libertad, en el Partido Republicano y en asociaciones de ayuda mutua,11 y abrazaron con entusiasmo la educación como el primer paso para su progreso.12
De esta forma, los padres de Ida Wells pudieron independizarse y comprar una casa en Holly Springs, en la que vivieron con sus ocho hijos. Ambos eran metodistas y estaban comprometidos con la educación de sus vástagos y el progreso de la comunidad negra. Jim Wells, aparte de llevar su negocio de carpintería, ser maestro masón e interesarse en la política, era patrono de la Shaw University, después llamada Rust College, fundada por el Freedmen Aid Society (FAS) en 1866, institución en la que se educó Ida, y a la que asistía también Lizzy Wells con sus hijos hasta que aprendió a leer la Biblia. Como en los otros quinientos colleges fundados por la American Missionary Association (AMA) en el Sur después de la guerra para educar a los libertos, la FAS se encargaba de enrolar a los maestros del Norte y buscarles alojamiento,
9 Duster, A.M. (2020). Introduction. En Wells, I.B. Crusade for Justice: The Autobiography of Ida B. Wells. The University of Chicago Press, XV.
10 Jacobs, H. (1992). Memorias de una esclava. Grijalbo Mondadori, 94.
11 Foner, E. (1989). Reconstruction: America’s Unifinished Revolution, 1863-1867. Harper & Row, 77-123.
12 Cien mil libertos estaban escolarizados en 1867 y, según W. E. B. Du Bois, un millón y medio en 1900. McCluskey, A.T. (2014). A Forgotten Sisterhood: Pioneering Black Women Educators and Activists in the Jim Crow South. Rowman & Littlefield Publishers, 4.
contando en el caso del Rust College con la ayuda económica de la parte ilustrada de la comunidad blanca de Holly Springs.13
La poca educación formal recibida por Ida B. Wells en el Rust College, pues dejó la institución de forma abrupta por un incidente traumático,14 y su deseo de mejorarla continuando su formación, le permitieron encontrar un trabajo como maestra rural en Mississippi a los dieciséis años, cuando a la muerte de sus padres por fiebre amarilla decidió hacerse cargo de los seis hermanos restantes para mantener unida a la familia, bajo la tutela de los masones.15 Como otras jóvenes de la nueva clase media negra, la enseñanza era casi el único trabajo que podían encontrar que no fuera manual, además de ser una profesión segura y respetada, que les ofrecía la oportunidad de mostrar su compromiso con el “progreso de la raza”.16 Así, siguiendo una pauta anterior a la Emancipación, según la cual las mujeres esclavizadas equiparaban educación a libertad, las maestras afroamericanas constituyeron el 70% de los maestros negros que salieron de las escuelas y universidades de la AMA después de la Emancipación. Su objetivo, en medio de la violencia y el racismo del Sur posterior a la Reconstrucción, era contrarrestar los estereotipos blancos sobre la inferioridad de la raza y defender los derechos adquiridos. Las maestras negras pusieron especial énfasis en la educación de las mujeres y crearon, en muchos casos, escuelas específicas para ellas, en las que insistían en el decoro y la conducta apropiada siguiendo los dictados victorianos de la pureza femenina y la domesticidad, pero también las preparaban para luchar contra la opresión e injusticia que sufría su pueblo.17
De esta forma, las experiencias de Wells como maestra rural en Mississippi y Tennessee desde 1878 hasta 1884, sus siete años posteriores como maestra en la ciudad de Memphis y la breve experiencia de enseñar fuera del Sur, en California, la enfrentaron con la realidad sureña después de la Reconstrucción, y supusieron el comienzo de su compromiso en la lucha de la minoría negra por sus derechos civiles y políticos.
3. Experiencia y denuncia de la segregación
Su primer destino como maestra rural en Mississippi supuso para Wells la experiencia de enseñar en una escuela para negros de una sola aula, en la que se mezclaban edades y grados, con escasa dotación, hasta el punto de no tener aceite para las lámparas ni velas sobrantes para poder leer en cuanto oscurecía. Como contrapartida Wells encontraba el apoyo de una comunidad amable, empática y generosa, que le proporcionaba “huevos y mantequilla para su familia”. Al ser la cabeza de familia y única proveedora, Wells adoptó desde muy joven un rol femenino no convencional que, por otro lado, la enfrentaba a los problemas de conciliación de las madres trabajadoras. Así, al trabajar fuera toda la semana, tenía que buscar ayuda externa para cuidar a sus hermanos, y experimentaba la doble carga de trabajo que suponía trabajar en la escuela rural durante la semana y “lavar, planchar y cocinar” el sábado y domingo.18 Am
13 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 8-9.
14 Al visitar la institución posteriormente, el 29 de diciembre de 1885, se refiere en su diario a “[…] seeing old enemies, visiting old scenes, recalling the most painful memories of my life, talking them over with those who were prominent actors during my darkest days […]. Decosta-Willis, M. (Ed.). (1995). The Memphis Diary of Ida B. Wells. Beacon Press, 24.
15 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 11-15.
16 McCluskey, A.T. (2014). A Forgotten Sisterhood… Op. cit., 7.
17 Ibid., 3 y 5-7.
18 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 3.
bos motivos la llevaron a aceptar la ayuda de una tía viuda y trasladarse a Memphis, donde encontró un trabajo mejor pagado en una escuela rural a pocas millas de la ciudad, mientras preparaba su examen para acceder al sistema público de la localidad.
El traslado a Memphis sería decisivo en la formación de una joven decidida, inteligente, ambiciosa y poco convencional como Ida Wells, que, aunque no desdeñaba la compañía masculina, estaba centrada en su formación y progreso. A principios de la década de 1880, Memphis era una próspera ciudad en rápido crecimiento, al ser un enclave comercial neurálgico por su situación en el Mississippi, en medio de una región productora de algodón, así como la conexión ferroviaria más importante del Sur. La ciudad, que llegaría casi a los 70.000 habitantes en 1890, tenía también una intensa vida política, cultural y asociativa, a la que contribuía una comunidad negra que había llegado a los 30.000 miembros.
Aparte de las oportunidades económicas de Memphis y el condado de Shelby, los afroamericanos pudieron votar libremente durante la década de 1880, así como tener representantes en las juntas escolares y de obras públicas de la ciudad, factores que atrajeron a una comunidad afroamericana que estableció iglesias, escuelas, colleges, negocios, asociaciones de ayuda mutua y periódicos. La comunidad contaba con una pequeña clase media de empresarios, profesionales y educadores, muy activa y consciente de sus derechos, en la que se insertó Ida Wells.19 Aparte de las reuniones literarias de los viernes con otros maestros en el Liceo —“los ejercicios literarios consistían en recitados, ensayos y debates intercalados con música. Era un soplo de vida para mí”—20 y la pronta relación profesional con editores de periódicos, Wells entró en contacto con pastores protestantes, médicos, abogados, empresarios, amas de casa y dueños de pensiones, con los que socializaba en pícnics, ferias de la iglesia, recepciones, paseos y otros “entretenimientos para señoritas”.21
La necesidad de desplazarse diariamente al lugar de trabajo en el ferrocarril, durante sus primeros cuatro años en Memphis, enfrentó a Wells con la cotidianidad de los conflictos por la segregación en el transporte de masas, uno de los pocos espacios públicos —como el trabajo, los espacios políticos o los comercios— donde no se podía evitar el contacto entre razas.
