Trauma, familia y educación

Resumen

En este artículo quisiera compartir mi experiencia en la práctica diaria llevada a cabo desde la consulta privada, en relación al impacto que puede tener en las familias y en especial en los niños y niñas ciertos eventos que pueden ocurrir en la vida cotidiana. El objetivo no es abordar procesos traumáticos graves, pero sí situaciones o eventos que pueden producir sufrimiento y dolor que requerirán igualmente de un buen acompañamiento e intervención para minimizar el riesgo de que puedan derivar en futuros traumas que comprometan el desarrollo saludable de los niños, niñas y adolescentes. Pero antes abordaré el concepto de trauma y las consecuencias de sufrirlo en edades tempranas y de cómo el contexto familiar y escolar, pueden erigirse como potentes antídotos que favorezcan y colaboren en el alivio de sufrimientos inevitables y prevengan traumas infantiles evitables. Para ello, deberán poder ofrecer cuidados basados en los buenos tratos, el afecto, el respeto, el compromiso y la empatía.  Padres y madres que dispongan de las competencias parentales y marentales suficientes, para que puedan ofrecer un cuidado de calidad, y  fomentar en la interacción con sus hijos e hijas  procesos de resiliencia primaria. Y escuelas sensibles al sufrimiento infantil, que con sus buenas prácticas creen sólidos lazos afectivos con sus alumnos, pudiendo llegar a convertirse en  maravillosos tutores de resiliencia secundaria. Una magnifico tandem formado por familia, escuela, que lograrán ascender pronunciadas pendientes, si no se olvidan de la importancia de pedalear juntos.

     La “espina dorsal” sobre el que se asienta tanto  el “cuerpo” del artículo como el “alma” de mi práctica profesional es el Paradigma de los Buenos Tratos y el Modelo de la Traumaterapia Infanto-juvenil Sistémica cuyos creadores son Jorge Barudy  y Maryorie Dantagnan.