"Dersu Uzala", un relato sobre la dialéctica entre arcaísmo y modernidad

Autores/as

  • Arturo Segura

Resumen

Pasados 35 años desde su realización -aunque puede que desde el mismo día de su estreno-, y no obstante la mala acogida que en su momento cosechó entre buena parte de la crítica especializada2 , Dersu Uzala, vigésimo sexto largometraje de Akira Kurosawa, aún se muestra como integrante de esa escasa y misteriosa estirpe de películas que, semejantes a las dispersas y solitarias sabinas, han brotado a lo largo de la historia del cine como recordatorios de que lo primigenio -lo originario- y lo primordial -según el diccionario, principio fundamental de cualquier cosa-, son caras de una misma moneda, sea ésta ontológica, existencial, artística o cualesquiera. Por eso, junto a las obras de Robert Flaherty, Nanook el esquimal -Nanook of the North (1922)-, Tabú (1931, codirigida junto a Murnau) y Hombres de Aran -Man of Aran (1934)-, o El río -Le fleuve (1951)-, de Jean Renoir, ha contribuido a abrir en el imaginario cinematográfico una senda hacia un particular encantamiento que, en virtud de la voluntariosa búsqueda de lo primigenio natural que les da sentido, no conoce el, desde hace ya mucho tiempo, tan extendido tránsito de lo caduco.

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Dossier Akira Kurosawa