En 1884, a la edad de veintiún años, Ida Wells compró un billete de primera para desplazarse diez millas, desde su destino en la escuela rural de Woodstock a Memphis. Un año antes, el Tribunal Supremo de Estados Unidos, en The Civil Right Cases, abría la puerta a la segregación al indicar que la 13.ª y la 14.ª enmiendas a la Constitución no daban poder al Congreso para prohibir la discriminación racial por parte de individuos o empresas privadas. Era un retroceso respecto a la Ley de Derechos Civiles de 1875, que independientemente del color o la raza garantizaba el acceso igualitario a todos los espacios públicos.
Desde entonces, los conflictos se multiplicaron en los vagones ferroviarios de primera, a los que accedía una clase media negra con estudios, dispuesta a defender sus derechos.22 Fue así como Ida Wells se encaminó al vagón de primera, reservado de forma oficiosa por la compañía para mujeres blancas y sus acompañantes, y, ante la insistencia del revisor, rehusó desplazarse al vagón de fumadores y viajeros de color —alegando que había personas fumando— y se negó
19 Schechter, P.A. (2001). Ida B. Wells-Barnett and American Reform, 1880-1930. The University of North Carolina Press, 39-41; Decosta-Willis, M. (Ed). (1995). The Memphis Diary… Op. cit., 19.
20 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 3 y 21.
21 Decosta-Willis, M. (Ed). (1995). The Memphis Diary… Op. cit., 6-19.
22 Ayers, E.A. (1995). Southern Crossing: A History of the American South 1877-1906. Oxford University Press, 96-100.
a entregarle el billete. Según su relato, la sacaron a la fuerza del tren en la primera estación ante la actitud entusiasta de los pasajeros blancos —“algunos se levantaron de sus asientos para presenciarlo mejor y continuaron aplaudiendo al revisor por su valiente postura”—,23 pero ella contrató al que fuera el primer abogado afroamericano de Memphis y demandó a la Chesapeake & Ohio & Southwestern Railroad Company. El juez del Tribunal de Condado, un antiguo oficial unionista, condenó a la compañía a pagarle 500 dólares por perjuicios, resolución que tuvo un notable eco en la prensa afroamericana de la época.24
Sin embargo, la compañía ferroviaria recurrió la sentencia en el Tribunal Supremo de Tennessee, que valoró los hechos de otra forma. Como otros estados del Sur ante incidentes similares, la Asamblea de Tennessee había decidido en 1881, sin sancionar la segregación ni urgir a la integración, que los ferrocarriles debían disponer de vagones separados de primera clase o áreas dentro de los vagones de la primera clase en los que “ todos los pasajeros de color que hubieran pagado la tarifa de primera clase pudieran tener el privilegios de entrar”.25 Así, la sentencia del tribunal establecía que la compañía seguía la normativa de la Asamblea de Tennessee, pues el tren tenía dos vagones de primera, uno para señoras y sus acompañantes —que estaba lleno— y otro para fumadores. El tribunal dudaba de la palabra de Wells, pues, en contra de su testimonio, constataba que no había nadie fumando en el otro vagón, por lo que consideraba que la demandante había actuado de “mala fe” para “acosar con vistas a este pleito” y “obtener un asiento cómodo para un trayecto corto”.26 Motivos todos ellos por los que el Tribunal Supremo de Tennessee falló en favor de la compañía y obligó a Wells a pagar 200 dólares por las costas.
Después de lo que parecía un primer triunfo legal contra la segregación —“el éxito de mi caso habría sentado un precedente que otros indudablemente hubieran seguido”—, Wells se sintió decepcionada, pues había pensado que la ley ya estaba del lado de los afroamericanos.27 Sin embargo, la sentencia del Tribunal Supremo de Tennessee y, posteriormente, de otros tribunales estatales del Sur respecto a que podía haber vagones separados de blancos y negros, siempre que fueran iguales en comodidad y la separación se hubiera hecho pública, inspiró las leyes de segregación en los estados del Sur a partir de finales de la década de 1880; leyes que las clases medias negras combatieron, al alegar que violaban la 13.ª y 14.ª enmiendas, y provocaron, en 1892, el célebre caso Plessy vs. Ferguson en Luisiana,28 sobre el que el Tribunal Supremo sentenció en 1896 la doctrina de “separados pero iguales”, que declaraba así constitucional la segregación.29
23 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 17-18.
24 El titular del Memphis Daily Appeal del jueves 25 de diciembre de 1884 indicaba: “A Darkly Damsel Obtains a Veredict for Damages against the Chesapeake Railroad—What It Cost to Put a Colored School Teacher in a Smoking Car—Verdict for $500”. University of Chicago Library, Special Collections, Research Center, disponible en https://blackwomenssuffrage.dp.la/collections/ida-b-wells/ibwells-0008-011-01 (consulta, 9-9-2024).
25 Ely, J.W. Jr. (Ed). (2002). The Tennessee Supreme Court, 1886-1910. En A History of the Tennessee Supreme Court. The University of Tennessee Press, 177.
26 Tennessee Virtual Archive, Chesapeake, Ohio & Southwestern Railroad Company v. Wells, Jackson, April 5th, 1887, 614, disponible en https://teva.contentdm.oclc.org/digital/collection/p15138coll18/id/176/ (consulta, 14-2-2024).
27 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 18.
28 El caso fue impulsado por un grupo de afroamericanos reunidos en “the Citizens’ Committee to Test the Constitutionality of the Separate Car Law”.
29 “[…] If the civil and political rights of both races be equal, one cannot be inferior to the other civilly or politically. If one race be inferior to the other socially, the Constitution of the United States cannot put them upon the same plane […]”. National Archives (Washington), Records of the Supreme Court of the United States, Record Group 267, Plessy v. Ferguson,
Sus siguientes experiencias y denuncias de la segregación fueron, una vez más, en el sistema escolar. Primero fue su breve desempeño como maestra fuera del Sur, en la pequeña ciudad de Visalia, en el valle de San Joaquín, en California. Allí, donde no había un sistema de segregación escolar estatal, los niños afroamericanos, en minoría frente a una población blanca, americana nativa y mexicana, “a petición de la propia población de color”, estaban separados en una escuela de una sola aula con las peores condiciones, mientras que el resto de los estudiantes “blancos, indios y mestizos mexicanos” tenían la escuela en un confortable edificio.30 “Decir que queremos estar separados es un reconocimiento tácito de la inferioridad que ellos [los blancos] dan por supuesto”,31 reflexionaba críticamente Wells sobre su experiencia en California.
