En la obesidad, la mirada social duele más que el peso de la balanza
Resumen
Imagina levantarte todos los días con una mochila de 20 kg extra. El solo pensar en realizar hasta las tareas cotidianas más simples como atarse los cordones, limpiar la casa, movilizarse en escaleras e ir al trabajo con ese peso extra resulta sin duda algo agotador. Nos cuesta tanto ser empáticos, ponernos en el lugar del otro y tan fácil señalar con el dedo acusador “está así porque quiere”, “está así porque es vago/a”, “no pone de su parte, no tiene fuerza de voluntad”. Se deja de ver a la persona que padece una patología para taparla con una montaña de acusaciones. Estudios muestran prejuicios impuestos sobre las personas con sobrepeso y obesidad, acusándolas de ser perezosas, glotonas, carentes de fuerza de voluntad y autodisciplina, incompetentes, desmotivadas para mejorar su salud, que no cumplen con el tratamiento médico, y son personalmente culpables de su mayor peso corporal.
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