Posteriormente, ya como maestra en el sistema público de Memphis, denunció, en el periódico afroamericano The Free Speech and Headlight, los edificios inadecuados en los que enseñaban a los estudiantes de color, y acusó a la junta escolar de asignarles los peores maestros, tanto por aptitudes intelectuales como por cualidades morales, pues sugería que algunos habían conseguido el puesto de maestro por “amistad ilícita” con miembros de la junta escolar.32 Estas acusaciones directas le valieron ser despedida del sistema público por la Junta de Educación de Memphis, sin encontrar ningún apoyo en los padres de los niños que apreciaban su trabajo. Al contrario, le recriminaban haber publicado el artículo que provocó su despido. Fue una experiencia amarga, a partir de la cual entendió que en su lucha decidida por los derechos de la minoría negra no iba necesariamente a tener el apoyo de esta última.33 Tiempo atrás, Wells había expresado la misma frustración en relación con su desafío a la segregación en el ferrocarril: “Nadie de mi gente ha sentido que esto era un tema de raza y que ellos deberían ayudarme a luchar”.34
4. Periodismo de investigación y “cruzada contra los linchamientos”
Afortunadamente, al ser despedida como maestra, Ida Wells pudo afrontar el pago de las costas del pleito con la Chesapeake & Ohio & Southwestern Railroad Company y mantener a su familia gracias a su colaboración en los periódicos afroamericanos, un trabajo que consideraba más satisfactorio y mejor pagado que la enseñanza.35 Relatando su primer incidente en el ferrocarril, Wells había comenzado a colaborar en 1883 en el periódico de su iglesia, The Living Way, bajo el seudónimo de Iola, pues usar uno era algo común entre las jóvenes periodistas afroamericanas, especialmente si eran solteras.36 En unos años era conocida fuera del Sur, al
163, #15248, Plessy vs. Ferguson, Judgement, Decided May 18, 1896, disponible en https://www.archives.gov/milestone-documents/plessy-v-ferguson (consulta, 14-2-2024).
30 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 24.
31 Iola on Discrimination. New York Freeman, January 15, 1887; reprinted from The American Baptist, Memphis, Tenn., Dec. 28, 1886. En Decosta-Willis, M. (Ed.). (1995). The Memphis Diary… Op. cit., 186-187.
32 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 29.
33 Ibid., 34.
34 Ibid., 20.
35 Sus problemas económicos continuaron en sus años de maestra en Memphis, donde cambiaba frecuentemente de una casa de huéspedes a otra, sin tener un hogar propio, y siempre tenía deudas que saldar. Por otro lado, Ida Wells se quejaba frecuentemente de las insatisfactorias condiciones de trabajo en Memphis, pues los maestros trabajaban ocho meses con un pago irregular y la contratación no se anunciaba hasta casi el comienzo del curso. Decosta-Willis. M. (Ed). (1995). The Memphis Diary… Op cit., 26-27, 33-34 y 95.
36 Schechter, P.A. (2001). Ida B. Wells-Barnett and American Reform… Op. cit., 17.
reproducirse sus artículos en los principales periódicos afroamericanos del país, y en 1889 fue nombrada representante de la Iglesia baptista en el Congreso de la Prensa Afroamericana celebrado en Washington. Allí conoció a Frederick Douglass, al que le uniría una buena amistad y sintonía en el activismo civil hasta la muerte de este, en 1895, y el congreso la eligió secretaria de la National Afro-American Press Association. Por entonces, colaboraba con el Free Speech and Headlight de Memphis, del que era ya editora y pronto sería copropietaria, al invertir sus ahorros en la cabecera.
Wells asumía que “no tenía ningún talento literario”, pero por su experiencia de maestra en las escuelas rurales y en las de las iglesias sentía que “la gente que no ha podido ir mucho a la escuela debe poder recibir en sus casas semanalmente una información que trate de sus problemas de una forma simple y provechosa”. Así, “en cartas semanales en Living Way escribo de una forma sencilla, del sentido común de las cosas que preocupan a nuestro pueblo”,37 indicaba Wells sobre sus comienzos como periodista.
Desde su posición de editora y propietaria de un periódico en el Sur a principios de la década de 1890, Wells representaba a toda esa clase media ascendente que se enfrentaba al retroceso imparable de los derechos de los afroamericanos. A partir del Compromiso de 1877, que puso fin a la presencia militar del Norte en el Sur, la antigua élite demócrata había ido recuperando el poder en los estados del Sur, mientras la memoria reconciliadora de la guerra civil, que asumía la representación de la Confederación como una noble “causa perdida”, se imponía a la memoria emancipadora de la guerra en el relato nacional.38 Así, desde esos gobiernos estatales demócratas, en un país que buscaba la reconciliación de los blancos del Norte y el Sur, las legislaturas del Sur ya habían institucionalizado la segregación de todos los espacios públicos, y en 1890 comenzó el asalto a los derechos políticos de los libertos. Ese año, Mississippi aprobó una legislación electoral cuyos requisitos para registrarse con vistas a votar eliminaban de hecho el voto negro.39 El proceso se extendió a otros estados del Sur en la década de 1890, hasta completarse en torno a 1914, en medio de una enorme violencia contra los afroamericanos, cuya máxima expresión fue el aumento de los linchamientos, aspecto que centró el activismo de Wells en los años siguientes.
Entre 1882 y 1900, más de mil afroamericanos fueron linchados en el Sur, alcanzando un pico en 1892.40 Tennessee, con 28 linchamientos ese año, quedaba segundo en el ranking nacional.41 Desde finales de la década de 1880, mientras en los condados rurales el descontento social de agricultores pobres y aparceros lo lideraban los populistas, la numerosa comunidad afroamericana de la ciudad de Memphis experimentaba el retroceso de sus derechos civiles y políticos, en un clima de tensión racial que culminó en el triple linchamiento de tres empresarios negros —el primero tras la guerra civil—, que cambió el destino de Wells.42
En 1889, tres jóvenes afroamericanos, uno de ellos (Thomas Moss) buen amigo de Wells, invirtieron sus ahorros en abrir una tienda de ultramarinos en un populoso barrio mayoritariamente afroamericano. El People’s Cooperative Grocery Store compitió con éxito con la tienda
37 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 22.
38 Blight, D.W. (2001). Race and Reunion: The Civil War in American Memory. Harvard University Press, 266-271 y 290-291.
39 Ayers, E.A. (1995). Southern Crossing… Op. cit., 71-87.
40 Hodes, M. (1999). White Women, Black Men: Illicit Sex in the Nineteenth-Century South. Yale University Press, 176; Ayers, E.A. (1995). Southern Crossing… Op. cit., 107-108.
41 Schechter, P.A. (2001). Ida B. Wells-Barnett and American Reform… Op. cit., 74.
42 Ibid., 71-75.
de alimentación de un propietario blanco, que hasta esa fecha había tenido el monopolio en el barrio. En la tensa atmósfera racial de 1892, una simple pelea entre niños blancos y negros por un juego de canicas derivó en la amenaza de asaltar el People’s Grocery. Sus propietarios decidieron armarse para defender el negocio, motivo por el que fueron encarcelados, mientras que una multitud blanca armada estalló en un motín de cinco días de duración, que culminó en el linchamiento de los tres propietarios, la destrucción de la tienda de ultramarinos y el acoso violento a toda la comunidad afroamericana, que provocó la huida de centenares de ellos hacia el oeste, hacia Oklahoma, territorio que acababa de abrirse a la subasta de tierras públicas.43 Buscaban “algún lugar en nuestra gran democracia donde sus vidas, su libertad y su propiedad estuvieran protegidas”,44 indicaba Wells.
La respuesta de Ida B. Wells al dolor por la pérdida de un amigo y la violencia constante contra su gente fue otro editorial contra los linchamientos en el Free Speech, el 21 de mayo de 1892, que desmontaba el motivo principal esgrimido por los blancos del Sur para justificarlos: la violación de mujeres blancas. Su editorial, reproducido días después en el Daily Commercial y otros periódicos blancos,45 denunciaba la mentira del hecho de convertir las relaciones sexuales consentidas —“nadie en esta parte del país cree la manida mentira de que el hombre negro viola a la mujer blanca”—, en las que mujeres blancas podían tener la iniciativa, en violaciones.46 Mientras Wells visitaba Filadelfia y Nueva York, la reacción al editorial, “para defender el honor de sus mujeres”, fue la destrucción de los locales del Free Speech y la amenaza de muerte si regresaba al Sur.47 Así comenzaron el “exilio”48 de Wells en el Norte y su campaña nacional y transatlántica contra los linchamientos, centrada en la subversión de los estereotipos de raza y género que pretendían legitimarlos.
Desde Nueva York, en el periódico afroamericano The New Age, y en los folletos Southern Horrors (1892) y The Red Record (1895), Ida Wells empezó un análisis sistemático de los linchamientos utilizando las descripciones puntuales que aparecían en los periódicos blancos del Sur, así como la información general que aparecía en el Chicago Tribune. Estos reportajes, a los que seguirían The Mob Rule in New Orleans (1900) o The Arkansas Riot (1919), así como investigaciones in situ de otros linchamientos fuera del Sur, describían de forma directa y detallada la brutalidad de una violencia que quemaba vivos, descuartizaba y repartía los restos de las víctimas entre el numeroso público asistente, con la connivencia del sistema judicial y la mayoría de la prensa blanca del país.
El análisis de setecientos linchamientos ejecutados entre 1892 y 1894 le indicaba a Wells que, aunque el acoso sexual no era el principal motivo alegado para realizarlos —suponían un
43 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 42-48.
44 Ibid., 49.
45 Hading, R. y Hinton, M. (2001). The squelching of free speech in Memphis: The life of a black post-reconstruction newspaper. Race, Gender & Class (87).
46 “Nobody in this section of the country believes the old threadbare lie that negro men rape white women. If Southern White men are not careful, they will overreach themselves and public sentiment will have a reaction; a conclusión will then be reached which will be very damaging the moral reputation of their women”. Free Speech, Memphis, Tenn., May 21, 1892. Citado por Wells, I.B. (2005; ed. original 1895). The Red Record: Tabulated Statistics and Alleged Causes of Lynching in the United States. The Project Gotemberg Ebook of the Red Record, 6-7, disponible en https://www.gutenberg.org/files/14977/14977-h/14977-h.htm#chap1 (consulta, 21-2-2024).
47 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 55-58.
48 Ella se refería como un “exilio” a su traslado forzoso al Norte desde 1892.
tercio de ellos—, estos se justificaban principalmente por la violación a mujeres blancas.49 Así como en la esclavitud la relación entre mujeres blancas y esclavos negros —con algún tipo de coacción por parte de las amas— era más común de lo que se suponía, pero no planteó ningún temor respecto a alterar la jerarquía racial,50 desde la Reconstrucción la población blanca del Sur describía a los varones afroamericanos que afirmaban sus derechos como bestias degeneradas y lascivas, que ponían en peligro la pureza de las mujeres blancas. Hacían así una ecuación entre igualdad política, transgresión sexual y amenaza a la jerarquía racial.51 Por otro lado, el énfasis en la pureza de todas mujeres blancas —frente a una representación de las afroamericanas como mujeres rudas, depravadas, sin ninguno de los atributos de la feminidad y responsables de la criminalidad de sus hijos y maridos— hacía de cualquier relación entre negros y blancas, aunque fuera un contacto fortuito o una mirada, una violación por definición.52
Siguiendo a Frederick Douglass,53 Wells indicaba que desde el final de la guerra había habido tres periodos de “barbarismo” sudista y tres excusas para ponerlo en práctica. En la inmediata posguerra, la excusa para masacrar a los afroamericanos había sido la amenaza de una insurrección negra. Durante la Reconstrucción, la “dominación política negra” justificaba la violencia del Ku Klux Klan y otros grupos terroristas contra los ciudadanos negros que ejercían el derecho al voto. A partir de 1890, cuando los nuevos gobiernos estatales ya habían eliminado “de hecho” el voto negro y no había ningún peligro de “dominación negra”, la brutalidad continuaba con la excusa de las violaciones a las mujeres blancas.54
Respecto a estas relaciones entre negros y blancas, Wells reiteraba que en todo el Sur se sabía que eran relaciones “voluntarias y clandestinas”,55 situando así en primer plano la agencia de las mujeres blancas, la posibilidad de que ellas se sintieran atraídas por jóvenes de color apuestos y educados —“hay mujeres blancas en el Sur a las que les place la compañía afroamericana como hay hombres blancos conocidos por su preferencia por las mujeres afroamericanas”—, o que ellos fueran débiles para sucumbir a los encantos de ellas.56 De esta forma, la investigación de Wells no solamente desafiaba los estereotipos raciales que justificaban la supremacía blanca, sino que también ponía en cuestión la dominación patriarcal que esta implicaba. Cuando denunciaba que los hombres blancos podían mantener relaciones o violar impunemente a mujeres negras —a las que no se suponían “buenos sentimientos ni virtud para sentirse ultrajadas”—,57 pero no toleraban que las mujeres blancas pudieran ser atraídas por afroamericanos, cuestionaba la subordinación de la mujer al varón “que defendía su pureza”.58
Para probar sus argumentos de forma general esgrimía que ni durante la guerra civil, cuando las mujeres se quedaron en la retaguardia con los esclavos, ni durante la posguerra, cuando
49 Wells, I.B. (2012). Horrores sureños: La ley Lynch en todas sus fases. New York Age, 1892. En Jabardo M. (Ed.). Feminismos negros… Op. cit., 83; Wells, I.B. (2005). The Red Record… Op. cit., 38, disponible en https://www.gutenberg.org/files/14977/14977-h/14977-h.htm#chap1 (consulta, 21-2-2024).
50 Hodes, M. (1999). White Women, Black Men… Op. cit., 127, 136-139 y 146; Hodes, M. (1989). Illicit Sex Across the Color Line. Critical Matrix (5:1), 30-32 y 47.
51 Hodes, M. (1999). White Women, Black Men… Op. cit., 151, 167 y 172-173.
52 Ibid., 198; hooks, b. (2020). ¿Acaso no soy yo…? Op. cit., 91-98.
53 Douglass, F. (1895). Why is the Negro Lynched?, Bridgewater, 14-15. Library of Congress, disponible en https://www.loc.gov/resource/gdcmassbookdig.whyisnegrolynche00doug/?sp=8&st=image (consulta 23-2-2024).
54 Wells, I.B. (2005). The Red Record… Op. cit., 4-6.
55 Ibid., 6.
56 Wells, I.B. (2012). “Horrores sureños”. En Jabardo (Ed.). Feminismos negros… Op. cit., 80.
57 Wells, I.B. (2005). The Red Record… Op. cit., 43.
58 Smangs, M. (2020). Race, Gender, and the Rape-Lynching Nexus in the US South. Social Problems (67:4), 618-619.
miles de maestras y misioneras del Norte se establecieron en Sur para ayudar a los libertos, había habido denuncias de violaciones.59 En cuanto al análisis sistemático de los casos concretos, comprobaba que había madres de hijos mulatos que se resistían a denunciar a los padres, linchamientos por relaciones consentidas conocidas por la comunidad, así como muchos casos de prevaricación de las mujeres blancas para mantener su respetabilidad o por amenazas o la insistencia de reputados hombres blancos en ser padres de hijos mulatos.60
Por otro lado, Wells, inspirada en lo acaecido a los tres propietarios de la tienda de ultramarinos de Memphis, veía los linchamientos como una “excusa para eliminar a los negros que habían adquirido riqueza y propiedades, y así mantener aterrorizada a la raza y ‘aplastar al negro’”, cuando ya les habían arrebatado los derechos civiles y políticos. Expresaban el latente resentimiento blanco por la abolición de la esclavitud y los avances posteriores de los afroamericanos.61
Ante la connivencia de la justicia y la prensa del Sur con los linchamientos, y ante la inactividad del Gobierno federal y el silencio mayoritario de la prensa del Norte, Wells consideraba que la población afroamericana tenía que recurrir “al exilio” y al boicot para arruinar los negocios blancos; a la prensa negra, pues “[…] nos muestran como una raza de asesinos, ladrones y bestias salvajes y lujuriosas”; a la organización de la comunidad afroamericana y a la autodefensa, ya que los datos demostraban que los ataques contra los afroamericanos eran menos intensos cuando estos estaban dispuestos a defenderse.62
Su valiente denuncia de los linchamientos como una forma de terror racista la había convertido ya en 1892 en una líder destacada de la nueva generación de activistas por los derechos civiles. Fue por ello seleccionada, junto con Frederick Douglass, Irving Penn y Ferdinand Barnett, para escribir el panfleto The Reason Why the Colored Americans Is Not in the World’s Columbian Exhibition. En medio de la exhibición de potencial norteamericano mostrada en la Exposición Universal de Chicago (1893), el panfleto aprovechaba este escaparate internacional63 para mostrar los avances de la minoría negra desde la emancipación y denunciar la opresión que sufrían los afroamericanos “en esta tierra de los libres y hogar de los bravos”,64 por los retrocesos legislativos, el aumento del trabajo carcelario y los linchamientos.65
El liderazgo nacional e internacional de Ida Wells se consolidó con sus dos giras de conferencias en Inglaterra y Escocia, en 1893 y 1894. Invitada por una pequeña organización antiimperialista, The Society for the Recognition of the Brotherhood of Man (SRBM), y apoyada por el prestigio de Frederick Douglass, su objetivo era convencer a la sociedad británica de que el linchamiento no era, como estaba mayoritariamente aceptado, un tipo de violencia de la multitud necesaria para mantener el orden en sociedades en desarrollo, sino una forma de
59 Wells, I.B. (2005). The Red Record… Op. cit., 7-8.
60 Ibid., 37-39; Wells, I.B (1893). Lynch Law. The New York Age, www.historyisaweapon.com/defcon1/wellslynchlaw.html (consulta, 19-6-2023), 4-9.; Wells, I.B. (2012). “Horrores sureños”. En Jabardo M. (Ed.). Feminismos negros… Op. cit., 94-96.
61 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 56-61.
62 Wells, I.B. (1893). Lynch Law… Op. cit., 2; Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 55 y 67.
63 Por falta de fondos, los autores no pudieron traducirlo también al francés y al alemán, como era su intención, pero sí que contenía prólogos en ambos idiomas.
64 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 100.
65 Wells, I.B., Barnett, F., Douglass, F. y Penn, I. (1893). The Reason Why the Colored American Is Not in the World Columbian Exhibition. Digital Public Library of America, disponible en https://blackwomenssuffrage.dp.la/collections/ida-b-wells/ibwells-0010-005 (consulta, 29-2-2024).
afianzar la supremacía racial blanca mediante el terror. La opinión pública británica podía después influir en Estados Unidos, cuando el país pugnaba por ser una potencia mundial.66
Inglaterra y Escocia no solo ofrecieron por primera vez a Wells un trato igualitario y mayor libertad para denunciar la violencia contra los afroamericanos,67 sino que también le permitieron presentarse como una dama negra reformista. Las mujeres que ocupaban la esfera pública en el siglo XIX sabían que debían atender las convenciones victorianas de la feminidad, parecer “femeninas” para intervenir públicamente en un momento de crisis moral. Esta presentación era absolutamente necesaria para una joven soltera, que hablaba de violencia descarnada y relaciones sexuales interraciales ilícitas en su subversivo análisis de los linchamientos, motivo por el que Wells justificaba su cruzada por la “conducta inmoral de los blancos sudistas”, por su sentido del deber y de la obligación moral, al tiempo que aparecía como una mujer, sencilla, preparada, inteligente y digna.68
El eco de su primera gira se limitó a algunos periódicos locales y a los pequeños círculos reformistas de sus anfitrionas en la SRMB. Sin embargo, su segunda gira, de seis meses, las cartas de presentación de Douglass y su capacidad como oradora y activista le permitieron estrechar lazos con todos los círculos liberales reformistas, empezando por las redes de mujeres agrupadas en la British Women Temperance Union, hasta llegar a los círculos londinenses con conexiones políticas. En este último paso, cuando su actividad y mensaje ya aparecían en la prensa inglesa religiosa y secular, fue crucial su amistad con los editores de los periódicos londinenses The Dayly Chronicle y The Dayly News, para persuadir a los políticos liberales reformistas y laboristas de que los linchamientos eran una forma de opresión racial. Su gira de 1894 acababa así con dos invitaciones al Parlamento y la creación del London Anti-Lynching Committee.69
A su regreso a Estados Unidos, Ida Wells había conseguido que la opinión pública británica condenara los linchamientos como una forma de terror racial que buscaba mantener la supremacía blanca. Había cambiado los términos del debate internacional sobre los linchamientos, pero no pudo aprovechar el impulso de su campaña británica en Estados Unidos. Los ataques contra ella en la prensa blanca del Sur se recrudecieron conforme alcanzaba notoriedad su cruzada trasatlántica. En cuanto a la comunidad afroamericana, temerosa de una reacción blanca, no atendió su demanda de crear una organización para una “campaña nacional” contra los linchamientos. Los líderes negros moderados le pidieron en vano que “suavizara sus acusaciones a las mujeres blancas” para que le dieran su apoyo.70 Tampoco obtuvieron respuesta sus peticiones de ayuda en los periódicos afroamericanos del Norte y el Oeste. De esta forma, en julio de 1894, Wells inició por su cuenta una gira de un año, con la ayuda de algunas iglesias negras y de la recaudación obtenida al cobrar entrada en sus conferencias,71 en la que recorrió el Norte y el Oeste reuniendo en cada ciudad a los representantes más destacados de la comunidad afroamericana, para organizar ligas antilinchamientos que difundieran la lucha y buscaran financiación para la causa.72
66 Silkey, S. (1966). Black Woman Reformer: Ida B. Wells, Lynching, and Transatlantic Activism. University of Georgia Press, 12.
67 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 112, 114-115 y 179.
68 Silkey, S. (1966). Black Woman Reformer… Op. cit., 68-69.
69 Ibid., 91-97.
70 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 186.
71 Silkey, S. (1966). Black Woman Reformer… Op. cit., 117-119.
72 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 185.
5. Reformismo y feminismo negro: The National Association of Colored Women Clubs (NACWC)
A la muerte de Frederick Douglass en 1895, Ida Wells era, junto con Booker T. Washington y William E. B. Du Bois, uno de los líderes más destacados de la nueva generación de activistas por los derechos civiles, en el momento en que la organización de la minoría negra comenzaba a cristalizar en asociaciones nacionales. La primera y más numerosa de ellas fue The National Association of Colored Women’s Clubs (NACWC), que tuvo a Wells entre sus fundadoras.
En respuesta al éxito de la cruzada trasatlántica de Ida Wells, Jno. W. Jacks, presidente de la Asociación de la Prensa de Missouri, atacó la moralidad de todos los afroamericanos —“los negros de este país están totalmente desprovistos de moralidad”—, pero sobre todo la de las mujeres —“las mujeres son prostitutas, mentirosas y auténticas ladronas”—.73 Ante este ataque directo a las afroamericanas, que insistía en los peores estereotipos de la raza, Josephine St. Ruffin, líder del Club New Era de Boston y editora del periódico The Woman’s Era, convocó a todos los clubes de mujeres afroamericanas del país.
En el momento en que la primera oleada de feminismo reformista se organizaba en el asociacionismo de los clubes de mujeres,74 los clubes locales de mujeres afroamericanas respondían tanto al hecho de que las afroamericanas, por su raza, no eran admitidas en los primeros como al de que partían de una tradición propia de activismo femenino en la ayuda mutua desde los tiempos de la esclavitud. Las esclavas fueron esenciales en las redes de apoyo que permitían sobrevivir a las comunidades esclavas, como también lo eran en las asociaciones fraternas de negros libres creadas en las principales ciudades del Norte y el Sur, que boicoteaban los productos producidos por esclavos y construían escuelas para la población de color. Durante la Reconstrucción, la primera generación de afroamericanas libres de clase media en el Sur fue esencial para cimentar toda una estructura comunitaria negra, y, a partir de la década de 1890, esta pléyade de mujeres, muchas de ellas provenientes por emigración o “exilio” de distintas partes del país, se reunieron en clubes locales comprometidas con la ayuda a las mujeres en peor situación, el progreso del conjunto de la comunidad afroamericana y la consecución del voto para la mujer.75 Así pues, la intersección de género, raza y clase se encontraba en la base del asociacionismo reformista y feminista negro.
En la reunión de Boston, los clubes constituyeron The National Federation of Afroamerican Women. Esta sería la base sobre la que se fundaría al año siguiente, en Washington D. C., The National Association of Colored Women Clubs (NACWC), en la que The National League of Colored Women de Washington se sumó a los clubes ya asociados en Boston. Además de Ruffin, entre las fundadoras se encontraban las afroamericanas más conocidas de la época: activistas desde el abolicionismo como Frances Harper o Harriet Tubman; Margaret Murray Washington —fundadora del Tuskegge Women Club y esposa de Booker T. Washington—,
73 Mary Church Terrel Papers (MS-62-3874), Letter from Jno. W. Jacks, President of The Misssouri Press Association to Miss Florence Balgarnie, Montgomery City, Mo., March 19th, 1895, disponible en https://dh.howard.edu/finaid_manu/191/?utm_source=dh.howard.edu%2Ffinaid_manu%2F191&utm_medium=PDF&utm_campaign=PDFCoverPages (consulta, 22-3-2024).
74 Skocpol, T. (1996). Los orígenes de la política social en Estados Unidos. Centro de Publicaciones del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 439-445 y 451-454.
75 Shaw, S. (1991). Black Club Women and the Creation of the National Association of Colored Women. The Journal of Women History (3:2), 12-18.
Ida. B. Wells o Mary Church Terrel —educada en el Oberlin College y una de las primeras afroamericanas en obtener un título universitario—, que sería nombrada presidenta.76
En su discurso inaugural, Ruffin justificaba la convocatoria por la necesidad de solucionar los problemas específicos a los que se enfrentaban las mujeres de color —en particular las madres respecto a la educación de sus hijos—, pero muy especialmente se trataba de ver cómo las mujeres negras podían contribuir “a la educación moral de la raza”, a “nuestra elevación mental y desarrollo físico”, para “aprovechar lo mejor posible nuestras oportunidades”,77 en sintonía con los valores morales y las aspiraciones sociales de la clase media norteamericana.
El compromiso con el progreso de la comunidad afroamericana impregnó también sus resoluciones, pues, aunque la NACWC se acercaba al feminismo reformista en temas como la limitación del consumo de alcohol, se separaba de la Women Christian Temperance Union (WCTU) en su condena a los linchamientos, al trabajo carcelario, a la segregación en el transporte y a la discriminatoria aplicación de la ley. Respecto a la posibilidad de “elevación moral y física” de los afroamericanos, en que era prioritario elevar la condición de las mujeres y las madres para conseguirlo, reconocían la necesidad apremiante de salir de la pobreza —“pasar de las cabañas de una sola habitación a una casa en propiedad”—, de mejorar la formación moral e intelectual de sus maestros y líderes, de elevar la calidad de la prensa afroamericana, todo ello con la ayuda de los miembros “más afortunados e inteligentes de la raza”.78 Fue así como estas afroamericanas de clase media continuaron comprometidas a través de la NACWC en la creación de escuelas, orfanatos, residencias de ancianos o reformatorios, al tiempo que denunciaban la discriminación y la violencia contra los afroamericanos y luchaban por el voto femenino.
Por parte de Wells, las diferencias con las asociaciones feministas habían comenzado en 1890 en relación con la tolerancia de la WCTU con la exclusión política, la segregación y la violencia contra los afroamericanos. Para sorpresa de Wells, una abolicionista y sufragista nordista como Francis Willard, que presidía una organización cristiana, después de su primer viaje al Sur justificaba la exclusión de los afroamericanos del voto por las mismas razones por las que creía que en el Norte debía excluirse del voto a los “inmigrantes analfabetos”; estimaba que “la seguridad de mujeres, niños y hogares” estaba amenazada, con lo que, en palabras de Wells, “aceptaba el fraude, la violencia y el asesinato en las elecciones; el saqueo, el tiroteo, el ahorcamiento, el abrasamiento”.79 Mientras la WCTU no admitía a afroamericanas en sus asociaciones y extendía su presencia por el Sur, Wells aprovechó su primer viaje a Inglaterra para denunciar la tolerancia de la WCTU, y en general de los cristianos blancos estadounidenses, con los linchamientos, a diferencia de los cristianos ingleses.80
Ida Wells militaba en el movimiento sufragista desde 1894 y era buena amiga de Susan B. Anthony, presidenta de la National Women Suffrage Association (NWSA). Sin embargo, no compartía la estrategia segregacionista de la organización en el Sur, que excluía de sus asocia
76 Weiss, P.A. (Ed.). (2018). Feminist Manifestos: A Global Documentary Reader. New York University Press, 111.
77 Address of Josephine St. P. Ruffin, President of The Conference, 20 July 1896. En National Association of Colored Women Clubs (1902). A History of the Club Movement Among the Colored People of The United States, 31, disponible en https://www.lib.uchicago.edu/ead/pdf/ibwells-0009-006.pdf (consulta, 20-12-2023).
78 Resolutions and Objectives. The National Colored Woman’s Congress and the National Association of Colored Women’s Clubs, Washington D. C., January and July 21, 1896. En Weiss, P.A. (Ed.). (2018). Feminist Manifestos… Op. cit., 112-115.
79 The Voice, 23-10-1890. Citado en Wells, I.B. (2005). The Red Record… Op. cit., 53.
80 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 172-177.
ciones a las mujeres negras en aras del crecimiento general del movimiento sufragista. Además, mientras que Anthony pensaba que el voto era una panacea que lo cambiaría todo, Wells, con su experiencia del retroceso de derechos políticos en el Sur, consideraba que el voto no iba a cambiar inmediatamente ni la naturaleza de las mujeres ni su situación política.81
En el tema de aceptar la segregación en el movimiento feminista, ni Willard ni Anthony podían escapar a la decepción que la primera generación de feministas norteamericanas tuvo de su relación con el abolicionismo, al ser las mujeres excluidas de los beneficios de la igualdad en las enmiendas de la Reconstrucción. Tampoco escaparon a la atmósfera política general de sacrificar a los afroamericanos en aras de la “reconciliación nacional” de los blancos del Norte y el Sur, especialmente cuando la democratización política emprendida por el reformismo progresista desde 1890 favorecía la inclusión del electorado femenino, mientras reforzaba la exclusión política y la segregación de todos los afroamericanos en el Sur.82
6. Sufragismo y política
Establecida en Chicago desde 1894, donde desde 1891 las mujeres de Illinois podían votar en las elecciones escolares y universitarias, Wells comenzó su relación con la política electoral pocas semanas después de su llegada a la ciudad. El Women’s State Central Committee del Partido Republicano la invitó a participar en la campaña para elegir a tres nuevos patronos de la Universidad de Illinois. En una campaña seguida con entusiasmo por las mujeres de la ciudad, los partidos Republicano, Demócrata y el Partido de la Prohibición presentaron cuatro mujeres entre los trece candidatos a formar parte de la Junta de Administradores de la universidad.
Wells, así como otras líderes afroamericanas, se dirigieron a un electorado de emigrantes recientes del Sur, al que pedían lealtad al partido de Lincoln —“ […] siempre ha representado el progreso y ha sido el partido de la inteligencia y la libertad”—, vinculando por tanto el voto de las mujeres para un partido que les facilitaba el acceso a la educación universitaria —prometía becas en la universidad para los afroamericanos—83 con el recuerdo de la Reconstrucción y la lucha nacional contra la supremacía blanca. Por otro lado, Wells, como hiciera inicialmente el movimiento sufragista, seguía asociando libertad negra y derechos políticos para las mujeres. En su interpretación amplia de la 14.ª y 15.ª enmiendas, las mujeres ya tenían constitucionalmente el derecho al voto, pues la 14.ª Enmienda aseguraba que “las personas nacidas en este país o nacionalizadas son ciudadanas” y “las mujeres son ciertamente personas”.84
Con este discurso, la amplia movilización de las mujeres afroamericanas aseguró la victoria de los tres candidatos republicanos, entre los cuales estaba Lucy Flower, la primera mujer miembro de The Board of Trustees de la Universidad de Illinois. También indicaba que, tanto para Wells como para el conjunto de las feministas afroamericanas, la consecución del sufragio
81 Ibid., 193.
82 Ambos procesos se consolidaron en las dos primeras décadas del siglo XX, contrastando con la ampliación del sufragio a las mujeres y los avances en la democratización del sistema político en la Era Progresista. Véase Vann Woddward, C. (1974). The Strange Career of Jim Crow. Oxford University Press, 83-85 y 97-109.
83 Materson, L.G. (2009). For the Freedom of Her Race: Black Women and Electoral Politics in Illinois, 1877-1932. University of North Carolina Press, 25-26.
84 Citado en ibid., 42-45; Roessner, L.A. (2018). The Modern Joan of Arc. Press Coverage of Ida B. Wells-Barnett’s Campaign for Women Sufrage. En Roessner, L.A. y Rightter-McDaniels, J. (Eds.). (2018). Political Pioneer of the Press: Ida B. Wells-Barnett and Her Transnational Crusade for Social Justice. Lexington Books, 65.
permitía avanzar a las mujeres, pero era también un instrumento para conseguir la igualdad y la justicia para todos los afroamericanos, un medio para que las legislaturas estatales y el Congreso aprobaran legislaciones antilinchamientos, eliminaran la segregación y permitieran votar a los afroamericanos en el Sur.85
Al año siguiente, Ida Wells se casó, a los treinta y tres, con Ferdinand Barnett, reputado abogado, periodista, activista y miembro del Partido Republicano. La popularidad nacional de Ida era tal que en la campaña electoral de 1896, a pesar de su primera maternidad, a petición del Women’s State Central Committee dio mítines por todo el estado a favor del Partido Republicano. Una niñera en cada localidad le cuidaba al niño de seis meses mientras daba los mítines, en los que a veces la niñera y ella eran las únicas personas negras de la sala.86 Asimismo, en las elecciones presidenciales de 1900, El Partido Republicano la requirió para hacer campaña en Missouri ante audiencias negras, tanto para atraer el voto de los afroamericanos como para incitar a las mujeres a usar su influencia en el voto de sus maridos y familiares varones.87 Sus maternidades posteriores requirieron su atención y presencia en Chicago,88 pero un matrimonio igualitario para la época89 y una pareja que la apoyaba en su activismo le permitieron continuar a otro nivel su vida pública en todos los ámbitos: denuncia de los linchamientos, miembro fundador de la National Association for the Advance of Colored People (1906) y acción reformista y sufragista en Illinois.
Al avanzar el siglo XX, el sufragio femenino pasó al primer plano de la política nacional. Seis estados del Oeste —Idaho, Wyoming, Colorado, Utah, Washington y California— ya habían concedido el voto a la mujer cuando el tema del sufragio femenino federal se situó en el centro de la campaña presidencial de 1912, en la que, una vez más, Wells hizo campaña por el Partido Republicano, aunque venció el candidato demócrata, defensor de la segregación racial, Woodrow Wilson.
Conforme la inmigración afroamericana crecía exponencialmente en Chicago, y con perspectivas de ampliar el sufragio a las mujeres en el estado, Wells organizó The Second Women Ward Republican Club. Cuando la legislatura de Illinois ya debatía un sufragio limitado para las mujeres en elecciones municipales y presidenciales, The Municipal and Presidential Voting Act, Wells, ante el desinterés que observa en las mujeres afroamericanas respecto al sufragio, decidió constituir en enero de 1913 una organización no partidista, The Alpha Suffrage Club (ASC), para educar a sus miembros en las obligaciones cívicas que implicaba el sufragio.90 Dos meses después, Wells viajó a Washington como representante del ASC en la delegación de Illinois que participaba en la gran manifestación sufragista del 3 de marzo, un día antes de la toma de posesión del presidente Wilson. Una vez más, las sufragistas sudistas impusieron que las sufragistas de color desfilaran segregadas al final de la marcha, y también exigieron a Wells
85 Roessner, L.A. (2018). The Modern Joan of Arc… Op. cit., 66.
86 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 206.
87 Ibid., 222.
88 Aunque, al tener su segundo hijo ocho meses después del primero, Wells confesaba: “I was thoroughly convince by this time that the duties of wife and mother were a profession in themselves and it was hopeless to exprect to carry on public work”. Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 209.
89 En el caso de otras activistas, como Mary Church Terrell o Margaret Murray, sus maridos, también activistas, desaprobaran que se involucraran en asuntos políticos. Hooks, b. (2020) ¿Acaso no soy yo….? Op., 137.
90 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 295.
separarse de la delegación de Illinois amenazando con el boicot, sin éxito. Otras cuarenta mujeres de color consiguieron también desfilar con sus respectivas delegaciones estatales.91
Unos meses después, un millón y medio de mujeres de Illinois podían votar en las elecciones municipales y presidenciales, por lo que el ASC se centró de forma inmediata en conseguir la elección de políticos afroamericanos o que favorecieran a la comunidad afroamericana. Fue así como contribuyeron a elegir, en 1915, al primer concejal negro de Chicago, Oscar De Priest, y al alcalde republicano William H. Thompson. Los primeros avances electorales de las mujeres y los afroamericanos en Illinois, cuando se cumplían cincuenta años de la emancipación, contrastaban con la consolidación de los retrocesos de los derechos afroamericanos durante la Administración Wilson, en que la segregación se extendió a Washington y a los empleos federales. Ese mismo año, en un ambiente general de reconciliación nacional que sacrificó la memoria emancipadora de la guerra,92 las organizaciones y los líderes negros protestaron contra la exhibición de The Birth of a Nation,93 que justificaba y romantizaba al Ku Klux Klan ante la supuesta “degeneración” de la política negra en la Reconstrucción.
Una vez ratificada en 1920 la 19.ª Enmienda, que otorgaba el sufragio pleno a todas las estadounidenses, el interés del ASC fue incentivar las carreras políticas de las mujeres afroamericanas.94 La propia Wells, en lo que fue su última experiencia de activismo antes de su muerte en 1931, se presentó el año anterior como independiente a las primarias republicanas para senadora del estado de Illinois. A sus sesenta y siete años, al no encontrar el apoyo del aparato del Partido Republicano, Ida Wells recorrió iglesias y asociaciones afroamericanas para captar fondos y conseguir votantes en las primarias, que perdió frente al candidato oficial. Al valorar su derrota, indicó que el candidato que tenía detrás al aparato del partido siempre ganaba, ya que “el voto independiente es débil, desorganizado, y sus organizadores se pueden comprar”. Por otro lado, “pocas mujeres respondieron como yo había esperado”.95
7. Conclusión
Cuando la supresión de derechos, la segregación, el racismo y la violencia contra los afroamericanos coincidían en el tiempo con la promesa de la “era de las mujeres”, Ida Wells representaba a la primera generación de afroamericanas libres que unían indisolublemente su lucha por los derechos de los afroamericanos con su lucha por los derechos de la mujer negra. Al comenzar la organización de la lucha de la minoría negra, el protagonismo de estas jóvenes profesionales se plasmó en la constitución, en 1896, de la primera y más numerosa de las organizaciones afroamericanas, The National Association of Colored Women Clubs —que precedió en trece años a la interracial National Association for the Advance of the Colored People (NAACP)—, de la que Wells fue cofundadora, organización que consideraba la “elevación” de
91 National Museum of African American History and Culture, The Crisis, vol. 5, no. 6, April 1913, 267-269, disponible en https://nmaahc.si.edu/object/nmaahc_2015.97.14.6?destination=/explore/collection/search%3Fedan_q%3D%252A%253A%252A%26eda (consulta, 28-3-2024).
92 Blight, D.W. (2001). Race and Reunion… Op. cit., 387-390.
93 Wells, I.B. (2020). Crusade for Justice… Op. cit., 288 y 292-294.
94 Du Rocher, K. (2018). The life of a political agitator. En Roessner, L.A. y Rightter-McDaniels, J. (Eds.). Political Pioneer of the Press: Ida B. Wells-Barnett and Her Transnational Crusade for Social Justice. Lexington Books, 82.
95 May 19, 1930, The 1930 Chicago Diary of Ida B. Wells Barnett. En Decosta-Willis, M. (Ed.). (1995). The Memphis Diary… Op. cit., 173.
la mujer negra en todos los ámbitos —económico, moral, derechos civiles y políticos— un requisito ineludible para el “progreso de la raza”.
Desde principios de la década de 1890, Wells había plasmado su idea de liberación conjunta de género, raza y clase en su cruzada nacional e internacional contra los linchamientos. A través de sus artículos periodísticos, folletos y conferencias, demostraba que las supuestas violaciones de afroamericanos a mujeres blancas eran en realidad relaciones interraciales consentidas y clandestinas, convertidas en ataques sexuales para mantener la supremacía blanca mediante el terror. De esta forma, no solo desafiaba los estereotipos raciales asociados a los “lujuriosos” hombres negros y “las rudas y depravadas” mujeres negras, sino que también denunciaba la sociedad patriarcal, que no permitía la igualdad sexual a las mujeres blancas atraídas por afroamericanos, sino que les suponía una condición “virtuosa” que los varones blancos debían proteger.
Por otro lado, la militancia de Wells representa y matiza la singularidad y versatilidad del feminismo negro entre 1890 y 1930, cuando este se debatía entre la pérdida de derechos (o la falta de acceso a ellos) de toda la minoría negra en el Sur por su raza y la posibilidad de acceder al voto femenino en el Norte. Aunque, al “exiliarse” en el Norte desde 1892, Wells colaboraba y tenía amistad con destacadas feministas, no podía tolerar que no condenaran la violencia y el retroceso de los derechos de los afroamericanos en el Sur o que permitieran la segregación en sus organizaciones, situación que al persistir excluiría a las afroamericanas del Sur del acceso al sufragio. Sin embargo, en su activismo político entendió la oportunidad de aprovechar los avances del sufragio femenino en el Norte y colaboró con las mujeres del Partido Republicano, tanto para revertir desde el Congreso la violencia y el retroceso de derechos civiles y políticos en el Sur como para integrarse en la maquinaria del partido con políticos y políticas afroamericanos.
Así pues, en todos los ámbitos del activismo de Wells resalta el protagonismo decidido y versátil de las mujeres afroamericanas salidas de la esclavitud en el inicio de la movilización organizada de la minoría negra. Un protagonismo y un liderazgo difuminados y ocultos en el auge del movimiento por los derechos civiles de las décadas centrales del siglo XX, tanto porque la lucha feminista se subordinaba a la lucha por la igualdad racial como porque las mujeres quedaban excluidas del liderazgo formal del movimiento, aunque eran mayoritarias y ejercían un liderazgo comunitario fundamental. No obstante, actualmente, en el movimiento Black Lives Matter las mujeres comparten el liderazgo y el protagonismo en un movimiento que, desde la interseccionalidad de género, raza y clase, mantiene el objetivo de preservar la integridad física de los afroamericanos denunciando la violencia sistémica contra ellos.
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Aurora Bosch es catedrática de Historia Contemporánea en la Universidad de Valencia y ha realizados diversas estancias como investigadora en UC Berkeley, UCLA y London University. Aparte de sus investigaciones iniciales sobre la República y la Guerra Civil en el País Valenciano y, posteriormente, en la comparación del socialismo anglosajón, lleva años especializada en la Historia de Estados Unidos y la relación entre Estados Unidos y España durante los años treinta. Entre sus libros en este ámbito destacan Historia de Estados Unidos (2005) y Miedo a la Democracia: Estados Unidos ante la Segunda República y la guerra civil española (2012), ganador del Willi Paul Adams Award 2013, otorgado por The Organization of American Historians.
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Fecha de recepción: 12/04/2024
Fecha de aceptación: 08/07/2024
Aurora Bosch | Derechos civiles, feminismo y política: Ida B. Wells, 1890-1930
ISSN: 1889-1152. DOI: 10.1344/segleXX2024.17.1
Revista catalana d’història 17 (2024), 3-23
ISSN: 1889-1152. DOI: 10.1344/segleXX2024.17.1
Revista catalana d’història 17 (2024), 3-23